Pedido de Amor romance Capítulo 35

—Mejor no... —Selena se negó rotundamente.

Alberto la había ayudado mucho últimamente y no quería deberle más favores.

—¿Por qué? ¿No confías en mí? —dijo Alberto mientras abría la puerta de la limusina para meter el equipaje en el coche, pero Selena tirara de él hacia atrás—. ¿Qué pasa?

Alberto estaba un poco confuso por su rechazo y la miró con incredulidad.

Selena le quitó el equipaje de las manos y le dijo seria:

—Alberto, tú y yo sólo somos amigos, te agradezco y aprecio la forma en que me has cuidado últimamente. Cuando mi padre despierte, mi familia dejará la Ciudad Azul y te debo tantos favores que no puedo devolver. Así que, realmente no puedo molestarte más en el futuro.

Aunque sus padres adoptivos se recuperasen y fuesen dados de alta, Selena no abandonaría la Ciudad Azul en breve.

No quería deberle a Alberto favores una y otra vez.

La amistad consistía en ayudarse mutuamente, no en que uno ayudase constantemente al otro.

Una amistad así no estaba destinada a durar.

Las palabras de Selena dejaron a Alberto aturdido y éste no entendía qué quería decir ella con su repentino comentario.

Cuando vio que Selena se marchaba con su equipaje, fue tras ella y la agarró de la mano.

—¿Me odias tanto como otros?

Alberto era conocido en la Ciudad Azul como un dandi, un “desgraciado” y un “perdedor” en la alta sociedad.

Pero a Alberto no le molestaban las burlas y el desprecio de la gente, y hacía lo que le daba la gana.

Cuando conoció a Selena, sintió que esta chica era demasiado mediocre, pero era sincera y tenía muy buen corazón.

Poco a poco, Alberto sentía cada vez más que Selena era “como él” y la consideraba como muy buena amiga.

Por eso, el repentino comentario de Selena le hizo pensar mucho.

En ese momento, el paso de Selena se detuvo y volvió a mirar a Alberto con incredulidad.

—Yo... no quería decir eso.

Por un momento, sintió realmente algo de humildad en las palabras de Alberto.

Este no era como el arrogante y dominante señor Alberto de siempre.

—Si no es así, ¿por qué me dices esto? —Alberto agarró con fuerza la muñeca de Selena y le dijo con voz grave—. Te pedí que trabajaras en mi empresa, porque me parecías bastante interesante y quería que me hicieras compañía para que los días no fueran tan aburridos.

—¿Es así? —Selena se quedó a medias de creerlo.

—¡Pues claro! —Alberto dijo y puso los ojos en blanco.

—Peo tampoco puedo hacerlo. Como sabes, trabajé como guardia de seguridad en la noche, porque tengo que cuidar a mis padres durante el día. De lo contrario, habría buscado un trabajo adecuado. Si voy a tu empresa, no tendré tiempo para cuidarlos.

Selena entró a trabajar en el Club Nocturno por pura necesidad, en realidad, también tenía sus propios sueños.

—Estoy a cargo de mi empresa. No te preocupes por eso.

Alberto “fraternalmente” le pasó el brazo por el cuello y la llevó al asiento del copiloto, luego dejó su equipaje en el asiento trasero y le dijo:

—Me aburro todos los días, sólo tienes que divertirte conmigo. Ese es tu trabajo.

No le dio a Selena la oportunidad de hablar y cerró la puerta de golpe.

Después Alberto puso en marcha la limusina y salió del hospital.

Al dejar a Selena en su casa, Alberto recibió una llamada y se fue.

Selena se lavó en casa y luego se dispuso a limpiar su apartamento.

No obstante, le llamó su madre.

—Mamá, ¿qué pasa?

—¡Hija, tu padre... se ha despierto, está despierto...!

La madre sonrió primero con entusiasmo y luego se le entrecortó la voz al hablar.

Se derramaron lágrimas de alegría.

Selena se puso aún más emocionada.

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