Porque Yo lo digo (COMPLETO) romance Capítulo 16

Ya había pasado más de una semana desde que Nicholas, estaba en Japón y Danielle, comenzaba a acostumbrarse a sus llamadas fuera de horario, de hecho le gustaban, a veces fingía olvidar lo que tenía que decir y simplemente le preguntaba por su día y la sensación que le producía era reconfortante. Pero esa noche recibió una llamada desde un número desconocido a su celular, no revelaba nada, solo aparecía la palabra "privado" en la pantalla. Acababa de acostarse después de haber accedido a tener una cita con Cameron, necesitaba acompañante para una de esas fiestas refinadas y agotadoras, le dolían las mejillas de tanto sonreír, aunque seguía firme en su postura, por más que intentara besarla o hablarle lindo seguía pensándolo...

Resignada a que si no contestaba ahora su celular seguiría sonando, aclaró su garganta y le dio a contestar...

-¿Hola?

-Hola Dani, es Nicholas -saludó con algo parecido al entusiasmo-. Lamento molestarte tan tarde pero necesito un favor –anunció con la más suave y seductora de las voces.

-Señor Allen... -murmuró sentándose en la cama-. ¿Qué puedo hacer por usted?

-Dejar de llamarme "señor" para comenzar –le recuerda con voz relajada

-Lo siento, Nicholas, estoy medio dormida –se disculpa con una risita

-Así está mucho mejor

-Bueno ¿en qué te puedo ayudar? –rápidamente redirige la conversación, no sabía si era su mente jugando con ella o Nicholas, intentando lanzar frases en doble sentido

-Necesito un favor gigante, tengo que acceder a unos archivos importantísimos del disco duro externo en mi oficina –comienza a explicar

-¿Quieres que te lo envíe por correspondencia? –sugirió soltando un silencioso bostezo

-No confío en nadie para hacer eso, es información muuuy valiosa

-¿Cómo te ayudo entonces? –pregunta preocupada

-¿Por qué no me lo traes tú? –sugiere con voz melosa, intentando hacer que viaje de una vez a Japón

-¿Yo...? Pero el pasaporte... -tartamudea ruborizada por su mente sucia justo en ese momento

-¿Hasta cuándo tendremos ese problemita? –gruñe fingiendo molestia

-Si lo saqué, lo prometo, pero aun no voy a retirarlo..., lo olvidé por completo, lo siento... -susurra avergonzada

-Vas a tener que escribir en todas las hojas de esa agenda fea que "VAS DONDE VAYA EL JEFE" Aunque me tengas que seguir al baño ¿Cómo hago que lo entiendas, Dani?

-Lo lamento... -hace un puchero inconsciente, cambiando su voz a una algo más mimada...

-Vaya..., te perdono –suspira ruidosamente imaginándose el puchero

-Mañana mismo lo resuelvo, lo prometo –insiste sintiéndose culpable, realmente había olvidado por completo el tema del pasaporte

-¿Por qué le haces el quite?

-¿Al trabajo? Nunca –responde evitando el tema

-Hablo de venir a Japón –le repite y contra todo pronóstico suelta una risita de lo más tierna para provenir de él

-Ya respondí eso hace una semana

-Pero no fuiste completamente sincera

-Me intimidas -confiesa-. No quiero decir o hacer algo tonto mientras paso casi 14 horas sentada a tu lado –suelta el aire con brusquedad, ya lo había dicho

-Puede que necesite escuchar alguna bobada para no volverme loco

-Puede..., pero ya, dime qué favor necesitas de mí

-¡Uh! No vuelvas a decir eso –y esa voz seductora estaba de regreso. Sí, el doble sentido estaba en ambos.

-¿Decir, qué? –lo provoca a propósito.

-Olvídalo -sonríe para sí mismo-. Volviendo a ese favor y ya que no puedes viajar a Japón, voy a necesitar que vayas a la oficina, ahora, es el único modo en que puedo acceder a esos archivos, con mi computador encendido

-¡Pero es la una de la madrugada! –suelta para nada contenta con tener que vestirse y salir a la calle a esa hora

-Lo sé y no quiero que te pongas en peligro, pero es realmente muy importante, tengo una reunión con Kobayashi, en unas horas y necesito prepararme, las cosas van mucho más rápido de lo que esperaba, pronto estaremos firmando un contrato preliminar.

