PERVERSIÓN romance Capítulo 10

-Mira la hora que es -dijo mirando su reloj- mejor vamos tirando para pillar las entradas con tiempo.

Nos levantamos y fuimos a la zona de los cines donde, por suerte, encontramos una película del gusto de los dos, que disfrutamos de forma tranquila, cogiéndonos de la mano y haciéndonos arrumacos pero nada fuera de lugar.

Por suerte, las cosas parecían haberse tranquilizado algo para alivio de mi miembro que llevaba una tarde de órdago. Salimos del centro comercial pasada la medianoche, al final había sido una tarde redonda y habíamos disfrutado tanto de las situaciones como de la mutua compañía. En el coche, mientras conducía, veía de perfil a mi mujer medio recostada sobre el cristal del coche, creí que medio adormecida.

-Estás muy callado. ¿En qué piensas? -me preguntó cogiéndome por sorpresa.

-En muchas cosas -le dije sin especificar.

-¿Algo concreto? Mientras no sea en Judith en mallas…

-Ummm en eso no pensaba pero ahora que lo dices….

-Y serías capaz -dijo riéndose.

-Anda, mira la que fue a hablar -dije intentando seguir la broma que ella había empezado- la que ha cambiado el armario entero para calentar a su jefe… Fue decirlo y arrepentirme. No sabía cómo podía haberse tomado Sara aquel comentario y la miré esperando encontrármela enfadada pero todo lo contrario, me miraba entre curiosa y excitada.

-Razón no te falta. El que más se va a poner las botas mirándome va a ser Roberto, eso no lo dudes. ¿Te molesta? - dijo a la vez que su mano se posaba sobre mi entrepierna. Inevitablemente di un brinco al sentir el contacto de su mano, cosa totalmente inesperada por no haberlo hecho nunca e, inmediatamente, mi polla reaccionó a su estímulo creciendo a pasos agigantados.

-Vaya, veo que esto te gusta -dijo melosa

- ¿Es por mi mano, las mallas de Judith o que te pone imaginarte a Roberto babeando por tu mujercita? ¿Qué contestar a eso cuando ni yo mismo lo sabía? Opté por responderle de la misma manera, dejando caer mi mano sobre su sexo notando, a pesar del tejano, el calor que emanaba de su entrepierna.

-Ufff cómo está esto Sara. ¿Te pone que me ponga cachondo pensando en el culo de Judith? ¿O esto es por Roberto? ¿Ya te estás imaginando sus ojos colándose por tu escote buscando tus tetas? Su mano estrujó aun con más fuerzas mi polla que ya estaba durísima.

-Joder Carlos, date prisa que ya no puedo más -dijo en un suspiro. Por suerte, ya no quedaba mucho y me di prisa por llegar imaginándome lo que me esperaba al llegar.

Eso sí, a mí se me hizo eterno notando como su mano no dejaba de acariciar mi polla que la tenía a punto de explotar.

Aparqué el coche, cargamos con las bolsas de la compra y nos metimos en el ascensor camino de nuestro piso. El ir cargados, me permitió tener un respiro al continuo sobeteo de mi mujer pero sabía que no iba a tardar mucho, su cara de vicio delataba que solo esperaba entrar en casa para lanzarse sobre mí. Me equivocaba.

-Deja las bolsas en el dormitorio -me dijo mientras entrábamos en nuestra casa.

Ella ya se encaminaba hacia allí cargada con sus bolsas. Yo me quedé quieto, sorprendido al no esperarme aquello, pero enseguida pensé que su idea era hacerlo en el dormitorio y casi corrí hasta la habitación.

Pero ella ya se había encerrado en el baño, para mi desconcierto y total confusión. Hasta mi erección desapareció casi por arte de magia.

Dejé las bolsas en el suelo y empecé a quitarme la ropa, preparándome para meterme en la cama ya que parecía que esa noche, no entendía muy bien porque, no iba a pasar nada. Estaba en bóxer, sentado en la cama, cuando se abrió la puerta del baño.

Y allí apareció Sara, vestida con uno de los picardías que habíamos com

prado esa tarde y con una cara de perra en celo que hizo que se me pusiera dura de nuevo. -Empótrame -me dijo. Me lancé sobre ella, arrinconándola contra la pared, besándola con lujuria desatada, acariciando cada centímetro del su cuerpo mientras apretaba mi erección contra su sexo, punteándola sobre la exigua ropa que llevaba.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: PERVERSIÓN