Mi Vecino, el Mujeriego romance Capítulo 9

—¿Por qué aceptaste esto conmigo? — me pregunta agitado sin soltar mi cintura luego de una buena dosis de sexo en la cocina, lo cual admito estuvo increíble…

Intento recuperar el aire y lo miro extrañada. —¿Por qué estas increíblemente bueno y dejarte pasar sería un pecado? — respondo con una pregunta y río —no sé... creo que eres el tipo de hombre del cual yo no podría enamorarme nunca y tú simplemente no te enamorarás... es perfecto… conveniente si quieres llamarlo así.— explico.

—¿Así que estoy bueno? — me pregunta imitando mis palabras y ríe.

—Increíblemente bueno. — corrijo con una amplia sonrisa y llevo mi dedo índice por todo su torso.

—Pues, tú también estas muy buena...— me dice con una media sonrisa de esas sexys que da él y lleva su dedo índice de mi cuello a mi abdomen pasando por el valle de mis pechos.

—¿Ves? es perfecto...— comento.

—Demasiado...— añade.

—Almorcemos mejor, antes de que la comida quede inservible. — propongo.

—Vale...— accede y rio porque esa palabra me sigue pareciendo como si llamara a alguien y no como si dijese “está bien.

Me visto rápidamente al igual que lo hace él, después termino de preparar la comida y la sirvo.

—¿Quieres? — pregunta mostrándome la botella de vino.

—¡Mi favorito! — digo emocionada al ver la etiqueta que dice "Moscato D'Asti"

—Lo sé...para mi gusto es muy dulce, pero a ti te gusta y eso está bien. — comenta y me sirve una copa para luego dármela.

—Que considerado...— bromeo y me siento en la silla que está enfrente de la que está él.

—Para que veas... No como tú que no me habías contado lo de tu novio. — se queja un poco serio y encojo mis hombros.

—Lo siento, es algo de lo que no me gusta hablar, por eso no te lo había dicho. — explico.

—A mí tampoco me gusta hablar de cómo mi ex me dejo plantado en el altar, pero te lo conté. — se defiende.

—Somos dos corazones rotos...— murmuro.

—Eso parece...—

—¿Tu tenías premeditado pedirme lo que me pediste anoche? — cuestiono sin rodeos y el ríe.

—Sabía que me lo preguntarías... — responde y ríe — no, la verdad que no… en realidad creí que eras una monja o algo así... en un mes no te vi traer ni a un hombre a este lugar, pero me sacaste de dudas anoche en el bar. — confiesa.

«¿Creyó que era una monja? Que equivocado que esta...»

—Y yo que creía que era la única que prejuzgaba aquí llamándote mujeriego...— me quejo.

—Es que siempre tan seria... tan buena chica... Además, tenía miedo de cagarla si te pedía algo así. — añade.

—¿O sea que si te gustaba como mujer? — pregunto firme.

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