-Está bien..., voy a pedir un uber o un taxi –se resignó a tener que levantarse

-No, no, voy a enviar a mi chofer a recogerte y arreglaré todo para que el guardia te espere en la entrada del edificio

-Yo soy la asistente, puedo hacer eso –protesta incómoda con la situación de él haciendo cosas por ella

-Yo lo hago –gruñó.

-De acuerdo y ¿qué tengo que hacer exactamente?

-Encender la computadora, te daré la contraseña cuando estés allí –dijo automáticamente

-Si hubieses llamado un minuto más tarde las cosas serían diferentes, estoy agotada –comenta dirigiéndose al armario por unos jeans

-Lamento tener que hacerte salir de la cama, pero a cambio de este favor mañana tendrás el día libre, y es viernes, todos ganamos

-¿Estás seguro? Puedo ir de todos modos, solo tendré ojeras horrendas –comenta imaginando las bolsas grises bajo sus ojos

-Nada en ti es horrendo –dice muy convencido de ello

-...gracias –susurra ruborizada

-Te llamaré en 30 minutos, prepárate para salir

-Sí señor

-Y allí estás otra vez –ríe negando con la cabeza y cuelga.

Con aquel último comentario flotando en su mente Danielle, se metió en unos jeans, un sweater, zapatillas y aguardó a que el chofer llegara a recogerla.

El trayecto fue rápido, no había muchos autos en la calle a esa hora. Estaba a un par de calles cuando Nicholas, volvió a llamarla.

-Estoy llegando –fue lo primero que dijo Danielle, al contestar la llamada de Nicholas.

-Perfecto, me mantendré en línea hasta conseguir acceder a esos archivos

-De acuerdo –suspira silenciosamente, por alguna razón se encontraba nerviosa. Estaba raro, extrañamente comprensivo.

-Háblame de las cosas en la oficina ¿siguen cumpliendo con los itinerarios diarios? Porque cuando hablamos nunca tocamos ese tema, ni siquiera mencionas a la secretaria

-Todo funciona Nicholas –dice con brusquedad al oír el nombre de Frida

-Defiendes a la secretaria -afirma-. No seas tan buena con ella, su trabajo es mediocre, debería comenzar a buscar un reemplazo

-Tú eres el jefe, toma la decisión que creas correcta

-Noto cierta hostilidad en tu dulce tono de voz –bromea medio en serio.

-Somos amigas... -murmuró para nada convencida de aquello

-No sé qué hizo para merecer tu amistad, pero veo que eres la única que pone de su parte, no seas ingenua, solo te usa porque sabe que me simpatizas y que no tienes problema en decirme lo que sea, a diferencia del resto que solo trata de decir lo que piensan que quiero oír

Mientras hablaban llegaron al edificio, el chofer le abrió la puerta a Danielle, y la ayudó a bajar, por órdenes de Nicholas, no la dejó sola hasta que puso un pie en el lobby, donde saludó al guardia con un asentimiento de cabeza y lo siguió hasta los ascensores.

-No digas eso

-Todos lo ven menos tú, alguien tiene que abrirte los ojos

-Ya llegué... -ignora su comentario-. Este lugar se ve tan tenebroso como el estacionamiento

-Tranquila que el lobo feroz está al otro lado del mundo..., en Japón, y no podrá devorarte, por ahora –ríe como si se tratara de una conversación casual

-¡Vaya! Creo que te ha hecho bien respirar todo ese aire asiático, hasta bromeas, y no lo haces mal –soltó con humor pese a su comentario insinuante

-Allí está la odiosa que extrañaba ¿dónde te habías ido Ross?

  Riendo suavemente Danielle, salió del ascensor en el piso 16 y caminó pegada al guardia de piso que la esperaba, mientras que Nicholas, le comentaba algo sobre las mujeres japonesas y su tolerancia al carácter ejemplar que todos debían demostrar en sus trabajos.

