Porque Yo lo digo (COMPLETO) romance Capítulo 23

-¿Dani?

-...Hola –sonrió nerviosa

-¿Qué pasa?

Preocupada Mika, se acercó a Danielle, y con su instinto más maternal tomó una de sus manos

-Estás temblando

-Yo...

Lo meditó, tomó un par de cortas respiraciones, observó los rostros de sus amigas y aun con el pulso acelerado se trabó, no sabía qué decir.

-¡Suéltalo!

Gritó Amanda, con impaciencia. La música en el club estaba demasiado alta como para escucharla. Sí, la cena entre semana acabó en su club preferido.

-Un..., un ¿extraño? Acaba...., acaba de besarme

Ella sabía quién la había besado pero aún no estaba lista para contarlo

-¿Un qué? –repitió Amanda, incrédula con una tremenda sonrisa en el rostro, orgullosa de su amiga

-Me besó y bueno..., lo besé, pero tuve que sacármelo de encima porque se estaba frotando contra mí... -contó acalorada de tan solo recordarlo

-¡Tenía una erección! –chilló Amanda, emocionada

-Sí, bastante evidente –afirma con una risita

-¡Vaya Dan! Creo que te dejó mal –bromeó Mika, sorprendida. Danielle, siempre había tenido precaución a la hora de los hombres

-Bueno, bueno ¿y la cara de espanto por qué es?

-¡Amanda! No la molestes –protesta Mika, regañándola

-Nunca me habían besado así –suspiró pensativa, llevándose una mano a la boca, imaginando el tacto de esos labios...

-Entonces fue bueno, es lo importante

-Y que lo digas Ams, mira como me dejó de tiritona

Las tres rieron con ganas ante la sinceridad de Danielle, estaban contentas de verla repuesta. No les gustó para nada ver lo que el idiota de Cameron, había causado en su amiga.

-Muy bien chicas locas, necesito un poco de aire, no se emborrachen, mañana hay que trabajar –anunció Danielle, sonriéndoles con cariño

-¿Te acompaño Dan-Dan?

-Estaré bien Mika, ya regreso

Con las mejillas rosadas atravesó el mar de gente a pesar de ser miércoles, el lugar estaba lleno. Afuera buscó un lugar apartada de los fumadores y apoyada en la pared cerró los ojos y disfrutó de la fría brisa..., y nada más eso bastó para volver a ese intenso momento...

  Había corrido al segundo nivel del club en busca del baño, las chicas se habían vuelto locas bebiendo piña colada así que con la vejiga llena entró, hizo la fila dando pequeños saltitos para contenerse y 5 minutos después sintiéndose ligera como una pluma se miró en el espejo retocó su labial, ordenó sus ondas naturales y salió de allí

Y entonces lo vio

Apoyado contra la pared estaba Nicholas, con su clásica mirada seria que nada dejaba ver, concentrado en la puerta aguardó hasta que finalmente ella salió. Vistiendo unos elegantes pantalones azul marino y una camisa negra ajustada, la observó de pies a cabeza, lucía demasiado tranquilo para lo que estaba por suceder.

Con extrema tranquilidad Nicholas, sacó las manos de los bolsillos de su pantalón, acortó la distancia con la mirada fija en esos hermosos ojos azules y con toda la calma del mundo sostuvo el rostro de Danielle, con suavidad. Aproximó su rostro lenta y seductoramente a esos labios que gritaban ¡bésame!

Depositó el más suave de los besos en sus suaves y generosos labios, con los ojos siempre cerrados disfrutando del momento le succionó el labio inferior y entonces empujó su lengua a un ritmo vertiginosamente pausado, y eso era nuevo, no era precisamente el hombre más paciente, pero ella le provocaba serlo ¡Y le encantaba!

Sedujo su boca hipnotizándola con la intensidad, las sensaciones, su toque tan delicado y vehemente, su aroma a hombre, no quería que parara, ojalá durara eternamente esta sensación de estar en las nubes

Y de pronto estuvo presionada contra una pared a la que nunca se enteró que se había dirigido, con Nicholas, sobre ella presionando su cuerpo, sintiéndolo en las partes adecuadas la suavidad se marchó, ahora este hombre estaba excitado, con ella. Por ella... Nicholas, se volvió más intenso, sus manos abandonaron el delicado rostro de ella y las dejó caer por los brazos de Danielle, haciendo el caminito hasta llegar a su estrecha cintura, agarrándola con fuerza la posicionó justo como deseaba. La acarició con movimientos circulares de ambas manos, pero solo unos instantes, sus dedos picaban por llegar a ese trasero que a diario se burlaba de él por no poder tocarlo. Pero hoy sí que lo hizo. Sacó las garras y se aferró a cada nalga, a esa parte de ella que le encantaba mirar y comenzó a frotarse con insistencia para intentar controlar el fuego en su entrepierna...

