Porque Yo lo digo (COMPLETO) romance Capítulo 22

-¿Te fuiste de fiesta un domingo?

Eso fue lo primero que preguntó Frida, al ver a Danielle, sentada en su escritorio muy quieta y con los ojos cerrados, estaba pálida como el papel y con ojeras tan oscuras que se notaban desde recepción.

-¡No lo puedo creer!

Chilló al no obtener respuesta

-¿Fue con Cameron?

Le preguntó casi con emoción, aunque solo era entusiasmo por saber un nuevo chisme, pero solo provocó que Danielle, levantara la vista de golpe y le lanzara rayos por los ojos

-No lo vuelvas a nombrar, no quiero saber nada de él, en todo lo que me queda de vida

Danielle, nunca había estado tan molesta furiosa con alguien como lo estaba con Cameron..., bueno si, con una persona, su madre. Pero eso era un caso aparte. Ahora que comenzaba a salir de su estado de shock la ira apareció al instante. Pero su dura expresión no duró mucho, rápidamente cambió al notar la sorpresa en el rostro de Frida, su rostro estaba al descubierto

-Mierda ¿quién te pegó? –preguntó observando el moretón junto a su ojo izquierdo

-No molestes –murmuró intentando evitar su mirada

-¿No me digas que fue Cameron? –abrió mucho los ojos al notar la mueca que hizo Danielle, al escuchar ese nombre

-Frida..., no quiero hablar, me..., me siento mal... -pidió conteniendo una arcada

-Ay no, ve al baño, vamos ¡levántate! –gritó dramatizando

-Aléjate..., tu perfume me revuelve el estómago

-Dani, ve al baño, estás amarilla de tanto contener las ganas

-Solo serán unos minutos –promete levantándose de su silla

-No necesito explicaciones, te ves terrible

Con cuidado se alejó de su escritorio y caminó hacia el baño, tomaba pequeñas respiraciones para evitar vomitar, pero no pudo más y se encerró en el primer cubículo a su paso para dejar salir todo. Ella no era de las que bebían al extremo de quedar inconscientes y no recordar nada, sabía lo que había hecho, pero si se le pasó un poco la mano

Cuarenta minutos más tarde Frida, llegó con un té de manzanilla, la observó sorprendida, Danielle, estaba frente al espejo, sin la chaqueta del traje, igual de pálida. Intentaba hacer que bajara el dolor en su rostro poniéndose agua fría con cautela, le dolía mucho.

-No puedo creer que te haya hecho eso, él..., se veía bastante decente –comenta muy en serio

-Creo que nos equivocamos... -se giró hacia Frida

-Bebe un poco, según internet la manzanilla es buena para los malestares

-Gracias Frida...

-¿La muñeca también fue obra del violento?

-¿Qué?

Confundida observó su muñeca al descubierto y si, tenía marcados los dedos del imbécil. No lo había notado, así que su reacción instantánea fue tirar de su blusa para cubrir

-No te escondas, no es necesario

-Yo..., me siento..., avergonzada –confesó con la respiración acelerada

-No ¿Por qué?

-Por haber permitido que me hiciera esto en la cara

Con los ojos llenos de lágrimas, volvió a poner su mano con un poco de agua fría sobre su rostro, conteniéndose, no quería volver a llorar por él

-¡Frida!

Sintieron la voz de Tamara, antes de verla entrar en el baño

-Frida, aquí estas -le lanzó una mirada severa-. El teléfono no deja de sonar en tu escritorio, ve enseguida, por favor

-Corro

Y antes que el regaño fuera peor salió del baño y las dejó a solas.

-Danielle

-Solo un minuto, ya regreso a mi escritorio –le aseguró, pero su expresión era preocupante

-¿Qué pasa?

-Nada, nada..., yo...

-Tranquila, toma tu tiempo –le sonrió con amabilidad y preocupación

-Gracias

Tamara no le dijo nada más, solo dio media vuelta y se marchó.

Sintiéndose hundida en un agujero de emociones Danielle, quitó la mano de su rostro, estaba morado e hinchado, y no podía evitar sentir odio hacia Cameron, pero tampoco podía dejar de pensar en su tía y en Nicholas, en cómo le había cerrado a puerta en la cara cuando él solo quería ayudarla.

Bebió un sorbo del té de manzanillas y fue todo, regresó al cubículo a vomitar, no conseguía dejar de sentirse mal.

-¿Te sigue doliendo el estómago?

-¿Amanda?

La voz débil de su amiga la preocupó en serio, seguía encerrada en el cubículo y no dejaba de vomitar.

-Sí, soy yo Dani -le habló con suavidad desde el otro lado de la puerta-. Vine a recogerte, te voy a llevar a casa

-Yo... ¿cómo...?

-Frida, me llamó –responde con paciencia

-Oh

-Me dijo lo que te hizo el infeliz, ábreme la puerta Dani

-Soy un desastre, no quiero que me veas así... -murmuró con la voz quebrada

-Somos amigas, voy a hacer que te sientas mejor, lo prometo

Angustiada, se levantó del piso, bajó la tapa del inodoro y se sentó, estaba agotada.

-Tenemos que salir de aquí, es tu trabajo, en cualquier momento puede entrar alguien y no queremos que haya chismes ¿verdad Dani?

Le quitó el seguro a la puerta y la empujó para que se abriera con suavidad.

-Dani... -jadeó sorprendida al verla

-Amanda, ten...

-No, no hace falta, Frida, ya me dio todas tus cosas, solo vámonos de aquí

-Gracias por venir

-No, no hace falta

Con una media sonrisa Amanda, tomó de la mano a su amiga y la sacó del baño, se despidió de Frida, y bajaron hasta el estacionamiento subterráneo. Buscaron el auto y se fueron hasta el apartamento de Danielle.