-Gracias por encender las luces Greg –susurró Danielle, al guardia mientras avanzaban

-¿Quién está allí contigo? –espetó con ese malgenio que lo caracteriza

-El guardia de planta, ya sabes, el que se pasea por los pisos de Imperio Co. Por las noches –suelta con sarcasmo

-Bien, no lo molestes entonces, que haga su trabajo y tú ve a mi despacho de una vez –ahora estaba molesto.

-Sí, don gruñón

-¡Escuché eso! Graciosita...

-Para eso lo dije..., ahora voy a dejar de escucharte un momento, tengo que buscar la llave de tu despacho en mi escritorio –le informa dirigiéndose a su puesto de trabajo.

-¿La dejas con llave?

-Sí, como no estas..., es por seguridad –explica abriendo un cajón

-No eres tan bruta después de todo

Idiota

Ignorando el hecho que Nicholas, siguiera hablando, Danielle, se metió el celular en el bolsillo trasero de sus jeans y terminó de sacar la llave de su escondite. Abrió el despacho, encendió las luces y ya cuando acababa de llegar al escritorio ejecutivo ultra espacioso de Nicholas, retomó la llamada

-Listo, estoy encendiendo la computadora –anunció

-¿Dónde te metiste el celular? ¿En el culo? -comenzó a protestar-. ¿Escuchaste algo de lo que dije?

-No y sí, lo tenía en el bolsillo trasero del pantalón –gruñe conteniendo las ganas de decirle alguna pesadez

-...qué afortunado –suspira con fuerza

-¡Basta! Eso fue absolutamente inapropiado. Mejor ya dime qué hago ahora

-¿Estás ruborizada? –la provoca

-No, la computadora ya está encendida, pide la contraseña –intenta ignorarlo

-Si lo estás, no te avergüences de tu anatomía

-Nadie dijo que me avergonzara –se defiende

-Entonces el rubor en tus mejillas es debido a... -deja la frase inconclusa para que ella la termine

-Deja de pensar en mi "anatomía" y ya dime que quieres que haga, tengo sueño y no querrás verme convertida en un ogro, porque te aseguro que soy peor que tú

-Una fiera

-Voy a cortar y volver a mi cama –le advierte

-Mmm, ya me gustaría ver eso

-¡Nicholas! –levanta la voz sorprendida y molesta por sus comentarios

-No seas aguafiestas, estoy aburrido con los Japoneses, no saben bromear, es todo cortesía y trabajo..., excepto el pesado de Kobyashi

-¡Acabas de llamarlo pesado! –ríe al escucharlo, nunca usaba esa palabra

-Lo hice

-Por curiosidad..., si necesitas lo que sea que necesites de tu disco duro para una reunión en unas horas más ¿cómo ibas a hacerlo si accedía a ir hasta Japón?

-Podría improvisar

-¿Y hiciste que saliera de la cama por gusto? Eres un descarado

-¡Bien! Solo quería que vinieras hasta el otro lado del mundo para verte

-¿Para verme? –repite sorprendida

-Sí, te veo más que a mi familia ¿no puedo extrañarte?

-¿Tú me...? ¿Me estás tomando el pelo? Sí..., estás jugando conmigo

-Quien sabe...

-Ya basta, deja de decir esas cosas y dime qué quieres que haga, tengo sueño

-Está bien muñeca, presta mucha atención –ordena resignado a dejar la conversación.

-No me llames muñeca

-Pero a ti no se te puede dar en el gusto nunca, mujer tenías que ser

-Ya, ya, dime la maldita contraseña, o me acuesto en tu sofá y no conseguirás tus documentos

-Sí señora

-SE.ÑO.RI.TA, insolente –protesta con voz chillona

-Milady

Riendo Danielle, volvió a insistirle hasta que dejó las bromitas, le dio la contraseña y siguió sus instrucciones, todos sus documentos estaban protegidos por contraseñas y ninguna era la misma.

