¿Por qué eres mi hermanastro? romance Capítulo 29

Lo primero que veo cuando entro a mi casa es a mi madre sentada en el comedor con una copa de vino tinto en su mano. ¿Qué sucede aquí? Mi madre odia el alcohol, nunca la había visto tomar algo así en los 16 años que llevo viviendo con ella, incluso siempre aportaba en colectas en contra del alcohol. Mi madre siempre había sido consciente en este aspecto de su vida, ¿Qué cambió?

-Lianna- dice mi madre caminando un poco tambaleante hacia mí- Que bueno es verte de nuevo hija mía.

Mi madre me abraza y me da un beso en la mejilla, puedo sentir al instante el olor que emana su boca y no es solamente de vino, ha estado bebiendo más tipos de alcohol y se nota en el olor que hay alrededor de ella. Le devuelvo el abrazo no con muchas ganas ya que no soporto aquel olor saliendo de ella, me molesta enormemente y no comprendo que es lo que está pasando por su cabeza. Creo que me han traído a la madre equivocada.

-Me da mucho gusto verte a ti mamá- le respondo cortésmente.

Veo a Sergio por el rabillo del ojo subiendo las escaleras con la cabeza agachada pareciendo totalmente indiferente a todo a su alrededor. Reconozco esa actitud, está volviendo a ser el mismo chico que conocí hace unos meses. Por una parte, me duele que vuelva a tener esa actitud, aunque es totalmente comprensible y sé que sólo está actuando, aunque debo decir que es una de las mejores actuaciones que ha hecho en su vida.

- ¡Sergio! - dice mi madre con voz de borracha- Llama a tu padre y dile que baje... tenemos que darles una gran noticia.

Sergio solo asiente con la cabeza agachada y sigue subiendo la escalera. No puedo evitar seguirlo con la mirada. De verdad me duele todo esto, no quiero que estemos así con Sergio, aunque todo sea mentira. No quiero estar con él a escondidas, pero sé que aquello será inevitable.

Luego de unos minutos en que mi madre me contaba a toda velocidad parte de su viaje con su "nuevo hombre" como le decía en su consciencia borracha, él y Sergio bajaron las escaleras. Mi madre cual adolescente va corriendo a los brazos de Roberto y se funden en un gran abrazo. No puedo dejar de mirarlos y menos a Roberto, quien parece fastidiado por la actitud de mi madre mientras que a ella le brillan los ojos de la emoción de estar con él.

Se separan un poco, pero aun envueltos en un abrazo se acercan a mí y a Sergio que no sé en qué momento se había puesto a mi lado. No me miraba ni me daba una sonrisa, es bastante triste esto, pero debo ser fuerte, debemos resistir.

-Debemos decirles algo, chicos- nos dice el padre de Sergio- Puede que se molesten por lo que les diremos, pero tengo que decirles que no pudimos resistirnos- luego hace una pausa de unos segundos para dar más tensión y énfasis a asunto- Chicos, nos casamos.

Mis ojos se abren como platos y puedo ver que los ojos de Sergio también están de la misma manera. Cuando fijo la mirada en mi madre, veo que nos está mostrando un anillo de oro en su dedo. No puedo creer lo que está pasando, no puedo creer que ellos se hayan casado prácticamente a escondidas, sin ningún familiar. Sin nosotros que somos sus malditos hijos.

-Oficialmente son hermanastros- dice Roberto mirando fijamente a Sergio. No sé qué puede significar esa mirada, pero sé que Sergio debe tener una idea... y que no me gustará para nada aquella idea.

Oficialmente somos hermanastros, no sé hasta qué tipo de alcance esta frase puede tener repercusión en nosotros. Seguimos sin tener la misma sangre, no cambia nada esto ¿verdad?

No quiero estar ya al frente de estas personas. Parece que mi madre ha cambiado demasiado y ya no soporto a esta mujer borracha abrazada de "su hombre" como si fuera una lapa. Esa no es mi madre. Mi madre es aquella que siempre decía que podría sobrevivir sin un hombre... la quiero a ella de vuelta.

Con lágrimas en mis ojos subo las escaleras ignorando los gritos de mi madre y Roberto llamándome. No escucho a Sergio, duele, pero después pienso que es mejor que no diga nada. No pueden sospechar nada ellos.

Me encierro en mi habitación con llave y siento a mi madre minutos después golpeando la puerta exigiendo que la abra. Obviamente no lo hago y una hora después ya está aburrida y desaparece de la puerta. Me quedo llorando en mi cama, pensando en que mi vida ha cambiado demasiado. Quiero que nuestros padres se vayan, quiero que desaparezcan y vivan su vida feliz sin nosotros. No los necesitamos, estamos muy bien sin ellos. Estábamos demasiado bien sin ellos.

No sé en qué minuto me quede dormida, pero siento unos brazos a mi alrededor que reconozco de inmediato como los de Sergio. Él también está durmiendo y estamos en una posición cucharita como suele decirse.

Me muevo un poco en la cama, algo despacio para no despertarlo, pero fallo en mi intento ya que abre los ojos como platos en el momento en el que me moví.

-Lo siento, no quería despertarte- le digo ya cara a cara, acariciando su mejilla con las yemas de mis dedos.

-Tranquila, mejor así, tenemos que hablar.

Asiento. Me siento más tranquila porque no está usando su semblante frío e indiferente que tenía cuando estábamos reunidos con nuestros padres. Volvió a ser el Sergio que me muestra todos los días, este es el Sergio del que me enamoré y del que estoy esperando un bebé.

-Espera- le interrumpo- ¿Cómo entraste? Estoy segura de que deje la puerta con llave.

Sergio sonríe mostrando sus dientes. Amo cuando ríe así.

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