Miserable Matrimonio (COMPLETO) romance Capítulo 47

Marcus miraba el reloj de torre que adornada la sala, había perdido la cuenta de cuantas veces lo había mirado los últimos tres días.

El tiempo no pasaba, pero las agujas del reloj se movían.

La residencia estaba sumida en un lúgubre silencio, nadie se atrevía a hablar, la servidumbre solo llevaba bandejas de aquí para allá, pero no decían palabra alguna respetando el dolor de la familia.

Las pisadas de los zapatos se escucharon, avisando que alguien se acercaba.

—Al fin se durmieron. — dijo Jayne llegando a la sala junto a Lady Lilian, esta última había llegado junto a su esposo esa misma mañana, preocupada por Liviana y sus nietos —

—Deberías de verlos, Marcus. Son tus hijos. — dijo su madre —

Marcus asintió dándole la razón a su madre, en los últimos tres días solo había hablado lo necesario.

—Excelencia, el médico ha llegado. — dijo una de las empleadas de la residencia —

El médico llegó a la sala y sintió escalofríos al sentir la tensión del lugar.

—Buenas tardes. — saludó el médico —

—Lo esperaba más temprano. — dijo Marcus seriamente —

—Lo siento excelencia, pero su esposa no es mi única paciente.

—Lo entiendo, subamos. — Marcus y el médico subieron las escaleras dejando a todos los demás en la sala, al llegar a la habitación de Liviana, Marcus dudó, cada vez que veía a Liviana recostada en la cama con los ojos cerrados luchando por sobrevivir, era como ir y venir del mismo infierno —

Dejó que el médico entrara primero, él lo siguió cerrando la puerta detrás de él, vio a sus hijos, cada uno en sus cunas y era la imagen más hermosa, sonrió tiernamente, estaría más feliz si Liviana estuviera ahí con él.  Se acercó a las cunas mientras el médico revisaba a su mujer. Miró a su pequeña hija que dormía plácidamente, el médico le contó que casi la perdían en el parto, por eso habían tardado tanto. Le acarició su suave mejilla y sintió como ella se removió con su caricia. Era realmente hermosa, luego pasó a ver a su hijo, este tenía los ojos abiertos inspeccionando todo a su alrededor.

—Miren quien está despierto, otra vez. — susurró Marcus mientras lo tomaba en sus brazos — ¿Extrañas a mamá, verdad? Yo igual. Pero tenemos que esperar que despierte, está muy débil aún.

El pequeño lo miraba curioso, Marcus le sonrió y el bebé hizo lo mismo, era muy parecido a Liviana, sus ojos eran del mismo color turquesa, su cabello oscuro, y al verlo sonreír, era como ver la sonrisa de su esposa. Marcus lo volvió a colocar en su cuna, no sin antes darle un tierno beso en la cien.

—No despiertes a tu hermanita, — volvió a susurrar y el niño volvió a reír, era una sonrisa traviesa, dando a entender que tenía muchas travesuras por hacer — veo que serás muy retozón.

—Entonces será igual que su padre. — escuchó a su madre detrás de él — Son hermosos, Marcus. Y veo que serás un gran padre con ellos.

—Ya… — fue lo único que dijo Marcus antes de prestar atención al médico — ¿Cómo la encuentra doctor?

—Aún está débil, la pérdida de sangre fue mucha, sin contar que tuvo a dos bebes y que el parto fue adelantado.  Estoy sorprendido de la fortaleza de su esposa y sus ganas de vivir. Esto no lo soportan todas las mujeres. Solo nos queda tener fe para que despierte pronto.

¡¿Fe?! Él ya la había perdido.

—Muchas gracias, doctor. — dijo Marcus — Madre, ¿podrías acompáñalo? Me quedaré un rato.

Lady Lilian asintió y el médico se despidió de Marcus dejándolo solo. La habitación estaba medio alumbrada gracias a una pequeña lámpara de gas sobre la mesita y el fuego de la chimenea, las cortinas habían sido corridas cubriendo las ventanas. Se acercó a Liviana, mirándola desde su posición, su cabello oscuro yacía extendido sobre la almohada, su piel estaba pálida, apenas sin vida por la pérdida de sangre, incluso sus labios habían dejado de tener ese color rosado que tanto le gustaba. Y sin embargo, le parecía la mujer más bella, tan hermosa que lo dejaba sin aliento.

