PERVERSIÓN romance Capítulo 17

—Ni se te ocurra eh… al final no me has dicho en qué pensabas mientras te masturbabas anoche -dije intentando que contestara a mi pregunta.

-Ah eso, es verdad… se me había olvidado. Lo hice recordando la que liamos en el probador de la tienda de lencería. ¿Sabes? Estaba tan cachonda que, por un momento, estuve a punto de pedirte que me follaras allí mismo… y en eso pensé anoche, en que de verdad lo hacíamos. Los dos juntos, en el probador, sabiendo que en cualquier momento nos podían pillar con las manos en la masa…

-Para, para -dije señalándole mi empalmada- como sigas así voy a tener que violarte…-le dije en broma.

-¿Y quién te lo impide? -dijo juguetona, levantándose de la cama y yendo al lavabo con aquel camisón que tanto me excitaba. Yo salté de la cama y fui tras ella, que salió corriendo al verme acercarme. La alcancé ya dentro del baño, abrazándola por la cintura y levantándola a peso a pesar de sus protestas fingidas.

La giré en el aire, quedando los dos de frente al espejo del baño, dejándola caer. Nos miramos a través de la imagen del espejo y Sara, incitándome, inclinó su cuerpo moviendo a la vez sus nalgas. Yo ya estaba duro como una piedra y la ayudé a inclinarse más, dejando su retaguardia a mi entera disposición. El camisón se había subido en esa postura ofreciéndome su culo apenas cubierto por la braguita que llevaba.

La Sara del espejo me miraba excitada, yo bajé mi bóxer y aparté la tela a un lado, viendo sus labios abiertos y la humedad que empezaba a impregnar la zona. Sara se asió a la pica del baño preparándose para lo que venía, que no era otra que mi polla entrando sin dificultad en su vagina hasta que mis huevos hicieron tope.

Los dos gemimos de puro gusto al sentirnos unidos de nuevo y, con mis manos agarradas a sus caderas, empecé a embestirla de forma ruda mientras no dejaba de ver su rostro en el espejo contraído por el placer que le estaba dando. Empujé y empujé, viendo pasar por mi mente las imágenes de Rubén y de Roberto, mientras me decía que ellos no tendrían lo que yo tenía, que se tendrían que conformar con solo mirar y que el único con derecho a follarse a mi mujer era yo.

El baile de nuestros cuerpos era frenético, el baño retumbaba con nuestros gemidos, el chocar de nuestros cuerpos y el sonido de mi polla penetrando su encharcado coño. A los pocos minutos nos corrimos ambos en un orgasmo apoteósico que me hizo subir la autoestima como no os podéis ni imaginar. Cuando conseguimos recobrarnos del esfuerzo realizado, nos abrazamos y besamos como la pareja de enamorados que éramos.

-¿Mejor? -me preguntó Sara. Ella sabía lo que necesitaba y vaya si me lo había dado. -Perdona por no confiar en ti. Es que a veces te veo y no creo estar a tu altura -le dije. -No seas tonto, con quien iba a estar mejor que contigo -me contestó ella

- ¡Mierda! -exclamó de golpe- ¿Esa hora es? - dijo mirando su reloj. Sí que era. Al final dejamos la cama sin hacer y salimos sin desayunar, solo teníamos el tiempo justo para vestirnos y nada más. Una vez en el coche, algo ya más tranquilos al ver que al menos ese día el tráfico se había puesto de nuestro lado, pude contemplar la vestimenta que había elegido ese día Sara para ir al trabajo.

Esa mañana había elegido una de sus blusas antiguas pero más abierta de lo que las solía llevar, mostrando un sugerente escote que pensé haría las delicias del salido de su jefe. Pero lo mejor estaba abajo. Ese día había escogido una de las faldas nuevas, más livianas y cortas, mostrando como estaba sentada una buena porción de su generoso muslo. Pero lo más llamativo era que, con las prisas, había prescindido de las medias y mostraba sus muslos al natural, haciendo más excitante la visión de sus carnes. -¿Te gusta lo que ves? -preguntó ella pillándome infraganti. Yo solo afirmé positivamente- me alegro que te guste aunque hay una cosa que creo que te gustará aún más… -¿El qué? -no se me ocurría que podría ser mejor que aquello que estaba viendo.

-Con las prisas no he tenido tiempo de limpiarme -dijo mirándome lascivamente

- así que hoy voy a estar todo el día con las braguitas mojadas con tu leche

- ¿Te excita eso? Ya veo que sí -dijo mirando el bulto que crecía en mi entrepierna

- hoy cuando Roberto me coma las tetas con la mirada no tendrá ni idea que mis braguitas chorrean con el semen de mi marido…

-Joder, Sara… -dije totalmente empalmado

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