Porque Yo lo digo (COMPLETO) romance Capítulo 15

Había pasado todo un día y Danielle, seguía temblando, con escalofríos y las mejillas igual o más ruborizadas que cuando la dejó Nicholas. Era viernes por la mañana, seguía en la cama en pijamas y despeinada cuando el protagonista de sus pensamientos (y sueños de la noche anterior) llamó, como si supiera que pensaba en él...

-Hola... -saludó Danielle, esperando escucharlo

Pero Nicholas, permaneció en silencio, quería oírla para intentar descifrar si estaría furiosa después del impulsivo y no planeado beso

-¿Cómo estuvo su vuelo? –preguntó para que le hablara.

-Aburrido y largo

-¿La reservación está bien? ¿Necesita que busque otra?

Se apresuró a adoptar su careta "profesional" y centrar la llamada en el trabajo, por favor, quería hablar de trabajo ya que no sabía que decir sobre la otra noche, seguía reviviendo el momento...

-Lo que necesito ahora mismo es... -hizo una pausa a propósito-..., es saber cómo te sientes. Me importa una mierda la habitación de hotel, ni siquiera he llegado, el tráfico es tan espantoso como en casa –protesta con calma, realmente le daba lo mismo el tráfico, solo quería escucharla.

-Bueno ya estoy mejor, así que si desea que haga algo por usted estoy más que lista para volver al trabajo

-No

-¿No? –repitió confundida, removiéndose en la cama ya le había dicho que estaba bien ¿qué más quería que dijera?

-Quiero que olvides el trabajo por un momento y me hables honestamente ¿está claro?

-Sí... -susurró nerviosa

-Y quiero que sepas que no me gustó para nada enterarme que esto te ha sucedido antes y que yo he sido tan idiota como para no prestarte la suficiente atención

-En realidad no tendrías porqué prestarme atención a mí, solo a mi trabajo

  De pronto se sintió extraña, la intención de Nicholas, no era mala, pero le supo a demasiada preocupación, le estaba dando demasiada importancia y no le gustaba hacia donde se dirigía

-Responde –ordenó con calma, aunque no estuviera calmado, más bien estaba inquieto dentro del taxi demasiado aromatizado

-Bien..., las náuseas ya se acabaron y mi rostro comienza a tener su color habitual

-¿Y el malestar que te hacía moverte con lentitud?

-Aun lo..., tengo -susurró sorprendida por lo observador que se mostraba

-Danielle ¡me estás mintiendo! Aun te sientes mal –alzo la voz enfadado

-Estoy bien –insistió

-Escucha, la compañía tiene un buen seguro de salud para los empleados, no solo en caso de accidentes y quiero que lo uses, quiero que te mejores, no que solo esperes a que pase

-No es necesario que te preocupes, para el lunes estaré como nueva Nicholas –le asegura con una tremenda sonrisa, agradecida por sus buenas intenciones

-Pero lo hago

-Son las 9 de la noche por ese lado del mundo, creo que deberías descansar y acostumbrarte a la zona horaria –cambia de tema, ya le había dado demasiada importancia.

-Así que así será -suspira agotado por el largo viaje-. El lunes te quiero a primera hora en la oficina de Tamara, vas a firmar tu contrato indefinido. Nadie te va a sacar de mi lado

-¿Ya no estoy a prueba? –preguntó emocionada

-Claro que no, hace bastante que dejé de ponerte a prueba

-Muchas gracias Nicholas, esto es muy importante para mi..., es algo estable

-El trabajo es tuyo –susurra con esa voz aterciopelada que conseguía que Danielle, se derritiera un poquito al oírla

-Gracias, gracias, gracias –repitió con una risita, acababa de alegrarle la mañana tremendamente, bueno no solo la mañana.

-Espero que sigas así de emocionada cuando regrese

-¡Por supuesto! La sonrisa tonta no se irá de mi rostro en mucho tiempo

-Tu sonrisa no tiene nada de tonta –volvía don seriedad

-Bueno gracias, pero dime ¿hay algo que necesites? Quiero hacer algo por ti –y lo decía muy en serio.

-Piensa en mí...

