¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 6

Después de que Eduardo terminó de hablar, miró en la dirección donde Mateo se fue. Al ver eso, Rosaría se quedaba aturdida instantáneamente.

-Eres un chico, ¿por qué a ti te importa si otros hombres son guapos o no? Vamos -ella dijo.

Luego, se inclinó y lo recogió.

Al ver que ella obviamente no estaba dispuesta a hablar con él, Eduardo estaba un poco angustiado.

Extendió su pequeño brazo y lo envolvió alrededor del cuello de Rosaría, diciendo con sonrisa -Solo quiero encontrar una buena pareja para mamá -

Al oír sus palabras, ella le dijo -Pequeñito, no te preocupes por los adultos. Le pediré a Lidia que te registre en la escuela infantil cuando vuelvas. Estudia allí tranquilamente. De todas maneras, estoy segura de que Lidia te cuidaré bien -

Luego, ella abrazó a Eduardo y salió, pero sus manos temblaron un poco.

Ella no entendía por qué Eduardo creía que Mateo era guapo en este momento.

Su hijo parecía mucho a Mateo, Eduardo tenía una buena impresión hacia él por un vistazo, lo que hizo que Rosaría se preocupara poco.

Pero Eduardo era su hijo al que había sufrido mucho para dar a luz, y no tenía nada que ver con Mateo.

Ella nunca permitiría que él le arrebatara al chico.

La expresión de Rosaría estaba llena de determinación. No obstante, ella no dio cuenta de que Eduardo la miró con preocupación y angustia.

Aunque era pequeño, sabía que cada vez su mamá fue despertada por la pesadilla. Él no sabía lo que Mateo le había hecho a ella, pero si ella no dijo nada y no quería que lo supiera, él fingió que no lo sabía. Sin embargo, ya tenía un plan para conseguir justicia para mamá.

Después, ellos salieron del aeropuerto con sus propios pensamientos.

Rosaría cogió un taxi y llevó directamente a Eduardo a la residencia de Lidia.

Habían pasado cinco años, pero ella todavía vivía en el mismo lugar, y las llaves también estaban en el mismo sitio.

Ella sacó la llave y abrió la puerta. Luego, llevó a Eduardo adentro.

Este fue un apartamento que componía de tres dormitorios. El piso no era grande, pero estaba decorada muy cómoda.

Eduardo lo miró brevemente y preguntó en voz baja -Mamá, ¿dónde está tu habitación? -

-El segundo a la derecha. Solía vivir en esa habitación -ella contestó.

Luego, Rosaría sonrió ligeramente.

Ella y Lidia Sánchez eran compañeras de clase de la universidad y buenas amigas. Cuando fue intimidada por su madrastra, Lidia siempre la acogió. Así que siempre vivía aquí como si fuera su propia casa.

Después de saber dónde estaba su dormitorio, Eduardo arrastró su maleta y entró en la habitación de Rosaría.

Había las fotos de Rosaría cuando era joven, pero él no la reconoció. Desde que abrió los ojos, lo que vio fue su apariencia actual. Pero cuando ella las vio, sus ojos se volvían rojos.

Era un rostro menos hermoso que lo era ahora, pero lleno de alegría y juventud. Ahora, esta cara nunca volvería a aparecer lo que había antes.

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