PERVERSIÓN romance Capítulo 22

—Pues que mientras se frotaba su coñito no paraba de repetir mi nombre: ah sí Carlos... fóllame fuerte Carlos... qué gusto sentir tu polla dentro, Carlos...

-Dios... no puedo más, clávamela ya de una puta vez...

No me hice de rogar, de un solo golpe mi polla se enterró en su vagina que la acogió sin dificultad, tal era el estado de excitación de mi mujer. Un gritito de placer y de alivio se escapó de su garganta animándome a darle más y más fuerte, cosa que hice al instante. Sara, inclinada sobre la encimera y con su camisón subido hasta la cintura, recibía mis embestidas duras y frenéticas imaginando la escena que le había pintado yo, su queridísima amiga desnuda en la ducha masturbándose pensando en su marido que estaba allí viéndola y empalmado como un burro.

Yo, por mi parte y totalmente cegado por la lujuria, alternaba varias visiones a cual más perturbadora. En una era yo el que estaba en la cocina pero follando sin misericordia a Judith que estaba en el lugar de mi mujer y, en otra, era Sara la que recibía el pollón de Rubén en aquella cama, aullando de puro placer. Las dos me excitaban por igual y, por lo visto, Sara estaba igual de desenfrenada que yo imaginando a Judith masturbándose pensando en mí.

Por eso no fue de extrañar que, pocos minutos después, mi mujer se corrió de tal manera que tuve que sujetarla para que no se desplomara. Y mientras lo hacía, su vagina contrayéndose fruto del orgasmo, me hizo alcanzar el mío llenándola con mi simiente. Aquello había sido la leche.

Me temblaban hasta las piernas y tuve que hacer un sobreesfuerzo para no caernos al suelo los dos. La arrastré conmigo quedando ambos sentados, ella sobre mí y aun empalada en mi polla semirrígida.

-Joder, cielo. ¡Menudo polvo! ¿Soy yo o cada vez son mejores? -dijo con la respiración entrecortada Sara.

-Ha sido la leche. No sabía que te ponía tanto imaginarme

con tu amiga...

-Es algo extraño. Sé que te desea y me excita pensar en situaciones morbosas entre vosotros dos pero, siempre, sin llegar a culminar. Es como dejarla con la miel en los labios, sin dejarla llegar a cumplir su deseo que es follarte. Eso es solo para mí -dijo besándome.

-Supongo que algo parecido es lo que me pasa a mí con Roberto. Solo de imaginar consiguiendo hacerte suya me

pone de los nervios... -dije sinceramente.

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