Porque Yo lo digo (COMPLETO) romance Capítulo 14

La mañana siguiente Danielle, hizo lo que Nicholas, le pidió, sacó el pasaporte, pero pagó con su dinero, no quería que alguien de finanzas hiciera correr el chisme sobre que el jefe le había pagado el pasaporte a la asistente, ese lugar era tremendo y aquello pasaba siempre.

Una vez en el trabajo se detuvo en recursos humanos para retirar su cheque, el viernes lo olvidó por completo, tenía demasiada prisa por salir y reunirse con su tía Jazmin, así que como había tardado menos de lo esperado decidió hacer una parada. Buscó a Tamara y ella le dio el sobre y la planilla para firmar.

-Danielle, revísalo antes, no confíes tanto –sugirió Tamara, al verla guardar el sobre en su bolso.

-Estoy segura que no hay ningún error –le aseguró lista para marcharse.

-Insisto

-Está bien, lo revisaré.

  Volvió a tomar asiento frente al escritorio de Tamara y abrió el sobre, en el interior encontró dos cheques.

-Creo que hubo un error, aquí hay dos cheques...

  Danielle, la observó en busca de una reacción.

-Míralos –sugirió con calma

-¿Por qué tanto misterio? Solo te voy a regresar el otro y ya... -sonríe sacándolos del sobre

-Ambos son tuyos, el señor Allen, quiso que se te pagaran las horas extras aparte

-¿Horas extra? Pero si este mes no he tenido que ir a ningún evento

-La semana que estuviste fuera 24 horas por 5 días

-¿Qué? Pero no era necesario que... –la observó atónita ¿era en serio?

-A mí no me digas nada, fueron órdenes, y ya sabes que hay que cumplirlas

-Sí -suelta aire con brusquedad

-Y antes que lo preguntes, te ha aumentado el salario y también incluyó un bono por reemplazar a la secretaria

-Demonios, me gustaría saber este tipo de cosas antes de llegar aquí y quedar como una boba –murmuró para sí misma en voz alta

-Alégrate, está satisfecho con tu trabajo, y eso es muuy bueno, créeme –le guiña con complicidad.

-Gracias Tamara, y disculpa por hacerte perder tiempo con mis "preguntas".

-Ven cuando quieras –asiente con una amistosa sonrisa

-Que tengas buen día

-Tú también, Dani

Demonios ¿Nicholas, se habrá referido a esto cuando dijo que quería mantenerla contenta? ¿De verdad teme que se vaya si no la trata bien? Porque de seguro que ya se hubiese ido si el trato fuera tan insoportable..., no necesitaba un incentivo monetario

En cuanto llegó al piso 16, su piso, la sonrisa en su rostro fue inevitable ¿qué dolores menstruales? Nada podría arruinarle el día. Pero entonces encontró a Frida, llorando mientras intentaba hablar con alguien al otro lado de la línea telefónica.

Se quedó pasmada, nunca antes la había visto llorando, y menos así tan desesperada, lo que solo consiguió preocuparla. Estaba afligida, genuinamente aterrada...

-Frida... ¿qué sucede?

Susurró Danielle, mientras ella solo asentía a quien fuese con quien estaba hablando.

-Dani... -y dejó el teléfono de lado y se lanzó a los brazos de su amiga a llorar desconsoladamente.

-Vamos, tienes que calmarte o no podré entenderte –le acarició la espalda con cariño.

-Es que me..., me van a embargar, una vecina me ha dicho que colgaron el aviso en mi puerta y yo, yo no sé qué haceeerr –un nuevo torrente de lágrimas salió de ella.

-¿Qué? Pero... ¿Y los avisos?

-Dani, soy una tonta, ignoré las cartas del banco ¡no sé qué voy a hacer!

Frida, estaba tan alterada que su llanto eran más bien gritos de desesperación, así que rápidamente Danielle, optó por llevarla hasta el baño para intentar calmarla un poco, aunque no creía poder conseguirlo, estaba a punto de perder su apartamento, el lugar donde vive, no era para menos que estuviera al borde del colapso...

-Frida, por favor, tienes que controlarte..., estamos en el trabajo –pidió nerviosa al ver salir a un par de mujeres.

-¡Es mi apartamento! ¿Dónde mierda voy a vivir si me lo quitan? ¿DÓNDE? –gritó alterada.

-Oye no la tomes conmigo, no soy la que no ha pagado –le advirtió molesta por su arrebato.

