Mi primera vez (COMPLETA) romance Capítulo 24

A la mañana siguiente el canto de los gallos me hizo despertarme, sentía algo pesado a mi alrededor. Recordé que había dormido con mi jefe. Lluvia ya no se escuchaba sino todo lo contrario, había sol, el cielo se veía despejado. Bostecé, cubriéndome la mano con la boca y salí de la cama en dirección a la ventana. Estaba todo hecho un desastre, algunos árboles caídos, habían lagunas de lodo, ciertas cosas en el suelo tiradas, etc. Había sido una tormenta muy fuerte así que era más que obvio que los daños sean mayores. Solo esperaba que mis padres y mi abuelo estuvieran bien.

Nicky se removió en la cama.

—Buenos días —me dice.

—Buenos días —me giré, dirigiéndome a la puerta— Tengo que revisar ciertas cosas. La verdad es que no tengo idea de a qué hora vengan mis padres. ¿A que hora te irás tu?

—Nos iremos dirás —se sentó en la cama. Tenía la sábana rodeando su cintura así que no podía verle... eso. Cosa que agradecí. ¿Quién en su sano juicio duerme desnudo con frío? Y pensar que me separaba una delgada tela de su cuerpo desnudo.

—Pues... sí. Eso. Tengo que dejar algunas cosas hechas si. Si mis padres no han venido de aquí a las diez simplemente les dejaré una nota despidiéndome. No podemos darnos el lujo de irnos más tarde. Llegaríamos noche a New York.

—Está bien, solo me cambiaré y bajaré a ayudarte.

—Bueno.

Salí de la habitación del abuelo y bajé las escaleras. En la cocina había un café de anoche así que solo lo calenté y tomé un sorbo. Salí de la casa en dirección al gallinero. Afuera era un desastre. Había basura traída de quien sabe dónde, laminas y todo eso. Había que limpiar, en algo le tenía que ayudar a mis padres. Le abrí la puerta a las gallinas, abrí el granero y también revisé los caballos en el establo. Todo estaba bien dentro.

—Ya estoy aquí —Nicky apareció con la misma ropa que andaba ayer, solo que esta estaba ya seca.

—Lo que podemos hacer es recoger toda esta basura del patio y dejarla en un solo lugar. Mi padre sabrá qué hacer con ella después.

—Está bien.

Nicky y yo nos pusimos a limpiar el patio, recogimos la basura que vino de quien sabe dónde y la pusimos en un solo lugar, al igual que las ramas de los árboles. Nada más que no podíamos hacer nada con el barro, este se secaría después con el sol.

—¿Tienes hambre? —le pregunté a Nicky al verlo un poco cansado. Me sentí demasiado agradecida por lo que él había hecho por mi. No cualquiera lo haría. Me pareció un buen hombre, y todo el tiempo me ha respetado que es lo más importante. En ese instante sentí algo dentro de mi, sentí algo en mi pecho cuando lo vi con algo de sudor en su frente, con mechones de su cabello mojados cayéndole al rostro. Sentí algo al verlo de perfil, sus facciones... sentí que... me gustó.

Parpadeé varias veces para alejar ese sentimiento pero era inútil.

—Un poco —sonrió.

—Vamos, haré algo para desayunar.

Los dos nos dirigimos a la casa, a la cocina. No había mucho que cocinar así que preparé algo sencillo. Los dos nos sentamos en la mesa y empezamos a comer.

—Después de desayunar empacaré mis cosas —le hice saber.

—Nos iremos en la yegua para el pueblo a buscar mi coche y pasar por mis cosas al hotel.

—Está bien.

Después de desayunar subí por mis cosas, me duché rápido y me vestí. Tomé mi celular y salí. Nicky me esperaba afuera con la yegua lista. Pero a lo lejos una camioneta entraba a la granja. Eran mis padres. Perfecto, al menos no me iría sin despedirnos. Mi padre tocó el claxon de la camioneta. Cuando llegaron donde nosotros se bajaron.

—¡Nicky, Alis! —exclamó mi madre— ¡que bueno que están bien! Estuvimos tratando de localizarlos desde ayer pero no había nada de señal.

—¿En donde se quedaron? —me acerqué a ella— ¿están bien?

—Estamos bien, la tormenta no nos agarró tan fuerte en el camino, pero de regreso nos fue imposible volver así que nos quedamos en un hotel del camino. Fue una tormenta horrible.

—Yo lo sé.

—Buenos días —Nicky apareció detrás de mi.

—Buenos días, Nicky, espero me disculpes por todas las molestias que te pudimos haber causado. —se disculpó mi madre. El abuelo y papá salían del coche y se dirigían donde nosotros.

—No se preocupen, para mi no fue nada.

—¿Y esa maleta? —me inquiere mi madre— ¿se van?

—Así es —respondí— Tenemos trabajo y no puedo seguir faltando a la universidad —me encogí de hombros poniendo los labios en una sola línea. —Pensé que no alcanzaría a despedirme más bien. Lo bueno es que volvieron a tiempo. Los extrañaré—me despedí de mi madre, de mi padre y de mi abuelo.

—Espero vuelvan pronto —me dijo mi abuelo— Tengo el presentimiento de que volverán pero casados —bromeó.

Miré a mi abuelo con horror mientras me moría de la pena con Nicky.

—Mi abuelo, siempre tan chistoso —reí nerviosa mientras le daba una mirada de reproches a mi abuelo. —Nos tenemos que ir.

