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Ayer en la noche, la duquesa de Agnes fue vista saliendo de su residencia con muchos baúles, y todos saben lo que guardamos en ellos. Y no creo que la duquesa vaya a salir de viaje, y más cuando su ubicación actual es la residencia Hamilton. ¿Qué habrá pasado entre los duques?
Revista de sociedad de Lady Kennt
Marcus salió muy temprano rumbo a la residencia Hamilton, tenía urgencia de ver y pedirle perdón a Liviana por ser tan idiota al no haberla escuchado. Solo esperaba que ella lo aceptara. Al llegar a la residencia del conde, fue atendido por el mayordomo.
—Necesito hablar con mi esposa. — dijo Marcus seriamente — Ahora.
—Ahora no será posible excelencia. — respondió el mayordomo con toda educación y lentitud —
—¿Se puede saber por qué no puedo ver a Mi esposa?
—Porque en estos momentos Milady duerme.
—En todo caso esperaré entonces. — Marcus al ver que el mayordomo no se movía lo miró acusatoriamente esperando su reacción — No me iré de aquí sin haber visto a mi esposa, necesito hablar con ella.
Y sin más entró a la residencia, sin ser guiado por nadie ingresó al salón donde esperaban las visitas.
El mayordomo no podía creer el descaro y la falta de respeto del duque, no podía invadir la propiedad del conde de esa manera, no sin ser invitado. Así que decidió avisarle a Liviana.
—Sr. Finn, ¿quién era? — preguntó Jayne —
—Es el esposo de Lady Liviana. Dice que quiera verla y no se irá de aquí hasta lograrlo.
Jayne rodó los ojos.
—Bien, yo le avisaré. — dijo y el mayordomo asintió, hizo una reverencia y se fue —
Jayne fue a la habitación de Liviana, no sin antes ordenarle a Lizzy que le trajera el desayuno, Liviana tenía que saber que su insufrible esposo la esperaba con urgencia.
—¿Liviana estas despierta?— tocó la puerta y escuchó un pasa — Buenos días.
—Buenos días.
—Envié a Lizzy por tu desayuno. ¿Cómo dormiste?— preguntó Jayne y Liviana hizo una mueca —
—No muy bien que digamos, y no tengo hambre.
—Pero tienes que comer, por el bien de tu bebé. — dijo Jayne — Además, tienes que tener fuerzas para enfrentar a tu esposo.
—¿Marcus?
—¿Acaso tienes otro esposo? — Liviana miró mal a Jayne y esta sonrió —Él está abajo esperando por ti.
¿Qué hacía Marcus aquí? Ella no lo quería ver, no después de la humillación que le hizo pasar la noche anterior frente a todos los empleados y aún más frente a Emma.
—Entonces que se retire porque no bajaré. — respondió Liviana muy seria y decidida—
Marcus le había hecho mucho daño, ya no quería seguir sufriendo, tenía que cuidar de ella y de su bebé.
—No será muy fácil despacharlo, te espera y dice que no se irá hasta hablar contigo. — dijo Jayne dejando a Liviana sorprendida —
—¿En serio?
—Ajá…
—No sé, dile a alguien, a un mozo que lo saque, no lo quiero ver, dile que estoy indispuesta.
—Está bien, haré lo posible.
Jayne salió de la habitación de Liviana y ordenó a Lizzy, que traía el desayuno de Liviana, que encontrara dos mozos que la ayudaran a sacar a Marcus de ahí. Lizzy hizo exactamente lo que se le ordenó, fue directo a las caballerizas donde se encontraban los trabajadores más fuertes de la residencia. Avisó a dos de ellos y los llevó con ella hasta el salón donde se encontraba Marcus, y pidió que la esperaran afuera. Al entrar, Marcus se levantó del sillón y camino hasta ella.
—¿Y mi esposa? — preguntó —
—Milady está algo indispuesta esta mañana, y no quiere visitas. Me ha pedido que le dijese que se fuera.
—Ya dije que no me iré sin ver a mi esposa, y más ahora que está indispuesta. — dijo Marcus sin intención de retirarse —
—Y yo he dicho excelencia, que Milady no quiere recibirlo, si es tan educado por favor, retírese.
—¡NO! ¡Quiero hablar con mi esposa! — caminó directo a la puerta, pero al abrirla se encontró con dos fuertes y grandes hombres que impedían su paso — ¡Apartaos!
Pero ninguno de los dos hombres se movieron, Marcus impulsado por la rabia y la desesperación los empujó lejos para ir a la habitación de Liviana, pero fue detenido por los hombres que ya había apartado de su camino, los tres forcejeaban, Marcus quería liberarse de los brazos que impedían ver a su esposa.
—¡Marcus! — todos se detuvieron cuando escucharon el grito, Marcus miró a la mujer que baja las escaleras mientras arreglaba su costoso traje —
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