-Tengo un hijo, es distinto –continuó con la mala leche

-No voy a opinar sobre tus prioridades, pero no vuelvas a hablarme así –le advirtió tajante.

-¡Lo siento! Es que..., no puedo pensar, me lo van a quitar..., y si no tengo apartamento el juez le dará la razón al descerebrado de Zac...

-Tranquilízate, estoy a punto de golpearte ¿Cuántos años crees que tienes? No puedes simplemente echarte a llorar. ERES UNA ADULTA, SOLUCIONALO

-No puedo, no puedo... -y otro ataque de llanto vino después de eso.

  Sin saber qué hacer y con unas odiosas ganas de vomitar producto de su periodo, Danielle, se paseó de un lado a otro intentando pensar en cómo ayudar a Frida, pero su lloriqueo no la dejaba concentrarse.

-Voy a traerte un té, bien dulce como te gusta y cuando te calmes creo que será mejor que te vayas a casa, no puedes trabajar así, estás histérica

-¡Lo sé! Pero no me atrevo a hablar con el señor Allen, me detesta –la miró con la petición grabada en su rostro manchado por el delineador corrido.

-Yo hablo con él, pero baja a avisarle al jefe de personal que estás indispuesta

-De acuerdo –asiente sorbiendo por la nariz

-Tienes que calmarte y hacer una visita al banco, averigua qué puedes hacer, no vayas a quedarte en tu casa ahogándote en tu llanto –le advierte Danielle, muy seria. Su amiga está acostumbrada a que hagan todo por ella.

-Gracias, pero lo único que necesito en este momento es dinero, y no tengo un puto peso

-No eres la única, Frida

-Lo siento, tú también tienes tus problemas financieros

-No pasa nada

La dejó sentada en uno de los cubículos del baño de damas mientras se dirigía a la sala de descanso a prepararle un té. Se lo llevó sin decir nada y se marchó, ya eran las 10 de la mañana y necesitaba ponerse a trabajar, aunque no podía dejar de pensar en lo gigantesco del problema de su amiga. Distraída en ello se quitó la chaqueta y el bolso y los colgó en la percha detrás de su escritorio antes de tomar asiento. Encendió la computadora y nada más acomodarse en la silla sonó la línea privada.

-Buenos días señor Allen

-Llegaste -suspiró ruidosamente-. Hoy trabajarás conmigo, trae tus cosas para acá.

-Sí señor

Enseguida tomó su libreta y el iPad ya actualizado con los documentos en los que trabajaba su jefe y se dirigió al despacho, tocó a la gran puerta y solo segundos pasaron cuando se abrió de golpe, Nicholas, la esperaba y se veía tenso. Sin hacer preguntas Danielle, dio un par de pasos al interior y entonces supuso el motivo del estado de su jefe.

-Buenos días, señor Allen –saludó en dirección al padre de Nicholas.

-Buenos días ¿Danielle, no es así?

-Sí señor –asintió un par de veces en su dirección.

-Toma asiento en el sofá –ordenó Nicholas, con suavidad

-¿Podría hablar un segundo con usted antes de comenzar a trabajar?

  ¿Cómo Nicholas, podría decirle que no a esos hermosos ojos azules?

-Dime de qué se trata

-Solo quería informarle que Frida, ha tenido que retirarse, no se encuentra bien hoy.

-Justo hoy... -soltó una maldición entre dientes-. Escribe a personal para que manden a alguien, solo por hoy.

-Gracias señor

Nicholas, negó suavemente. No le gustaba que Danielle, cubriera a la secretaria.

Sin más que discutir, le señaló el sofá y ambos tomaron asiento. Nicholas, necesitaba exponer su proyecto a su padre para que le ayudara a encontrar defectos y solucionarlos a la brevedad, Takeshi, lo estaba presionando para iniciarlo lo antes posible, estaba amenazando con buscar a alguien más capacitado para el trabajo, lo cual Nicholas, no podía permitir, quería el proyecto a toda costa.

A las 3 de la tarde, Nicholas y su padre se retiraron para ir a comer, lo que le dio algo de libertad a Danielle, para poder llamar a Frida, estaba preocupada, no lo podía evitar. Y no le había enviado un solo mensaje en todo el día.

Acomodada en la sala de descanso, tomó su sándwich de pavo, junto con una taza de té y un par de calmantes para sus dolores menstruales y llamó a Frida.

-Dani...

