PERVERSIÓN romance Capítulo 21

Una chaqueta sobre el sofá y unas bolsas de deporte en el

suelo desmentían aquella afirmación. No sabía qué hacer, si

entrar y avisar a voz en grito que estaba allí o salir y tocar el

timbre para que Judith supiera de mi llegada y no provocar

una situación embarazosa.

Las dudas duraron poco. Unos gemidos provenientes del

fondo del piso hicieron que diera un paso al frente cerrando

la puerta tras de mí, no era cuestión que cualquiera que

pasara por el rellano se enterara de lo que sucedía allí dentro.

Ahora que estaba dentro, muerto de la vergüenza y pensando

en cómo justificarme en caso que alguien saliera y me

encontrara allí, me planteé como salir airoso de aquella

situación peliaguda. Lo más normal hubiera sido dar media

vuelta pero claro, aún tenía en mi poder la ropa de Judith y lo

único en que pensaba era en deshacerme de ella pero no

sabía cómo hacerlo.

Si la dejaba en el salón, seria evidente que alguien había

estado allí mientras ella disfrutaba con su amante de turno

así que esa opción quedaba descartada. La otra opción era

dejarla en alguna de las habitaciones donde, con un poco de

suerte, no habría entrado Judith y cuando encontrara la bolsa

no podría saber cuándo había estado en su piso.

Estaba decidido, me colaría dentro de alguna habitación,

dejaría la bolsa dichosa y saldría de allí como alma que lleva

el diablo. Me adentré lo más sigilosamente posible por el

pasillo pero tampoco hubiera hecho falta ya que los gemidos,

a medida que me acercaba, se volvían cada vez más intensos

ahogando cualquier ruido que pudiera hacer.

La tenue luz que llegaba del salón alumbraba mi camino,

mostrándome varias piezas de ropa de las que los amantes se habían ido despojando de camino a su destino donde ahora

retozaban de forma salvaje. La primera habitación estaba

abierta pero allí estaba el bolso de Judith así que estaba

descartada, allí ya había entrado y se habría dado cuenta de

la bolsa. Joder, la cosa cada vez se complicaba más.

Solo quedaban dos habitaciones y una, evidentemente,

quedaba desechada ya que era donde estaba la pareja y la

otra, quedaba casi en frente, con el riesgo que eso

conllevaba. Paso a paso seguí avanzando hasta llegar a la

puerta de la habitación que, por suerte, no estaba cerrada

sino entornada. La abrí sigilosamente, amparado por los

jadeos sexuales de Judith y su pareja, que cada vez me

estaban encendiendo más ya que uno no es de piedra.

Me deslicé dentro, dejé la maldita bolsa y salí con la

intención de largarme, lo juro, pero al salir quedaba de frente

el dormitorio principal con su puerta completamente abierta

que antes había ignorado pero ahora era imposible hacerlo. Y

es que desde allí, sin ningún problema, podía ver

perfectamente los cuerpos desnudos de la pareja dando

rienda suelta a su pasión. Y reconocer sin ninguna duda a su

amante, que no era otro que Rubén.

La escena era sumamente erótica por no decir pornográfica.

Judith, de espaldas a la puerta, completamente desnuda, a

cuatro patas sobre su cama y con su cabeza totalmente

hundida en la almohada, recibía las furiosas embestidas del

monitor que, detrás suya y con sus manos sujetando sus

caderas, la taladraba sin compasión, arrancándole auténticos

gritos de placer.

Decir que me empalmé es quedarse corto. Tenía la polla a

tope viendo la tremenda v3rga de Rubén profanando el coño

de Judith, aquel coño que ya hacía tiempo había podido

acariciar en nuestra fase de tonteo y que ahora veía

completamente abierto siendo embestido por su amante.

Era el momento de irse pero no lo hice, no pude. Algo me

retenía allí, subyugado por aquel espectáculo que me estaban

dando y que, aún sigo sin saber por qué, decidí inmortalizar

con la cámara de mi móvil. Saqué el teléfono y empecé a

grabar aquella escena, enfocando bien los dos cuerpos

desnudos sobre la cama, como chocaban sus cuerpos en cada

penetración, como gritaba de gusto Judith al sentir aquella

v3rga entrando y saliendo de ella, el sonido de su coño

chorreante al ser traspasado por aquel pollón, el movimiento

oscilatorio y completamente atrayente de sus pechos con

cada embestida y, sobre todo, las nalgas firmes de Rubén

empujando salvajemente su herramienta, que quedó

perfectamente captada en la grabación, haciendo enloquecer

a la amiga de mi mujer.

Estaba totalmente subyugado a todo lo que estaba pasando

en la habitación, sin ser consciente que, en cualquier

momento, podían darse la vuelta y verme allí en medio del

pasillo, siendo imposible justificar allí mi presencia y, menos

aún, con el móvil en la mano grabándolo todo.

Y entonces ocurrió. Judith gritó como si la estuvieran

matando, dándome un susto de muerte, Rubén sacó su polla

inmensa de su coñito que quedó completamente abierto y

empezó a correrse de forma copiosa sobre la espalda de una

exhausta Judith que yacía inmóvil sobre la cama.

Las alarmas se dispararon en mi cabeza y salí de allí como

pude, avanzando procurando no hacer ruido mientras a la vez

guardaba mi móvil en el bolsillo y rezando para que el

momento post coito se alargara lo máximo posible y me

diera tiempo a escapar de aquel piso.

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