El ascensor para variar estaba fuera de servicio, así que las chicas tuvieron que subir por las escaleras, y fue el ascenso más lento de la historia, Danielle, seguía con náuseas y en cuanto llegaron a su piso ella nuevamente acabó en el baño

-¿Qué fue lo que te metiste? Dani, estás muy mal, tal vez sea mejor ir al hospital

-No, solo tengo..., solo tengo que sacarlo todo, voy a..., a estar bien –dijo tomando pequeñas respiraciones, cansada...

-Levántate, vamos a llevarte a la cama, tal vez puedas dormir un poco –sugirió Amanda, intentando levantarla del piso

-No, no..., déjame aquí –cerró los ojos y se preparó para otra descarga

-¡Maldición! Voy a llamar a Mika, ella debe tener algún truco para parar esta mierda

-No le digas..., no le..., por favor

-Dani, no lo ocultes, eso no fue tu culpa, donde pille a ese hijo de puta, lo despellejo

-No si lo hago yo primero...

Con una media sonrisa, Amanda, fue hasta la sala, buscó su celular para llamar a Mika, pero entonces el teléfono de Danielle, comenzó a sonar y no se detuvo, así que lo sacó del bolso y miró la pantalla, aunque no sirvió de nada, la pantalla estaba rota, por suerte aun podía darle a contestar

-Hola ¿quién es? –soltó de mala gana

-¿Quién eres tú? Pon a Danielle, ahora

-No, está indispuesta... ¡¿No serás el infeliz de Cameron?! –chilló de pronto furiosa

-¡Claro que no! ¿Quién eres?

-Soy amiga de Danielle, ya dime qué quieres, no tengo tiempo para esto –gruñó con ganas de colgar

-Soy Nicholas, quiero hablar con Danielle

-¿Estás preocupadito por ella? –preguntó con una resplandeciente sonrisa al averiguar quién era él.

-Me enteré que no se encuentra bien, quiero saber de ella

-Está con una seria intoxicación, todo por culpa de ese maricón, el muy infeliz le pegó y ahora está muy mal

-¿Le hizo daño? ¿Qué tiene?

-Creo que el daño es más emocional que físico, aunque su rostro está feito

-Mierda ¿sabes el apellido del imbécil?

-Russell

-Gracias –respiró con fuerza y colgó.

Amanda, en cambio estaba encantada con que estuviera tan interesado en su amiga, pero no le diría que su jefe llamó, al menos no hasta que se encontrara mejor.

Pasó toda la mañana y la tarde en cama, tenía fiebre, así que tuvo un paño húmedo en la frente todo el día, y un pedazo de carne en el rostro para bajar el dolor e hinchazón.

Nicholas, decidió que debía regresar ese mismo día a casa, no llevaba ni 24 horas con Kobayashi, pero a estas alturas el japonés no era su persona favorita, así que le inventó un asunto de trabajo y le prometió regresar lo antes posible para continuar con el viaje.

Averiguó todo lo que necesitaba saber, para él, eso era fácil, una simple llamada y listo. A las seis de la tarde ya estaba de regreso en la ciudad, furioso y decidido. Se fue directo a la consulta de Cameron, aunque no sabía muy bien lo que haría cuando lo viera, pero si tenía muy claro que iba a hacerlo sufrir

-Hola encanto ¿traes a tu peque? –Amelia, seguía trabajando allí

-¿Disculpa? -soltó Nicholas con brusquedad, no le gustaba para nada la familiaridad con que le hablaba la rubia

-Tu hijo ¿se atiende con el doctor Russell o es primera vez?

-No. Necesito hablar con tu jefe ¿puedes ayudarme? Serán solo unos minutos

-Mm.., si me lo podes así –le agita las pestañas con coquetería

-Es importante, no quiero que tengas problemas –intentó sonar comprensivo pero no era lo suyo

-Descuida, te voy a meter antes de la consulta siguiente, no tardará mucho

-No he oído tu nombre

-Amelia –le guiña

-Gracias, Amelia

Con su ya habitual expresión, se alejó unos pasos de recepción, hizo una llamada y enseguida Amelia, le hizo señas para que se acercara

-Listo, ya puedes entrar.

-¿No necesitas anunciarme?

-No, ve, él está esperando a su siguiente paciente

-De acuerdo

Tomando una larga respiración, Nicholas, caminó hasta la puerta de la consulta y entró. Allí estaba Cameron, sentado frente a su escritorio tecleando algo en el computador.

-Así que tú eres el tal Cameron

Dijo Nicholas, con desprecio en su voz, analizándolo con la mirada, si, era atractivo, y eso lo hacía enfurecer más, la había tocado, este imbécil mucho más grande que ella la había golpeado

-¿Quién eres tú? –soltó Cameron, levantándose de su silla de golpe

-Sabes quién son –lo desafía con la mirada

-¿El jefe de Danielle? -rió con ironía-. ¿Qué quieres? Vamos, dime y lárgate de aquí, estoy ocupado

-¿Tienes prisa? Porque yo tengo todo el tiempo del mundo

Nicholas, avanzó evaluando la postura de Cameron. Estaba sorprendido de verlo, pero algo en su expresión le decía que lo esperaba, tal vez no de él, pero si la consecuencia de haberla golpeado a sangre fría.

-Mira imbécil, no vas a venir a mi lugar de trabajo y exigir "justicia" por esa zorra, olvídate de ella ¡no vale la pena!

Un segundo después el puño de Nicholas, estaba en la perfecta nariz de Cameron, y por el sonido que hizo al estrellarse, era bastante obvio que la había roto.

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