-Hola ¿cómo estás? –preguntó con suavidad

-Sin casa..., solo conseguí que me dieran 30 días para sacar todo y encontrar otro lugar –lloriqueó como niña pequeña

-Frida... ¿qué fue lo que pasó? Zac, siempre envía el dinero

-No sé administrarlo, me lo gasté –espetó molesta, tomándolo contra la persona equivocada.

-Lo sé, no tienes que ser tan desagradable –soltó harta de sus cambios de humor

-Solo estoy diciendo la verdad –continuó Frida, con la mala leche

-Bájale a la mala onda –le advirtió Danielle

-¡Perdón! Estoy tratando de averiguar qué hacer –soltó como si hablar con ella fuera una pérdida de tiempo

-Vende tus cosas –sugirió molesta.

-¡Ni loca!

-Lo material no te va a alimentar a ti ni a tu hijo

-Odio ser pobre, todo es culpa de Zac, ese hijo de puta mujeriego es el culpable

-Frida, no lo culpes a él, tú tampoco lo quieres -le recuerda-. Bueno solo a su cuenta bancaria.

-Olvidaba por completo que tuviste una cita con el mujeriego retrasado

-No me vengas con eso ahora, tú me engañaste, interrumpiste la cita y me dijiste que eras su novia embarazada.

-¡Lo era! –chilló

-Te embarazaste para amarrarlo, ya no salían

Le recordó ofendida por su acusación. Danielle, no había hecho nada malo, solo estaba en medio de su disputa sin ser consciente de ello.

-Y aun así me dejó sola el hijo de puta sidosa –continuó su berrinche.

-No sé qué le viste, no tiene una gota de responsabilidad en la sangre

-Pero está podrido en dinero

Ahí estaba otra vez la mujer materialista y superficial que era. Danielle, no la soportaba cuando solo hablaba de bienes materiales y bla-bla-bla y Frida, lo sabía.

-Bueno, me avisas si puedo hacer algo por ti

-¿Te quedas hasta tarde?

-Tal vez, el señor Allen, está algo tenso

-¡Qué novedad! Nos vemos mañana.

Y en cuanto cortó una llamada entrante de  parte de Nicholas, iluminó la pantalla del celular de Danielle

-Señor Allen...

-Puedes hacerlo mejor –pidió en tono casi íntimo, cosa que le puso la piel de gallina a Danielle.

Con una media sonrisa instantánea ante su petición, Danielle, tomó una pequeña bocanada de aire y lo saludó nuevamente

-Hola Nicholas ¿qué puedo hacer por ti?

-Mucho mejor –suelta el aire agotado

-¿Va todo bien?

-Sí, solo necesitaba saber que te encuentras bien

-¿Yo? –pregunta sorprendida por la sinceridad en su voz

-Sí, esta mañana estabas bastante pálida y estoy seguro que no desayunaste y te mantuve ocupada por 6 horas seguidas

-Yo...

¡Vaya! Eso sí que no se lo esperaba ¿Nicholas, preocupado por ella? ¿Desde cuándo? ¿Se dio cuenta que estaba con el periodo y que sufre de dolores terribles?

¡Quien era este y qué hizo con su jefe mandón!

-Quiero que te vayas a descansar, ahora

-Pero ya comí un sándwich..., voy a estar bien –dijo de pronto sintiéndose tímida

-Yo no voy a regresar, así que no te quiero en la oficina.

-Pero mi horario es hasta las 6pm... -insistió, no quería que le descontaran estas horas...

-Descansa, mañana será peor

Y lo fue.

Nicholas, estuvo todo el día siguiente en su oficina. Tuvo una reunión de dos hora con Takeshi Kobayashi, en donde Danielle, pudo comprobar cuan presionado por el Japonés, estaba su jefe. El pobre se encontraba al borde del colapso. Y como si no fuera suficiente con todo este proyecto, la junta se negaba a darle prioridad a los documentos, decían tener mucho trabajo antes, insistiendo en que debían respetar el protocolo.

-¡Danielle! Si mato a alguien en las próximas horas tendrás que guardar el secreto

Soltó frustrado mientras caminaba de un lado a otro intentando comunicarse nuevamente con Kobayashi.

-Por supuesto –asintió sin dudarlo

-¡Y el puto Japonés no contesta!

Lanzó el auricular inalámbrico sobre el escritorio y se dirigió directo a Danielle. Ella se encontraba en el sofá rodeada de documentos.

-¿Tienes hambre?

Preguntó serio, tomándola completamente por sorpresa.

-Estoy bien –intentó sonar tranquila, pero verlo alterado y preocupado la ponía nerviosa.