Su voz seguía estoica, seria y confiada, hablaba muy en serio y eso congeló a Danielle, porque ¿qué se podía decir a eso? Era su jefe después de todo, aunque habían compartido un beso que digámoslo así, seguía fresco en los labios de ambos..., y en los pensamientos en repetición

-Descansa Dani.

Un suspiro después Nicholas, había cortado la llamada hablando muy en serio y dejándola literalmente con la boca abierta y las mejillas aún más ruborizadas. Estaba segura que acababa de recordarle o pedirle..., bueno tal vez exigirle que no olvide el extraño beso que tuvieron..., ese en el que no quería dejar de pensar..., ese salvaje, impulsivo y..., intenso beso

-Buenos día mi Dani, bella

Saludó Jazmin, entrando en la habitación de su sobrina, siempre tan alegre. Pero Danielle, ni siquiera le dirigió la mirada, seguía con la mirada en el techo y el celular contra el pecho.

-Vaya, vaya ¿con quién has hablado que te robó la voz? ¿Has arreglado las cosas con el pediatra sensual?

-Hola tía...

-Pero vamos, ya dime lo que te tiene atontada –pidió sentándose frente a ella al borde de la cama

-Mi jefe llamó y..., el lunes tengo que firmar el contrato ¡ya no estoy a prueba! –chilló lanzándose a los brazos de su tía por un abrazo

-¡Dani, esas son noticias maravillosas! –la apretó con fuerza, sabía cuánto significaba para ella.

-¡Lo sé! Al fin puedo dejar de ahorrar ahora que sé que tendré un ingreso fijo permanentemente

-Estoy muy feliz mi pequeña, al fin podrás disfrutar de tu juventud, espero que te sueltes un poquito más

-Tía Jaz –protesta

-Solo intenta divertirte más seguido y no solo esa única vez al mes cuando sales con las chicas ¿tengo que recordarte la edad que tienes?

-No...

-Piénsalo –le guiña con complicidad

-Deja acostumbrarme, me acaban de dar las buenas noticias –pide con una media sonrisa tímida

-Por supuesto -le acomoda un mechón detrás de la oreja con cariño-. Ese jefe tuyo resultó ser inteligente después de todo, si te dejara ir la estaría cagando a lo grande

-¡Ese vocabulario! –chilló junto antes de soltar una sonora carcajada

Desayunaron juntas, y se pusieron al día. Danielle, le contó sobre el nuevo viaje de su jefe a Japón y que nuevamente se salvó de ir con él.

-¿Por qué te escapas de esos viajes? Es Japón, siempre has dicho que es uno de los países que quieres conocer antes de morir

-No me escapo –murmuró entre dientes

-¿A no? Entonces explícame por qué no fuiste esta vez, si tu jefe te lo pide es porque necesita que vayas con él –insistió Jazmin, sabiendo que había algo que su sobrina no estaba diciéndole.

-Me intimida, quiere que viaje junto a él, no solo con él...

-¿Está pasando algo entre ustedes? –alza una ceja interrogante

-¡No! Claro que no -se apresuró a negar-. Pero es mi jefe y hasta hace un mes o algo era un odioso, impertinente, un endemoniado mandón y criticón, pasar 14 horas sentada junto a él, intentando no dormirme o no decir algo tonto es, bueno difícil

-¿Es atractivo?

-Como el infierno, es un niño rico hecho a mano, Jaz –ríe pensando en los primeros días, cómo solía observarlo, cada movimiento, cada cabello fuera de ese peinado perfecto hacia atrás...

-Un jefe ardiente ¿Cuál fue tu excusa esta vez?

-Ninguna, me pasé todo el día de ayer en cama con el peor periodo del universo, hasta Nicholas, se dio cuenta

-¿Qué andas en los días rojos? –pregunta sorprendida

-No, claro que no. Se dio cuenta que me sentía mal y me obligó a tomarme unos días libre

-Dani, tienes que tomarte la píldora, la doctora dijo que ayuda con los dolores menstruales y a no quedar embarazada, por supuesto –le sonríe con picardía

-Tengo quistes en los ovarios eso lo hace un poco más difícil –se queja

-Ahora que ya puedes gastar en algo más que el pago de facturas debes comenzar a invertir en ti, así que te voy a pedir hora para la próxima semana -afirmó y no aceptaba negativas-. Se acabó el aguantarte esos horrendos dolores, vamos a acabar de una vez con eso señorita.

