PECADO DEL DESEO romance Capítulo 19

En este momento me doy cuenta de que siempre estaré sola y que nadie estará de mi lado. Solo soy un juguete de Clyde, ¡o quizás peor que eso!

Salgo del autobús con mi equipaje bajo la mirada de todos, los pasajeros me señalan y susurran. El sol arde en mi cuerpo, y me mareo. ¿Y qué? El mareo no es nada en comparación con mi tristeza.

En lugar de llevarme de regreso a la casa de los Santalla, me llevan directamente al apartamento.

El apartamento que Clyde me ha recompensado ahora es su espacio para interrogarme.

Entro y alguien cierre la puerta de un portazo por detrás.

Estoy aterrada, solo quedamos Clyde y yo en el enorme espacio. Toda la casa surmerge en el silencio sepulcral y casi puedo escuchar los latidos irregulares de mi corazón.

El hombre se sienta en el sofá del salón sin mirarme. Sigue llevando la camisa y los pantalones negros que suele ponerse. Puedo sentir su aura cruel con solo ver su espalda.

Mis piernas tensas me impiden mover.

Después de mucho tiempo, se pone de pie, me mira y esboza una sonrisa.

Me estremezco y retrocedo instintivamente, pero él no viene a mí sino a la habitación iluminada… Después de un rato, escucho ruidos desde arriba, que me da más miedo.

Me armo de valor para ir a esa habitación de cristal pero lo que llego a ver es todo un desastre.

Todo el cristal está en pedazos. ¡El sol no caerá jamás a este lugar!

Las plantas están tiradas por ahí y los jacintos que acaban de florecer están dobladas y sus pétalos están manchados de barro.

Ese columpio de ratán… no puede estar más destrozado.

Me quedo boquiabierta viendo todo esto, luego muestro una sonrisa desesperada. Por otro lado, Clyde está en medio del desastre, como un guerrero invencible, con desprecio en sus ojos y una sonrisa frenética en su rostro.

Lo ha destruido adrede delante de mí porque sabe que me gusta este sitio. ¡Cómo no! Destrozar lo que me gusta con sus propias manos ha sido siempre su forma de castigarme.

El sudor frío moja mi espalda, y mi corazón siente un inmenso vacío. Mis piernas no tienen fuerzas y apenas me puedo quedar de pie, así que me apoyo contra la pared para no caerme.

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