Mi Vecino, el Mujeriego romance Capítulo 8

—Es hora que te vayas a tu piso...— le digo una vez que noto que se está quedando dormido.

Él abre un poco sus ojos y me mira sin entender. —¿Qué? — me pregunta confundido.

—“Follar” como le dicen ustedes acá, está bien, pero dormir juntos no lo creo...— respondo y aunque no lo sepa, lo hago por nuestro propio bien.

—¿De verdad? — cuestiona y me mira de manera extraña.

—Si, dale vete...— insisto y lo empujo para que se levante de la cama.

Finalmente él ríe y se levanta de la cama.

—¿Así será esto? — pregunta mientras se coloca el bóxer.

—Fuiste tú quien lo propuso, solo sexo, y dormir juntos no es necesariamente parte de eso… vamos anda...— insisto mientras me acomodo en mi cama para dormir cómodamente y me cubro con la sabana.

—Vaya... sí que te tomas las cosas de manera literal. — bromea.

—Y no sabes cuánto, hasta mañana Bru…— intento decir, pero, me toma por sorpresa cuando antes de irse se acerca a mí y muerde mi cuello. —¡Hey!— me quejo y solo ríe mientras va saliendo de mi habitación.

No sé si hago bien en involucrarme con él de esta manera. Es mi vecino... nos habíamos convertido en buenos amigos… pero también tengo que admitir que está demasiado bueno como para dejarlo pasar. «Olvídate Roció, no pienses tanto y disfruta.» pienso y me termino de acomodar para dormir, aunque sea unas pocas horas ya que son más de las cuatro de la mañana. Afortunadamente, mañana es domingo y no tengo trabajar.

[...]

12:45PM, eso es lo que marca el reloj, con muy pocas ganas, me levanto de la cama y comienzo el día, o, mejor dicho, lo que queda de el. Me ducho, me cambio, y voy a la cocina para cocinarme algo.

Estoy muy entretenida en mi tarea cuando tocan el timbre. Al ir a la puerta y abrir, me lo encuentro a él mirándome fijamente de pies a cabeza. —hola, ¿puedo entrar o esto tampoco está en el trato? — cuestiona con una media sonrisa.

Sonrió tímidamente y le abro un poco más la puerta —supongo que podemos seguir con todo esto...— digo mientras entra a mi departamento.

—No quiero perder a mí a amiga. — comenta dejando la botella de vino sobre la mesa como todos los domingos que almorzamos juntos.

—Ni yo, solo que no sé cómo llevar esto ahora... Lo que quiero decir, es que, si tuve relaciones así antes, pero no eran mis amigos, ¿me explico? — pregunto enredándome en mis propias palabras.

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