Se sentó junto a ella tomado su mano y aferradora a él en un intento de darle algo de su calor. Liviana era fuerte, se lo estaba demostrando luchando por su vida, luchando para estar junto a él y sus hijos. 

Al cabo de un rato se recostó junto a ella como había hecho las últimas noches, abrazándola hundió su rostro en el cabello de ella, quería sentir su olor, sentir su cuerpo y calentarlo, pero también quería sentir el latido de su corazón, cerciorarse de que estaba ahí, y que solo dormía.

De pronto sintió como ese órgano que hasta hace un momento latía pausadamente dejó de hacer su trabajo, se incorporó con el ceño fruncido, acercó su cabeza a su pecho y no sintió nada, era como si… hubiera muerto.

Pero no podía ser cierto, Liviana era una luchadora, ella despertaría y vivirían felices, sí, ese sería su final feliz.

—Liviana despierta… por favor Liviana.

Suplicó, pero solo podía ver el cuerpo de Liviana sin vida junto él, en ese mismo instante los gritos de sus hijos se hicieron escuchar haciendo de su tormento aún más sombrío.

—¡NO! No puedes dejarme, Liviana, ¡LIVIANA!

Con un fuerte jadeo, Marcus abrió los ojos al mismo tiempo que se sentaba en la cama, Miró la habitación en la que se encontraba, aún era de día. Al parecer estaba tan cansado que  de solo recostarse se había dormido… ¿Por cuánto tiempo?

Pero esa horrible pesadilla lo había despertado, otra vez, no había noche que no soñara con lo mismo y despertara de igual forma. Pero esa había sido tan real, ver y sentir a Liviana, y luego tenerla muerta entre sus brazos…

Decidió no pensar en eso.

Ya cinco días y Liviana no despertaba, el médico puso de plazo hasta hoy, era el tiempo máximo que podía pasar inconsciente.

—¡Marcus! ¡Marcus! — llamaron a la puerta de la habitación y reconoció a Jayne — ¡Marcus! ¡Liviana ha despertado!

Al escuchar las últimas palabras corrió con velocidad hasta abrir la puerta llevándose una pequeña mesita por el camino.

—¿Despertó? ¿No estás mintiendo Jayne?

—¡Claro que no estoy mintiendo! ¡Pero corre! El médico dice que puede volver a dormir, pero que lo peor ya pasó, solo tiene que descansar un poco más…

Marcus no dejó que terminara de hablar y se mandó a correr hasta la habitación donde descansaba Liviana, todos estaban ahí reunidos, esperando por él.

—Vamos, dejémoslos solos. — dijo Lady Lilian y todos se fueron dispersando— 

Cuando Marcus entró a la habitación y vio a Liviana despierta pensó que estaba soñando de nuevo, pero este era el mejor sueño que había tenido en días.

Marcus se acercó hasta sentarse a un lado de la cama muy cerca de ella, tomó sus manos y la llevó a sus labios sintiendo la suavidad de su piel y la besó con eterna ternura.

Estaba débil, cansada, pálida y viva, ¡por Dios, estaba viva!

—Hola… — saludó ella con voz ronca —

—Hola preciosa. — respondió él con los ojos brillando de felicidad, deseaba decirle tantas cosas, pero en ese momento no tenía las fuerzas, con tan solo verla ahí era suficiente   — ¿Cómo te sientes?

—Muy cansada. — respondió Liviana, y Marcus no pudo resistirse a besarla suavemente, la había extrañado horrores — ¿Y nuestros bebés?

Liviana buscó en la habitación hasta que sus ojos se detuvieron en las cunas.

—Estaban dando mucha guerra, — dijo Marcus acercándose a las cunas, sus hijos estaban despiertos — querían a su mamá.

—Quiero verlos, solo los vi una sola vez. — dijo Liviana —

Marcus sonrió y tomó a su pequeña primero, ella tenía los mismos ojos que él, su cabello era oscuro como el de Liviana, y sus cachetes regordetes y rojos.

—Aquí está esta pequeña, es más tranquila que su hermano, pero daba sus guerras, y más cuando había que alimentarla.

—Hola, mi amor, mami está aquí y ya no irá a ninguna parte. — dijo Liviana y Marcus solo esperaba que fuera así, fue  a por su otro hijo y lo llevó con Liviana — Pero que hermoso varón he traído a este mundo, solo mira sus ojos, son iguales que los míos.

—Veo que alguien ya tiene un favorito…— dijo Marcus —

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