Miserable Matrimonio (COMPLETO) romance Capítulo 20

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Todos Londres solo sabe hablar del esperado baile de los duques de Agnes, las madres ambiciosas solamente salen para ir a la sastrería de la Sra. Jayson por nuevos y hermosos vestidos, esos que lucirán junto a una máscara en la tan esperada noche del baile. Esperamos ver también al conde de Hamilton, padre de la duquesa de Agnes, que por cierto ha pasado todo un año fuera de Londres y a mis oidos llegaron los rumores de que esta en Londres. Solo quisiera saber cuál sería la relación emtre padre e hija actualmente, ya que para nadie es un secreto que el conde no era muy  afectuoso con su hija.

Revista de sociedad de Lady Kennt.

Liviana estaba nerviosa ¿Y cómo no? Su padre estaba por llegar, le habían avisado que el barco donde viajaba su padre acababa de llegar a Londres, por lo que había enviado uno de los carruajes por él. Jayne y su nana estaban ahí con ella. La Sra. Parker había llegado hace unos días de su pueblo natal, donde vive su hermana, quién está un poco delicada de salud. Marcus había salido a resolver algunos negocios con sus amigos, también estaba el asunto del baile, solo faltaban dos semanas para que este se celebrara, y todavía tenía algunos asuntos por resolver, como la orquesta que tocaría esa noche y la decoración perfecta para el tema, que sería de máscaras, las invitaciones ya fueron enviadas y sabía que todo Londres esperaba el gran baile de los nuevos duques de Agnes, según la revista de Lady Kennt.  Además de saber que la reputación de ellos no era la mejor, dado los acontecimientos de Marcus y Lady Emma, quienes eran vistos  muy juntos en todos los eventos.

—Liviana tranquilízate. — dijo Jayne sentada en uno de los sillones con un libro en sus manos —  Tu padre no puede notar tu nerviosismo.

—Lady Jayne tiene  razón mi niña, tiene que darse cuenta de que ya no eres una niña, y que no puede tratarte como lo hacía antes, ahora eres una mujer casada, además de ser la Duquesa de Agnes. – señaló su nana —

—¿Y si él no quiere mi ayuda? – dijo ella dubitativa —

—Tiene que aceptarla, eres su única hija, y sin contar que no tiene más parientes que no sea tu primo Nicholas. — respondió la Sra. Parker—

—¿Mi primo sigue viviendo en Francia?

—No lo sé, el joven Nicholas es un ave sin rumbo. — dijo su nana —

—No sabía que tenías un primo. — Dijo Jayne dejando su lectura de lado para integrarse nuevamente a la conversación—

—Sí, Nicholas es hijo de la hermana de mi padre, que vive en Francia, él llegó a pasar varios veranos aquí con nosotros, pero  hace mucho no nos vemos.  El condado pasará a él por derecho, mi padre al no tener más hijos, y ser yo la única que tuvo… — Liviana se encogió de hombros —

—Entiendo ¿y el padre de Nicholas no tiene un título que pueda heredar también? — preguntó Jayne —

—No, el esposo de mi tía es un comerciante muy reconocido en Francia.  —respondió Liviana —

—Excelencia. — Llama la Sra. Rose y Liviana puso  su atención en ella — El carruaje que envió en busca de su padre está afuera.

—Oh claro, gracias. — dijo Liviana levantándose de su lugar junto con su nana y Jayne, quienes la siguieron hasta la puerta de la residencia —

Liviana podía ver el carruaje parado frente a ella, hizo una seña para que abrieran la puerta y el lacayo así lo hizo, dentro pudo ver la silueta de un hombre con barba y cabellos canosos, le costó reconocer que ese hombre era su padre, aquel que siempre estaba impecable.

El conde solo la miró sin decir nada, y sin dar a conocer lo sorprendido que estaba por ver a su hija hecha toda una mujer, ya no parecía ser aquella niña que no soportaba dentro de su casa, pero muy dentro de él, tuvo que reconocer que estaba feliz por volver a ver a su hija. Liviana caminó hacia el carruaje quedando muy cerca.

—Padre… — habló Liviana con miedo a que él la fuera a rechazar, como tantas veces lo había hecho. Miró al mozo de cuadras—Trae a más hombres para que ayuden a mi padre a instalarse.

El hombre salió en busca de más ayuda, sabía  cual era el problema de su padre, en otra carta enviada por el mismo Mauricio Pillar, amigo de su padre, le había comentado que tras el accidente este había perdido la movilidad de sus piernas, eran pocas las probabilidades de que volviera a caminar, y más que nunca sabía que necesitaba de su ayuda. Pocos segundos habían pasados cuando el mozo de cuadras había aparecido con dos hombres más, entre los tres lo ayudaron a instalarse en la habitación escogida para él, donde pasaría un buen tiempo. Al quedar solos en la habitación, Liviana decidió hablar.

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