Pedido de Amor romance Capítulo 18

—Vaya, parece que sí.

Alberto se espabiló, se quitó la chaqueta, se quitó las gafas de sol y volvió a arreglar su pelo corto secado con secador contra el espejo retrovisor de la limusina para que el aspecto fuera más normal antes de mirar a Selena con una ceja levantada.

—¿Te parece?

—Está mejor.

—Bien, entonces, entremos —dijo Alberto mientras abría la puerta de la limusina y sacaba cuatro artículos de nutrición del interior.

—¿Qué más traes?

Selena estaba a punto de llevarlo al supermercado a comprar una cesta de fruta al azar, pero no esperaba que este ya estuviera preparado con anticipación.

—Queda mal si un novio conoce a su futura suegra sin traerle nada.

Alberto levantó una ceja y sonrió.

—Bien. Entonces te transferiré el dinero más tarde.

—Vaya, no hace falta, somos muy amigos.

Los dos entraron juntos en el Hospital Santo y en el camino, Alberto preguntó por los padres adoptivos de Selena, aprovechando la oportunidad para preguntar la fecha de nacimiento de Selena con la excusa de que quería averiguar más sobre Selena para no ser descubierto por su madre.

A pesar de que todo el mundo pensaba que Selena era un poco fea, Alberto sentía que Selena era simpática, abierta y no le halagaba.

Era una chica especial.

En la planta 21 de la unidad de hospitalización, Selena condujo a Alberto a la sala.

—Mamá, he llegado.

Alberto siguió a Selena y, al ver a Florencia, dejó de lado su cara donjuán y sonrió amablemente hacia Florencia.

—Buenas, me llamo Alberto, soy el novio de Selena. He vuelto de un viaje de negocios y vengo ahora a visitarle, señora.

Florencia miró a Alberto, que estaba vestido con camisa blanca, pantalones de traje, con pelo negro y corto. Era guapo, vigoroso y limpio.

—Ay, qué amables eres, chico. Venga, deja tus cosas y siéntate.

Florencia señaló el sofá y le indicó a Alberto que fuera a sentarse allí mientras ella se sentaba a su lado.

—Te llamas Alberto, ¿verdad?

—Sí, señora

En su día a día, Alberto siempre había tenido un aspecto de petimetre malvado, solía estar sentado en el sofá con las piernas cruzadas y las manos apoyadas en el respaldo como si fuera un pez gordo.

Pero aquí, frente a Florencia, se sentaba erguido con el rostro obediente como si fuera otra persona totalmente diferente.

—Eres un chico guapo y con buen carácter, ¿por qué te gusta mi hija? Tú debes ser el falso novio que mi hija contrató, ¿sí o no?

Tan lista, como la madre de Selena, descubrió enseguida la mentira.

A Selena se le aceleró el corazón, temiendo que pudiera fallar en su actuación.

—¡Qué dice usted, señora! Nunca he sido de los que juzgan un libro por su portada. Selena puede ser de aspecto mediocre, pero tiene un buen corazón y eso me encanta.

—¿De verdad?

—Claro que sí.

—¿Y habéis decidido cuándo casaros?

—Vaya, mamá, ¿cómo puedes preguntarle eso a Alberto cuando os conoces por primera vez? —Selena dijo.

—Cállate, estoy hablando con Alberto —le regañó Florencia.

Alberto miró a Selena y se frotó las manos involuntariamente, sintiendo un poco nervioso.

Era una sensación que no había tenido desde hace muchos años.

Sonrió amablemente y dijo:

—En esto, tengo que hablarlo con Selena y no tenemos prisa en el casamiento.

—Vamos, no actúes —Florencia le dio una palmadita en el hombro a Alberto—. Mi hija es demasiado “fea” para ti.

El chico que tenía delante era un hombre con talento y aunque iba vestido con ropa corriente, se notaba una aura de dignidad diferente a las personas corrientes en él a primera vista.

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