-Sé que tienes razón, pero siempre olvido tomar las pastillas de lo que sea

-Eres la reina de las alarmas, pon una en tu celular para recordarlo y ya..., o tal vez otro método anticonceptivo te ayude

-Ya veremos, por ahora solo quiero disfrutar de mi cama y alguna película de terror antigua con efectos medio malos –le sonrió como niña pequeña esperando que con eso se acabara el tema

-Tú ganas malcriada –suspira con cariño

Jazmin, la acompañó durante la mitad de la película que escogió ver, debía marcharse al trabajo, ahora mucho más tranquila al saber que su sobrina se encontraba bien.

  Su rutina consistía en pasar por el apartamento a diario, religiosamente paraba a  dejarle algo de cenar para cuando regresara del trabajo. Danielle, no era la mejor cocinera, y le gustaba cuidarla. Se veían una vez por semana para hacer las compras, eso era sagrado, ambas necesitaban de la otra y Jazmin, necesitaba que su sobrina sintiera que aún tiene una familia que se preocupa por ella, le tocó difícil con ambos padres y a Jazmin, la hacía sentir conforme, bien, en paz poder transmitirle esa sensación...

    El reencuentro entre ambas fue devastador, Danielle, intentaba salir a flote luego del desastre que ocasionó su papá, intentando mantener 3 trabajos distintos. Habían pasado más de 12 años desde que se vieron por última vez debido a los celos de la hermana de Jazmin (la madre de Danielle) detestaba el modo en que la miraba su esposo, así que la expulsó de su vida.

Ahora Danielle, miraba "El exorcista", en su viejo notebook, la segunda película del día, cuando escuchó su celular, y lo primero que pasó por su mente fue "Nicholas", se apresuró a buscar el teléfono y a ordenar su cabello, cuando hablaba con él, sentía como si la estuviera observando, y eso la emocionaba..., conocía su mirada oscura, lo había pillado mirándola más de una vez..., pero no, no era él. Cuando consiguió sacar el celular de debajo de su almohada y vio la pantalla le hizo una mueca de disgusto al nombre de Frida, brillando. No quería drama y su amiga lo llevaba en la sangre.

Resignándose a tener una tediosa dosis de Frida, tomó un par de largas respiraciones antes de cambiar su actitud y contestarle bien, con ganas.

-Frida, hola ¿cómo estás?

-Dani, mal, mal, muy mal –lloriqueó y parecía real

-¿Qué pasa?

-Tuve que retirarme del trabajo un par de horas antes, Ian, se cayó y la niñera me llamó histérica porque no deja de llorar

-¿Qué? ¿Pero está bien?

-Se subió a unas cajas y perdió el equilibrio, no consigo que deje de chillar, ya le puse hielo y busqué qué analgésico darle a un niño pero no sirve de nada y no tengo dinero, lo que tenía lo usé para sobornar a la niñera para que no le diga nada a Zac, el papito del año me restregaría este accidente hasta la tumba

-No te desvíes, tu hijo ¿se fracturó? Tienes que llevarlo a urgencias –dijo preocupada.

-Dani -toma aire para decir lo siguiente-. Por favor, por favor, por favor llama a Cameron, estoy desesperada.

-No. Ni hablar

-¡Pero Dani! Ian, necesita un doctor

-No voy a llamarlo, ya acabé con cualquier tipo de comunicación con él. Lo decidí. No quiero volver a verlo –declaró de pronto muy segura de su decisión.

-¿Pero qué mierda estás diciendo?

-No era lo que esperaba –suspira

-Por favor, es urgente –gimotea insistente.

-Llévalo a urgencias, que Zac, se haga cargo

   Sugiere poniendo los ojos en blanco ante su intento por usarla para obtener una consulta gratis. Otra vez.

