¿Por qué eres mi hermanastro? romance Capítulo 1

Me llamo Lianna, pero todos mis amigos me dicen Lía, tengo 16 años y estoy en el colegio aún. Me encanta ese lugar. Es allí donde conocí a todos mis amigos y a personas a las que estimo mucho. Me va muy bien con las notas y suelo sacar las mejores de la clase, lo cual me hace feliz y sentir orgullosa de mí misma... y también hago sentir orgullosa a mi madre, quien me cuidó durante toda mi vida, aun estando sola, lo hizo bien y me dio todo lo que yo quería, sin hacerme ser una niñita malcriada. La amo y estoy muy orgullosa de ella y más después de que mi supuesto "padre" nos abandonó cuando tenía 3 años, dejando a mi madre sola, triste y sin dinero. Pero salió adelante, sola, conmigo, cuidándome y criándome de la mejor manera posible.

Y ahora, después de 13 años, está comenzando a rehacer su vida, con un gran hombre al cual, por muy raro que sea, no conozco aún. Mi madre dice que es porque, si no funciona, no quiere que me encariñe con él. Lo único que sé sobre él es que se llama Roberto Orosco y quiere de gran manera a mi madre. Están juntos hace 6 meses, tiene un hijo de 19 años y su esposa murió hace casi un año. Mi madre me dice que pronto lo conoceré, pero quiere que sea una sorpresa.

Hoy es lunes y son las 7 de la mañana. Tengo que ir al colegio. Mi despertador suena después de que me haya despertado, siempre es así. Me levanto de la cama y me veo en el espejo de cuerpo completo que tengo frente a mi cama. Soy una chica simple y bastante normal, mi estatura es media, ni tan baja ni tan alta, mi pelo es largo y liso de color castaño oscuro, soy bastante delgadita y no me molesta serlo, pero tampoco me encanta. Me pongo el uniforme del colegio rápidamente. Una blusa blanca y una falda a cuadrille, con calcetas blancas y zapatos negros. Odio mi uniforme, pero amo mi colegio y la gente que está en él.

Bajo al comedor donde mi madre me tenía listo un rico desayuno: unas tostadas con huevo y un café descafeinado con leche de chocolate... mi desayuno favorito y ella lo sabe. Nunca hace gran trabajo con mi desayuno. Siempre me hace un cereal con leche y listo, lo más rápido y fácil. Me va a decir algo, estoy segura de eso.

- ¿Cuál es la razón de este tan ostentoso desayuno? - le pregunto a mi madre mientras me siento frente a ella en la mesa del comedor.

Ella me mira y sonríe, pero no de esas sonrisas de felicidad, sino esas sonrisas nerviosas, como si no supiera cómo reaccionaría a lo que está por decirme. La insto a hablar con la mirada y con movimientos con las manos. Finalmente me mira a la cara y me dice:

-Lía, hoy es un día muy especial y no quiero que me odies ni me recrimines por lo que estoy por decirte- dice, anticipando alguna reacción que en su cabeza yo tendría.

- ¿Qué pasa? - le pregunto, un poco asustada por la advertencia que me ha hecho- Me estás asustando mamá dime que es lo que está pasando.

-Hija- dice y me mira nuevamente- Roberto se va a venir a vivir aquí.

No sé qué cara puse porque mi madre comenzó a llorar a mares y yo comencé a reír. Si, a reír. De la felicidad que estaba sintiendo por dentro por la felicidad de mi madre.

-Mamá- le digo abrazándola y tranquilizándola- Estoy muy feliz por ti, ¡Relájate!, no me molesta para nada, sé que te quiere y yo quiero que tú seas feliz, así que relájate y ahora cuéntame cuando llegará.

Ella se limpia la cara con una sonrisa en la cara

-Le salió un trabajo aquí cerca y no sabía dónde quedarse a vivir y tome coraje y le ofrecí nuestro hogar que es grande y tiene 3 habitaciones y aceptó sin chistar, sin pensarlo y ambos nos pusimos muy felices de que él te conociera a ti y yo conociera a su hijo... oh- dijo haciendo cambiar su cara estrepitosamente- Olvide decirte que su hijo, Sergio, de 19 años también vendrá junto con él. Lo siento hija, debí comentarlo contigo primero.

-Tranquila mujer- le dije parándome del asiento luego de terminar mi desayuno, el cual estaba exquisito- Me hará bien no estar sola cada vez que tú y Roberto salgan de viaje de negocios- le digo para luego tomar mi mochila y decirle- Me voy mamá ¿Ellos estarán aquí cuando vuelva?

-Si hija- me responde dándome un beso de despedida en la mejilla- Así que por favor vuelve temprano y directamente aquí para que conozcas a los chicos.

Abro la puerta y la miro dando la vuelta y le digo:

-Claro mamá no te preocupes

Cierro la puerta y me voy.

Regreso 8 horas después a mi casa, donde veo un camión gigante lleno de muebles lindos y sofisticados. Comienzo a ponerme un poco nerviosa. ¿Cómo serán? ¿Cómo les caeré? Pero, al igual que mi madre, tomo valor y entro a mi casa, donde me encuentro con un desorden gigante de muebles y cajas llenas de cosas como decoraciones y fotos. Intento buscar a mi madre por la casa, pero no la encuentro, y mientras buscaba en la cocina, siento unos brazos alrededor mío, levantándome del suelo y dándome la vuelta.

- ¡Lianna! - me grita un hombre de unos 40 años de ojos claros y alto- ¡Me da un gusto gigante conocerte! - dice abrazándome.

-Hola señor- le digo un poco tímida cuando me suelta- Llámeme Lía. Todos lo hacen.

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