-Mañana quiero hablar contigo Dani

-Sí, mañana por favor –bosteza esta vez sin esconderlo

-Por videollamada, quiero verte, y lo digo en serio –su tono juguetón había desaparecido por completo

-Me ves todos los días –protestó como niña pequeña

-Y no es suficiente, si estuvieras aquí conmigo haciendo tu trabajo asistiéndome no estaría pidiéndote una mísera videollamada –insistió en el mismo tono serio

-Ya, ya machote, mañana, pero te advierto que mi rostro no será el más amistoso

-Tu rostro es amistoso y atractivo

-¿Puedes dejar de hacer eso? –pidió casi en un murmullo

-¿Hacer qué? –preguntó risueño

-De decirme cosas lindas al teléfono ¡dilas a la cara! –lo provocó

-De acuerdo, lo haré –coincidió con ella.

-¿Me puedo ir ahora?

-Despídete de mí –ordenó muy en serio

-Fue un gusto interrumpir mi sueño por ti Nicholas, ahora si no necesitas más de mí, me retiro, que descanses, ten una linda reunión y no te quedes despierto hasta tarde, tu atractivo rostro sufrirá las consecuencias, cuidado con el saque y no quiero ver ojeras mañana, besitos, adiós

-Sueña conmigo, preciosa

-Ya basta, pesadito

-Directo a la cama

-Sí señor

-Milady

Con mariposas asesinas en el estómago Danielle, dejó todo tal cual, cerró la oficina y se fue a casa, estaba muerta de sueño pero también muerta de curiosidad por saber qué quería decirle Nicholas, por videollamada.

   La mañana siguiente Danielle, se permitió llegar a las 10 de la mañana a la oficina, no quiso tomarse el día libre como se lo había ofrecido Nicholas, estaba demasiado inquieta por el misterio.

-Vaya, vaya ¿ahora tienes privilegios?

  Esas fueron las primeras palabras que salieron de la boca de Frida, cuando la vio aparecer en el piso.

-Buenos días a ti también Frida –la ignoró y siguió su camino al escritorio.

-¿Por qué estas llegando a esta hora?

-No es asunto tuyo..., ni de nadie, así que no podrás chismear

-Yo no chismeo

-¿A no? ¿Entonces que hacías con Jordan, ayer por la tarde? Y no me creo que estés saliendo con él, porque millonario no es –suelta muy en serio

-¡No me hables así! –chilló furiosa

-Mis disculpas, señora –no pudo evitar el sarcasmo en su voz

-Para con la mala leche

-¿Yo? -esta tenía cara-. Bien, necesito la correspondencia del señor Allen y los informes que ya deberían estar aquí, los recados y citas que hayan hecho también

-Llegaste mandona

-No, llegué a trabajar no a pintarme las uñas en mi puesto de trabajo –señala el escritorio de Frida

-Baja las revoluciones que tú no eres mi jefa

-De acuerdo, llamaré a personal y presentaré una queja contra la secretaria del señor Allen, por no querer hacer su trabajo –dice de lo más tranquila mientras cuelga sus cosas y enciende su computadora

-¡Tú no vas a hacer eso!

-Y tú vas a dejar de gritar, vas a mover las piernas y a traer lo que te he pedido

-Bien

-Listo, todos felices –Gruñe Danielle, tomando asiento

-¿Se puede saber que mierda te pasa? –se cruza de brazos sin intenciones de marcharse

-Nada, pero si no me traes lo que te he pedido sí que me va a pasar algo –le advierte y esta vez iba muy en serio

-¿Es porque te hice ver a Cameron?

-No

-Sí, si lo es ¡no seas niñita! Tenías que arreglar las cosas con él

-No quiero que te vuelvas a meter en mi vida privada, y olvida que tengo o tuve algo que ver con él, porque no voy a volver a ayudarte a seguir mendigando, ahora fuera de mi vista

-No voy a...--

-¡Fuera! –alzó la voz antes que consiguiera quejarse del todo

-¿Qué te pasa?

-Tengo sueño y ya no te soporto, trabaja, gánate el dinero o te vas a quedar en la calle –la provoca harta de verla de pie sin intenciones de trabajar cuando ella misma lo único que quiere es ponerse al día

-Eso fue un golpe bajo, sabes lo delicado del tema

-¿Has hecho algo para solucionarlo?

Frida, no dijo nada, simplemente le sostuvo la mirada con odio, con ganas de sacarle los ojos.

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