Nicky se subió al caballo y luego me ayudó a subirme a mi. La maleta iba a un lado.

—¡Adiós, vuelvan pronto!

Les hice una seña de adiós con mi mano mientras me alejaba de mi querida granja. Se sintió algo de nostalgia, había pasado unos buenos días aquí. Era un lugar que me transmitía paz, lejos de gente tóxica, lejos del mundo. Tenía la esperanza de volver aquí y quedarme para siempre. Claro, cuando tenga algún trabajo y ahorre un poco. Por el momento no se puede.

Cuando llegamos al pueblo, Nicky pasó dejando el caballo a un señor que no conocía. Al parecer era alquilado, recordé que me dijo que era de un amigo. Su coche estaba frente al local en donde lo alquiló.

—Vamos, solo pasaré trayendo las cosas al hotel y después nos vamos

Me subí al asiento copiloto y él al principal, dio varias vueltas a una calle hasta que se detuvo frente al hotel. Pues era el mejor del pueblo. Y era obvio que se hospedaría en el mejor. Me pregunto si no tendrá problemas por desaparecerse todos estos días, aunque él había dicho que por algo era el jefe.

—Espérame aquí, no tardaré nada. —se bajó, cuando avanzó a la puerta noté a unas mujeres quedársele viendo y comérselo con la mirada. Me dio rabia, lo admito. Pero lo bueno es que Nicky ni siquiera las volteó a ver, a pesar de que eran bonitas. Me gusta eso de Nicky, era tan exclusivo que no a cualquiera miraba, sea bonita o no. Hombres así no habían jamás en esta tierra. Eso solo pasaba en los libros. Me sorprendió que Nicky fuera así.

Pasaron quizás unos cinco minutos para que después Nicky bajara con una pequeña maleta, solo se había cambiado la ropa, usaba traje como en la oficina. Al parecer iría directo a la empresa. Ya se miraba más serio. Él entró al coche y arrancó.

—¿Estas bien? —me pregunta, saliendo del pueblo.

—Si, es solo que será un largo viaje —bostecé.

—Lo se, puedes dormir un rato si quieres.

Asentí, pegándome a la ventana.

—Llegamos.

—Siento que me duelen las nalgas. —me quejé, abriendo la puerta y saliendo. El ambiente era diferente aquí, otro aire. Más ruido. Más contaminación. Qué triste. Era de noche y estábamos frente a mi edificio.

—Alis, ¿a qué hora tienes que ir mañana a la universidad? —me preguntó.

—Por la mañana. Quizás esté libre después del almuerzo.

—Está bien. No quiero que descuides tus estudios, ¿vale? Te esperaré por la tarde, de todas formas no hay mucho que hacer en la mañana.

—Está bien. Gracias por comprenderme.

Nicky me sonrió, pareció que quería decirme algo más pero no lo hizo.

—Nos vemos mañana entonces, señorita Matten —se adentró a su coche y se fue.

¿Qué? Me quedé ahí viéndolo alejarse preguntándome por qué actuaba con esas formalidades ahora. Me sentí un poco decepcionada. Ni cosa parecida al Nicky de Tennessee. Tomé mi maleta y me adentré al edificio, me metí al ascensor un poco pensativa. Se sentía tan vacío sin él, me había acostumbrado un poco en tan poquito tiempo. Eso no era bueno si. Cuando salí del ascensor me encontré con tres figuras en el pasillo: Myers, Patricio y Graciella.

—¡Alis! —exclamó Graciella, lanzándose a mi.

—Graciella.

—¿Como estas? ¿Por que no me llamaste todo este tiempo? Me hiciste mucha falta.

—No había señal así que no pude llamarte.

—Alicia Matten —se acercó Myers— Siento que no te he visto en años.

—Hola, Myers —me sobé la sien.

—¿Quieres venir con nosotros? Vamos a Gigi’s —Graciella contoneó sus caderas haciendo que el vestido holgado se ondeara un poco.

—No puedo, estoy súper cansada del viaje y mañana tengo clases.

—¿No te contaron? Mañana no hay clases, un profesor murió y la mayoría irán a su entierro.

—¿Qué profesor? —se me instaló algo en el pecho.

—No estaba con nosotros, era otro que ya estaba más mayor.

—Hmm bueno.

—Vamos, Graciella. No seas amargada —insistió mi amiga— Solo un rato aunque sea, tengo tanto que contarte.

—¿Como que? —la miré mal.

—¿Entonces... vamos o no vamos? —ahora fue Patricio quien habló.

—Solamente dejaremos esta maleta en el cuarto —respondió Graciella— espérennos afuera.

—No tarden —Myers y Patricio se dirigieron al ascensor mientas que Graciella y yo nos adentrábamos a mi humilde departamento. Estaba hecho un desastre y un poco sucio. Tendría que limpiar mañana.

—¿Qué te pondrás? —me inquiere Graciella, buscando en mi ropero.

—En buena honda, Graciella, no quiero ir. Me siento cansada de todo el día. No sabes cómo estuvo ayer, fue un día muy pesado.

—Si, miré en las noticias la tormenta. Se vio bien feo.

—Así es, fue un desastre —me dejé caer en la cama.

—Por eso mismo, necesito que te distraigas. Que tomes algo, que te agilices.

Rodé los ojos.

—Ve tu.

—¡Alis, no, vamos, alístate!

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