Papá, quiero que sea mi mamá romance Capítulo 27

Los vehículos pasaban a la velocidad del rayo a ambos lados de la carretera. La lámpara incandescente estaba allí, iluminando el camino por delante. Todo constituía un paisaje maravilloso, que quedó grabado en la mente de Julieta durante mucho tiempo.

Desde que regresó a su país natal, nunca había experimentado un estado de ánimo tan alegre.

—Gracias. —Julieta se quitó el casco y se revolvió la larga melena, guiñando un ojo a Hector.

Aunque perdiera este partido, estaba contenta. Así que tenía que agradecer a él.

—Vamos, es tarde.

Hector cambió inmediatamente a un estilo ascético de élite, como si la persona que acababa de conducir el coche de carreras de forma desenfrenada no existiera.

Julieta se rió y bromeó con él:

—No esperaba que el Presidente Velázquez también fuera en moto. ¡Nunca lo había pensado!

—Como hemos hecho una apuesta, tienes que aceptar perder. Ya lo has prometido. No puedes negar —dijo Hector y miró de reojo a Julieta.

Hector había estado mirando a Julieta con sus hermosos ojos, junto con su voz profunda y agradable. Y Julieta inmediatamente le palmeó el pecho con ambición y le dijo:

—Tengan la seguridad de que nunca pierdo mi cuenta. Puedes obligarme a hacer lo que quieras. Haré cualquier cosa mientras no sea un asesinato o un robo.

—No te preocupes, mantendré este deseo primero.

Hector también se sorprendió un poco al ver a Julieta tan emocionada. Y la sonrisa en su boca nunca había desaparecido. Seguía siendo la misma que antes. Pero había crecido y había aprendido a cubrirse. Cuando estaba realmente feliz, seguiría olvidando su disfraz y mostraría su infantilismo.

—¿Cómo sabes que hay una pista de carreras aquí? Por supuesto, te has gastado un montón de dinero viniendo a altas horas de la noche y dejando que otra persona encienda las luces. —Tras ceder a la indulgencia, Julieta tiene que enfrentarse a un problema muy serio, el del dinero.

—Esta es la pista de carreras de Guillermo. El precio no está claro —respondió Hector a todas las preguntas.

—¡Capitalismo abominable! —Al escuchar sus palabras de forma tan casual, Julieta apretó los dientes.

Cuando era niña, creció en un pequeño pueblo de montaña, y después de volver con la familia Montes, sintió que esta familia ya era muy poderosa, que vivía en una gran casa y se alejaba. Pero cuando entró en contacto con Hector, comprendió lo que es la vida real de los ricos.

Aunque la familia Montes quiera tanto a Mónica, no iba a comprar un estadio por su gusto. Ese pista sólo para jugar en su tiempo libre, y por lo general no había ningún beneficio.

—La señora Julieta también podría ser una de las ricas —dijo Hector con seriedad.

—No importa, sigo siendo más adecuada para ser una pobre clase explotada —se rió Julieta.

Cuando los dos regresaron al Barrio Lujo, ya era tarde en la noche. Después de este incidente, Julieta ya no fue tan comedida frente a Hector. El ambiente entre los dos se volvía cada vez más armonioso, sobre todo cuando Hector miraba a Julieta con sus ojos como estrella. Julieta siempre sintió que se ahogaría allí.

Cuando Hector acabó de parar bien el coche, Julieta salió corriendo del coche a toda prisa:

—Voy a volver a descansar. Buenas noches.

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