-Otra vez estás pálida ¿qué te pasa? ¿Estás enferma y no me lo has dicho? No te has movido para nada en 8 horas, llevamos aquí 8 malditas horas.

Protestó con esa voz de mando que pone a temblar a la mayoría. Pero no a Danielle, ya estaba bastante familiarizada con ese Nicholas, además era bastante evidente el cómo intentaba controlar su frustración y mal humor..., y además ahora ¿le molestaba que Danielle, estuviera pálida?

-Nicholas, necesitas tomar un poco de aire, estás agobiado –comentó con suavidad

-¿Quieres comer algo conmigo?

Vaya, eso era nuevo. Nicholas, la estaba invitando a comer.

-Solo si es una hamburguesa con papas fritas –sugirió con una sonrisita

-¿Nada de restaurantes gourmet? –comentó acomodándose en el sofá para poder mirarla a los ojos.

-Nada de cerveza en la carta –aclaró divertida

Y entonces Nicholas, rompió en una carcajada ¡Y vaya que se veía atractivo! Se dejó caer junto a Danielle, sin importarle que estuviera aplastando documentos, descansó su brazo a lo largo del respaldo en plan seductor para obtener algo de cercanía

-¿Algo sencillo?

-Sí, y cerca, no es mi intención que te distraigas tanto

-¿No te importa quedarte hasta tarde?

-Ayer me retiré temprano, tengo horas que recuperar –le recuerda con cautela

-No, tú no trabajas más así

-¿Por qué me diste dos cheques?

Preguntó ahora que sacaba el tema ¿Cuántas modificaciones más tendrá pensado hacerle a su contrato original?

Pero Nicholas, fingió no escuchar su pregunta.

-¿Quién de tu familia tenía tan lindos ojos?

-Mi abuela... ¿por qué evitas mi pregunta?

-¡Hora de comer! Son las 5 de la tarde

De un salto se levantó y le ofreció la mano a Danielle, para ayudarla a levantarse. Y era primera vez. Y primera vez que sus manos se tocaban...

-¿Qué tienes?

Preguntó ahora que la tenía de pie junto a él. Su mano estaba fría, pero suave...

-No es nada, ya se me va a pasar –le aseguró

-Te puedo llevar a tu casa si quieres –ofreció hablando muy en serio.

-No, no te preocupes, quiero quedarme

-De acuerdo

Lentamente soltó su mano y fue por su chaqueta, salieron juntos del despacho y esta vez él esperó por ella a que tomara sus cosas. Fueron a comer a un restaurante cerca de la oficina.

-¡Mira eso! Tienen cerveza en este lugar –comentó Nicholas, divertido esperando una reacción por parte de Danielle.

-Al menos no tienes que conducir... –intentó sonar calmada, pese a que intentaba aguantar una punzada de dolor

-¿Tengo que preocuparme? –estaba demasiado pendiente de ella como para no darse cuenta.

-Ya deja de preguntar, me cuesta ignorarlo si estás preguntándome cada 5 minutos –soltó molesta, pero no con él, con el puto periodo.

-Pero qué genio te traes –fingió una mueca de disgusto

-Lo siento, yo..., tengo que ir un momento al baño –dijo levantándose de la me

-¿Ordeno por ti?

-Por favor

Le dedicó una pequeña sonrisa de disculpas antes de desaparecer por un pasillo. Necesitaba un calmante ahora mismo, o Nicholas, no saldría vivo de esta. Por suerte en su bolso siempre había ibuprofenos, así que tomó dos de inmediato y regresó a la mesa.

-De acuerdo ¿harás horas extra hoy?

-Claro, si necesitas que me quede puedo hacerlo

-No quiero que te sientas obligada, menos si te sientes mal

-Prefiero estar en el trabajo distrayéndome que en mi apartamento aburrida.

-Gracias

Boquiabierta lo observó, le acababa de dar las gracias ¿desde cuándo lo hacía? Y desde cuando era así con ella..., algo estaba pasando y no sabía si era bueno o malo.

Al regresar del restaurante, se toparon con Tamara, en el lobby del edificio, y su expresión de sorpresa al verlos juntos alertó a Nicholas, así que de inmediato cambió su actitud amistosa por su típica careta profesional y seria.

-Buenas tardes Nicholas

Saludó Tamara, con un asentimiento de cabeza y la mirada fija en Danielle, quien caminada junto a Nicholas.

-Tamara –soltó en tono severo, casi como un llamado de atención

-Danielle ¿te sientes bien? Estás muy pálida –se preocupó

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