PECADO DEL DESEO romance Capítulo 22

Al ver esta escena, grito con espanto.

Clyde está a mi lado también con cara de atónito, y sus manos siguen con la postura que acaba de empujar a Kenneth.

Corro desesperadamente escaleras abajo y me arrodillo al lado de Kenneth. Clyde también se acerca con intención de levantarlo, pero lloro y grito como loca, negando a que lo toque. Abrazo a Kenneth con fuerza en mis brazos y miro a Clyde con recelo.

Clyde lo intenta varias veces de nuevo, pero recibe mis rasguños en su mano, y finalmente ruge:

—¡Selena, déjamelo a mí!

Mi cuerpo se pone rígido, una sensación de miedo me invade, me quedo embobada y lo miro.

—¡Si no quieras que muera él, déjamelo a mí! —Clyde respira hondo y rompe las mangas de su camisa para vendar la herida de Kenneth.

—¡Ve a presionar el ascensor! —me grita.

En este momento, no tengo más remedio que escucharlo.

Él baja corriendo con Kenneth en brazos y conduce hasta el hospital lo más rápido posible, saltando muchos semáforos rojos en el camino.

Estoy sentada fuera de la sala de emergencias aturdida, como si me hubieran vaciado por completo. Me acurruco en una bola, porque solo así puedo darme una sensación de seguridad. Muerdo mis dedos hasta hacerme heridas. El sabor a sangre fluye en mi boca, pero no me entero.

Parece que he perdido el sentido y la consciencia. Si le pasa algo a Kenneth, perderé la felicidad de mi vida.

—¡No es el fin del mundo, no es necesario que te pongas así! —Me palmea la mano.

Clyde me mira con severidad, en su mirada gélida parece hay alguna mezcla de amor y odio ahí.

—Kenneth estará bien —suelta con frialdad—. Deja de poner esa cara de tristeza.

Lo miro, solo siento que la ironía de la vida está superando lo que puedo soportar.

—¿Qué haces aquí todavía? —pregunto con sonrisa amarga—. ¡Si le pasa algo a Kenneth, tú tienes toda la culpa!

—Clyde, ¿qué diablos hice mal? —Sostengo mi cabeza con dolor.

Lo raro es que las escenas que ahora mismo pasan en mi mente son todas relacionadas con este hombre: de cuando me tortura, de cuando me posee…

Más tarde me doy cuenta de que Clyde es alguna especie de veneno, Una vez tomada a lo que me enfrento es la muerte, pero es una adicción que no consigo quitármela.

Clyde se inclina poniendo las manos a ambos lados de mi silla, su nariz casi toca mi frente. Y siento que su aliento caliente roza mi cara.

—¡Has hecho mal muchas cosas, demasiadas! —me contesta ferozmente.

—Has metido la pata desde el principio… No deberías haberte venido a la familia Santalla, no deberías haber ocultado lo que pasó en ese entonces, ¡deberías haberme admitido honestamente que mataste a mi hermana! ¡No deberías soñar con ser la sustituta de mi hermana, ni disfrutar de todo lo que le pertenecía, y tampoco haberte casado con Kenneth!

—Sobre todo… ¡no deberías haberme mentido!

Sus ojos son tan severos y feroces como dos cuchillos que apuñalan mi corazón.

—Selena, ¿por qué me mentiste? —Aprieta mis hombros con ambas manos, casi rompe mis omóplatos— ¿Por qué has dicho que estabas embarazada de mi hijo? ¿Sabes cuando dijiste que estabas embarazada, yo estaba...?

Clyde hace una pausa, no continua.

La ternura y la lástima que fugazmente ha aparecido en sus ojos desaparecen. Creo que esta es probablemente otra de mis alucinaciones.

Los médicos alguna vez habían dicho que cuando las personas están bajo mucha presión, inevitablemente tienen alucinaciones poco realistas. Tal vez soy así, ¡me estoy volviendo loca con las torturas de Clyde!

Pero realmente me gustaría saber lo que viene después de «¿yo estaba?».

¿Lo feliz que estaba? ¿Lo contento que estaba?

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: PECADO DEL DESEO