Mi primera vez (COMPLETA) romance Capítulo 4

Cuando llegué a casa fui directo a la cocina para preparar algo de comer. Tenía algunos días de que no cocinaba, solo me la pasaba ordenando comida rápida y, aunque sabía que no era sano, no tenía otra opción. Abrí la nevera solo para cerciorarme de que no tenía casi nada ya. Genial, tendría que hacer compras de nuevo. Salí de la cocina y me dirigí a mi habitación, me quité la ropa que traía puesta y me puse la pijama. Tomé algo de dinero de mi cajón y salí de mi departamento. Vivir sola era un poco cansado, tenía mis libertades obviamente pero más responsabilidades. En el pasillo me encontré a Graciella, saliendo del ascensor.

—Alicia , justo venía a tu casa —ella traía un vestido corto que se adhería a su cuerpo y unos botines de tacón.

—Voy yendo al supermercado de la esquina, ¿me acompañas?

—Está bien, ¿sabías que Myers hará una fiesta hoy en su departamento?

Las dos nos adentramos al ascensor.

—No sabía.

—Pues quería ver si me acompañas —Graciella se balanceó de un lado a otro en el mismo lugar. Cómo pareciendo inocente.

—Graciella...

—Ahora no iremos lejos, está a cuatro puertas de tu depa —me guiñó un ojo.

—Lo pensaré —cuando las puertas se abren las dos salimos. Ya era de noche, hacía un poco de frío. —Si me dejas ir en pijama si voy —la molesté un poco al cruzar la calle.

—Tampoco exageres, solo ponte algo cómodo.

Al entrar al súper tomamos un carrito y empezamos a hacer las compras. Graciella me ayudaba a elegir ciertas cosas, como ella vivía con su tía sabía más de compras.

—Ya te lo dije, el puesto en la librería está esperando por ti.

—Si no me llaman en estos días lo tendré que aceptar —me entristecía el hecho de que quizás no era lo suficientemente buena como para estar en una de esas empresas de éxito. Conocía mis capacidades y sabía que tenía oportunidades. Pero la demás gente no lo miraba.

—Esperemos que sí.

Echamos leche, huevos, pan, entre otras cosas más. Además de que no podía darme el lujo de comprar mucho porque lo único que me acompañaba eran cien dólares. Además de que tenía que comprar folletos y pagar clases en la universidad. Dios, qué estresante.

—¿Nos llevamos esto? —Graciella tomó una botella de vino y me la mostró.

La miré mal.

—Está súper cara —avancé con el carrito.

—La llevaremos —ella la añadió a las demás cosas. Al llegar a la caja agradecí que estaba vacío así que nos atendieron rápido. Estaba Walter en la caja, era el hijo del encargado del súper.

—Hola, Walter —lo saludé. Era alto, tez blanca y con buen cuerpo, parecía que había empezado a ir al gimnasio.

—Hola, Alis —me devolvió el saludo, pero su mirada pasó a Graciella y se puso nervioso. Lo pude notar. Además de que siempre que yo venía al súper, Walter me preguntaba por ella— Hola, Graciella.

—Hola —respondió mi amiga sin el más mínimo interés.

Me dio pena por el chico.

Saqué las cosas del carrito para que Walter las pudiera pasar en esa extraña cosa que hace un pitido.

—Son 56 dólares con cuarenta centavos.

Le di mi billete de cien con mucha lástima.

Walter se pagó, pero me devolvió cincuenta dólares.

—Espera... —empecé a decirle.

—Dejémoslo en cincuenta —me interrumpió, guiñando un ojo.

—Pues... gracias —tomé dos bolsas mientras Graciella me ayudaba con una— Nos vemos, Walter.

—Adiós, Alis. Adiós, Graciella.

—Adiós, chico —fue lo único que le respondió Graciella.

—¿Por qué eres así con Walter? —le pregunté cuando salimos a la calle.

—¿Así como?

—Actúas a la defensiva con él.

—Para nada, yo actúo normal. Como con cualquier persona.

—Con Patricio no.

—Patricio me gusta.

—A Walter le gustas.

—No lo noté.

—Pero es así.

Escuché que suspiró.

—Walter es lindo pero no es mi tipo —se encogió de hombros.

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