Sofocada por el calor y la excitación Danielle, cortó el beso ladeando la cabeza en busca de aire, Nicholas, estaba siendo demasiado intenso

-¿Qué pasa? –preguntó Nicholas, jadeante

Danielle, no respondió nada, solo tomó un par de respiraciones mientras lo miraba a los ojos intentando recobrar el aliento o el habla

-¿Le temes a estar con un hombre de verdad? –soltó con arrogancia el muy creído.

-¿Qué? –casi se echó a reír. Niño rico engreído presente.

-Me tienes miedo –sonríe con suficiencia, orgulloso del efecto Nicholas

-No te tengo miedo, solo ya fue suficiente –se encogió de hombros fingiendo un poco de indiferencia a lo que su cuerpo demandaba

-Estoy apenas comenzando contigo –se inclinó y le mordió el lóbulo de la oreja continuando con su "cortejo".

-De..men..te.. –susurra provocadoramente lento...

Nicholas, volvió al ataque, aunque esta vez le comió literalmente la boca y sus manos la toquetearon por todas partes con ansias.

-Que tengas una linda noche –dijo Danielle, en un jadeo sobre sus labios

Y agarrándolo de las muñecas quitó las gloriosas manos de Nicholas, de sus pechos y se marchó tranquilamente.

Punto para Danielle.

Lo dejó en blanco y boquiabierto observando cómo se alejaba contoneando las caderas con descaro.

De regreso con sus amigas, luego de calmarse y disfrutar de un momento a solas, bebió una copa mientras las tres bailaban al ritmo de Bruno Mars. Siempre disfrutaba estando en su compañía, eran las únicas que conocían su pasado y no les importaba. La apreciaban por lo que es no por lo que tenía.

-¡Quiero otro! –gritó Danielle, sobre la música señalando su copa

-¡Date prisa! Y no te entretengas por ahí –le guiña Amanda, con complicidad

-Si claro, voy a encerrarme con un extraño en el cuarto de aseo –bromeó recordando una de las aventuras de su amiga

-¡Oye! Al menos huelen a limpio, no como los baños

Sonriente se dirigió hasta la barra a pedir su siguiente copa, estaba sedienta así que apenas la tuvo en las manos le dio el primer sorbo, sacó un billete del diminuto bolso que llevaba cruzado, pagó por su bebida y bebió otro sorbo, entonces unas manos se apoderaron de su cintura, pero a diferencia de otras ocasiones en la que los hombres intentaron sin resultados hacerse los seductores, ella no se alarmó, sabía a quién le pertenecían los dedos que se enterraban en su cintura, así que se recostó sobre ese fuerte y musculoso pecho, acurrucándose muy a gusto. Pero al levantar la mirada y observar la expresión ene l rostro de aquel hombre, se encontró con un ceño fruncido y esa cara de enojón que solía encontrar cada mañana.

Con decisión Nicholas, la giró para tenerla de frente y no esperó un solo segundo más para atraerla en un beso exigente pero breve, muy territorial.

-¿Qué fue eso?

-No vuelvas a inclinarte de ese modo, todos estaban mirándote el culo

-¿Y? solo miraban –se encogió de hombros conteniendo una sonrisa

Soltando un gruñido y echando humo por la nariz Nicholas, le rodeó la cintura pegándola a su costado y sin decir una palabra más la guio entre la gente alejándola de ojos demasiado "curiosos" hasta llegar a un baño para discapacitados que Danielle, ni siquiera sabía que existía. Aun con su copa en la mano observó la diminuta habitación donde la había empujado Nicholas, papeles en el piso y poco higiénica. El endemoniado de meses atrás jamás se habría "aventurado" a entrar en un lugar así.

Dejando su copa en el interior del lavabo, Danielle, observó todos los movimientos de Nicholas, a través del espejo. Con suma lentitud le puso el seguro a la puerta, se giró y sosteniéndole la mirada avanzó hasta estar pegado a ella. La aprisionó apoyando una mano a cada lado de su cuerpo y sin más comenzó a frotar el bulto en su entrepierna contra su redondo y apetitoso trasero teniendo que doblar un poco las rodillas para encajar como dos piezas de lego.

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