PECADO DEL DESEO romance Capítulo 76

—¡Déjala ir! Dámela a mí.

Me sorprendo y lo miro fijamente.

Clyde se acerca, sus ojos son profundos, su hombro todavía me da una sensación de seguridad sin igual.

Me abraza de nuevo.

Él me mantiene detrás de su brazo, su voz es muy ligera, pero con fuerza,

—¿Quién se atreve a tocar a mi mujer?

—Señor Clyde, es que...

El doctor se adelanta para explicar, pero cuando encuentra un par de ojos en Clyde, retrocede automáticamente.

Todos ya se quedan callados.

Clyde me levanta y me saca del hospital bajo los ojos del público.

Todo parece un sueño. Mis oídos están pegados a su pecho, y solo el latido del corazón es real. Cierro los ojos con las manos apretadas alrededor de su cuello, me temo que este sueño se despierta, y él desaparece de nuevo.

—No tengas miedo —me susurra al oído—, Selena, te llevaré a casa.

Regresamos al departamento de nuevo.

Clyde me pone suavemente en la cama y va a la cocina a comer, no pienso nada, sino miro el techo sin moverme.

¡Creo que es malo, no traigo una botella de medicina!

¿Qué debo hacer cuando quiero dormir? ¿Qué debo hacer cuando estoy emocionalmente inestable?

Los pasos de Clyde se acercan. Él entra llevando un plato de gachas y un plato de verduras, me dice en tono suave,

—Come algo primero.

Me levanto, mirando al alrededor inquieta.

—Deja de comer esos medicamentos —él dice—, esos medicamentos tranquilizadores en realidad contienen ingredientes hipnóticos, y en caso de que causes dependencia a las drogas, ¡estarás en problemas por el resto de tu vida!

Me siento agraviada, las lágrimas caen involuntariamente.

—Selena —él toma mi mano y dice—, espero que estés bien.

Es ridículo, ¿puedo estar bien? Ahora todo el mundo sabe que soy la mujer viciosa que mata a su propio padre.

Y todo el mundo sabe que la persona que amo pronto se casará con otra mujer.

Mi vida es superflua.

—Selena —Clyde acaricia suavemente la mano mía y dice—, me siento lastima por ti.

—No estés triste —sonrío y me limpio las lágrimas diciendo—, Clyde, de hecho, era imposible para mí estar contigo. Mi padre mató a tu hermana y secuestró a tu prometida. También te lastimó, lo maté. Con tantos obstáculos entre nosotros, ¿cómo podemos estar juntos?

Mi cerebro nunca ha estado tan despierto.

—Ya es mi memoria más preciada para mí poder vivir contigo en Etiopía por más de un mes —yo digo con una sonrisa.

Levanto la mano para tocarle la cara. Todavía hay moretones en su rostro, y la herida en la parte inferior del abdomen debería ser más grave... Esto es todo culpa mía. Si no sea la hija de Ernesto, si no me conozca, no será así.

—Clyde, realmente... Realmente me gustas.

Finalmente me revisto de valor a confesarle.

Le sonrío y digo todo lo que quiero decir sin más carga.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: PECADO DEL DESEO