— ¡No! ¿Cómo es posible que ni fotocopiar correctamente seas capaz?
El grito que Nicholas, su muy enojado jefe dio, asustó tanto a la pobre Alicia, que del susto casi pierde el equilibrio tambaleándose sobre sus discretos tacones.
— Señor, pero usted me dijo que… —intentó explicar Alicia.
— ¿Qué te dije? ¿Qué? —alzó la voz amenazante. De paciencia, nada.
— Que, que fotocopiara a doble hoja…
— ¡Sí! ¿Pero te detuviste a revisar que lo estuvieras haciendo bien? ¿Qué mierda voy a hacer con 20 cuadernillos fotocopiados mal? Con la hoja invertida al girar la página…
— No me di cuenta
— No, si de eso no hay duda —ladra al borde del colapso.
— Si me da un poco más de tiempo puedo hacerlos de nuevo –ofrece titubeante.
— ¿Y todo lo que gastaste haciendo mal una simple tarea de asistente?
— Lo…, lo puedo pagar… —ofrece mordiéndose la lengua para no insultarlo.
— NO, ya me harté de tu ineptitud. Recoge tus cosas y has el favor de no volver más.
— Pero fue solo una fotocopia, no es para tanto —protestó con descaro.
— Si todo lo que te pido lo haces a tu modo “como lo hacías en tu otro trabajo” entonces no quiero saber qué harías después
— No es justo, señor Allen —alzó la voz molesta.
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