-¡No puedo hacer eso! Si se entera que se cayó me va a echar la bronca

-Es un niño, los niños son inquietos –insiste Danielle.

-Creo que es un esguince, no ha dejado de llorar

-Tu hijo siempre llora, Frida –entrecierra los ojos no creyéndole mucho

-Llama a Cameron, por favor, no tengo un peso, me van a quitar el apartamento al final del mes, por favor Dani, estoy desesperada

Lo pensó, pero definitivamente no quería tener que enfrentarlo, menos después de su actitud la otra noche en el estacionamiento del restaurante.

-Me pones en una situación difícil

-No puede ser tan imbécil, tienen que hablar en algún momento para solucionarlo –y no fue una sugerencia, era un orden

-Veras..., creo que ya no quiero arreglar nada -suspira sintiéndose aliviada de poder decirlo en voz alta

-¡Estás loca de atar! Es un buen partido, no puedes dejarlo ir –suelta histérica, como si hubiese dicho que se quedará soltera toda la vida

-Oye para, no soy como tú, cazando hombres con dinero por deporte –le advierte molesta.

-No seas tonta Danielle, él te conviene –y allí estaba ese tono altanero que le desagradaba a la mayoría de la gente que conocía a Frida.

-Yo creo que es a ti a quien le conviene, tienes un hijo de porcelana y él es pediatra ¡son perfectos el uno para el otro! –suelta muy molesta

-Llámalo, por favor, por Ian, no por mí, por favorrr –insiste con su lloriqueo lastimero de lo más fingido

-Sabes que tu monstruito no me agrada para nada –le advierte intentando negarse una vez más

-Por favor Dani, no quiero que Zac, me lo quite

-Es tu cheque cada mes -negó con la cabeza-. No entiendo cómo puedes ser tan aprovechadora... 

-Oye yo no pienso trabajar como china toda mi vida como tú

-Basta con tus estupideces, no necesito tus insultos, que altanera, date cuenta que no eres millonaria, no puedes vivir como una reina y no asumir las consecuencias de gastarte el dinero de tu hijo –la acusa ofendida.

-Lo siento, pero no estoy hecha para trabajar

Fue todo lo que dijo con esa voz tan mezquina y cargada de superioridad que la caracteriza. Danielle, realmente no quería tener que ver a Cameron, prefería dejar las cosas así, pero tampoco podía dejar que ese niño malcriado sufriera las consecuencias de tener una mamá tan materialista y superficial, así que guardó silencio unos minutos, tomó aire y finalmente le respondió

-A veces creo que Zac, tiene razón y realmente eres una buena para nada..., aunque ahora siento que solo eres una holgazana

-Llama por favor, te lo ruego –la ignoró y continuó insistiendo con el pediatra

-Es última vez que me usas, rata

No espero protestas, Danielle, simplemente le cortó la llamada. Era viernes por la noche, casi, y hasta hace unos minutos estaba tan tranquila descansando sin preocuparse de nada..., y ahora debía llamar a Cameron. Él imbécil que no le ha devuelto absolutamente ninguna llamada. Para nada. Y eso que se vieron el lunes por la noche cuando se toparon en el restaurante

Cerró su viejo notebook, y se levantó de la cama, de pronto le dolía la cabeza solo de pensar en lo que podría decirle Cameron. Pero no iba a dejar que ese niño malcriado y pesadito como su madre, sufriera las consecuencias, así que llamó a la consulta e intentó conseguir una cita para hoy. Le explicó a quien fuera que estuviera al teléfono que era urgente y que el doctor Russell, era el pediatra del niño, pero la mujer solo le dijo que lo llevara a urgencias si era tan "grave" y le volvió a repetir que estaban todas las citas del día tomadas.

Furiosa colgó, se dio una ducha, se preparó un té y envuelta en una esponjosa toalla se acomodó en el sofá de su sala y volvió a llamar

-Buenas tardes, consulta del Doctor Russell ¿con quién tengo el gusto? –cantó la descarada con voz amable.

-Habla Danielle, necesito hablar con Cameron, por favor

-¿Motivo? –preguntó cambiando el tono de voz

-Personal

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