PERVERSIÓN romance Capítulo 5

No podía más. Me levanté sin dilación, la cogí en brazos para su sorpresa, pero se recuperó enseguida uniendo aquellos labios pintados de rojo con los míos, y de esa guisa la llevé a nuestro dormitorio donde la lancé sobre la cama.

Las intenciones estaban claras. Me lancé tras ella, quedando entre sus piernas abiertas que ya me esperaban, siguiendo besándonos con auténtica lujuria mientras mis manos pugnaban por deshacerse del pantalón y bóxer que conseguí bajar, liberando mi polla deseosa de penetrarla.

Subí su falda hasta la cintura, dejando al descubierto su ropa interior aún ladeada. Dudé si penetrarla así o quitarle las braguitas. Al final, ninguna de las dos.

Era tal el morbo y la excitación que, de un tirón, se las arranqué para sorpresa de Sara que no protestó.Un caderazo mío y mi polla se hundió en su vagina arrancándole otro gemido. Sara no era muy de exteriorizar su placer cuando follábamos pero esa noche estaba desatada.

Los gemidos se fueron sucediendo a medida que mis caderas entraban y salían con furia de su encharcado coño mientras mi rostro se hundía entre sus ubres, que bailaban al son de mis embestidas.

Sara gemía sin parar mientras sus manos apretaban mi rostro contra sus pechos y sus piernas se cerraban tras de mí, pidiéndome que le diera más de aquello que tanto le estaba gustando.

Debajo de nosotros, el crujir de la cama delataba la intensa follada que estábamos disfrutando.

No tardamos ambos en corrernos a la vez, inundando de nuevo su coño con mi simiente, mientras Sara quedaba medio desfallecida sobre la cama disfrutando de su orgasmo a la vez que acariciaba mi cabello.Seguimos unidos en aquella posición, recuperándose los dos del intenso esfuerzo y gozando de aquella extraña comunión que nos embargaba en aquel instante.

Fue durante aquel breve instante de intensa compenetración que decidí no contarle nada de lo escuchado en la oficina aquella tarde, al menos no de momento.No iba a ser yo el que destruyera sus ilusiones.

Es más, iba a hacer todo lo posible para conseguir que Roberto cambiara de parecer, para conseguir que mi mujer consiguiera aquello que tanto anhelaba.

Cuando una vez algo recuperados nos separamos, nos tumbamos el uno junto al otro y Sara se abrazó como solía hacer cuando estábamos en la cama, con su cabeza en mi pecho y su mano en mi vientre.

-Jajaja deberías ver la pinta que tienes -me dijo incapaz de parar de reír.Me alcé para mirarme en el espejo de la cómoda y no pude contagiarme con su risa. La verdad era que tenía una pinta curiosa.

Con mis pantalones en los tobillos, mi polla flácida caída a un lado, mi camisa encharcada y con algún botón de menos y mi cara surcada por restos del pintalabios de mi mujer.

-Pues anda que tú -le dije observando su falda enrollada en su cintura, sin bragas y con nuestros fluidos escapándose de su coño, su camisa también encharcada y casi totalmente abierta, su sujetador que apenas contenía uno de sus pechos y el otro sobresalía mostrando marcas de su carmín que había dejado con mis labios y su rostro... pues era un poema, con restos de su pintalabios esparcidos por toda su cara.

-Jajaja -volvió a reír cuando también se vio en el espejo

-vaya dos estamos hechos, parecíamos adolescentes en celo.

-Pues yo no me arrepiento de nada, me lo he pasado genial

-le dije sinceramente.

-Y yo también. Si lo llego a saber me desabrocho antes ese botón -me dijo de forma sugerente.

-Me da miedo pensar el día que te desabroches dos -le dije en broma.

-Ummm... quién sabe, a lo mejor tenemos que probarlo algún día -dijo juguetona.Yo me alcé de la cama y me la quedé mirando, atónito a lo que acababa de oír. Ella me miraba divertida.

-¿Lo dices en serio?

-Claro, porque no... mira cómo nos hemos puesto hoy, no me digas que no quieres volver a repetir esto de nuevo...-Sí, claro. Negarlo sería ser hipócrita.

-Eso sí, poco a poco cariño. Quiero ver hasta dónde soy capaz de llegar pero sin forzar -me dijo buscando mi aprobación.

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