Porque Yo lo digo (COMPLETO) romance Capítulo 24

Cuatro horas de sueño, si claro, como si después de lo sucedido en un baño para discapacitados probablemente lleno de fluidos de extraños, pudiera olvidarse fácilmente. En su cabeza Danielle, tuvo sexo toda la noche

PORQUE NO PENSÓ EN OTRA COSA

Cuando su despertador sonó la mañana siguiente solo una ducha consiguió que abriera un poco los ojos. Odiaba el café, pero esa mañana sentía que si no conseguía uno sus ojos se iban a cerrar y nada conseguiría abrirlos en al menos 8 horas.

Pasó por el Starbucks que está a una cuadra de la oficina y compró el vaso más grande que tenían. Café con leche, eso era lo máximo que su estómago aguantaría.

Con un desastroso peinado subió a la oficina, hizo todo su recorrido, tomó correspondencia y demás. Encendió los computadores, incluyendo el de Nicholas, esperaba que de una vez por todas regresara a su puesto.

A las 8 de la mañana le entregaba unos documentos a Frida, cuando Nicholas, apareció por el ascensor, le lanzó la típica mirada de desprecio a su secretaria y ladró al pasar por su lado

-Ross, en mi oficina ahora.

Y siguió su camino, entró en su despacho soltando un portazo ruidoso.

-¿Qué le pasó? Que fastidio tenerlo de regreso –protestó Frida

-Eso lo dices porque eres una holgazana –la regaña por su comentario

-Ve con tu jefecito y déjame disfrutar un poco más de mi libertad

-Lleva los documentos ahora, no esperes a que llamen pidiéndolos, mueve el trasero

-¡Sí jefa!

Ignorando su protesta, Danielle, se acercó a su escritorio por su Ipad, para tomar notas, no sabía lo que quería Nicholas...

Y no tuvo que preguntarlo, apareció con impaciencia junto a ella, la agarró del codo y la arrastró al interior de su despacho cerrado y muy privado...

Contra la misma puerta la besó desesperado por revivir lo ocurrido la noche anterior. Danielle, no era la única que no consiguió dormir. Con sus fuertes manos le agarró el trasero con fuerza y la pegó a su erección. Acababa de llegar y ya tenía una. Se frotó con ganas mientras no paraba su apasionado y lujurioso beso succiona vidas.

En una abrir y cerrar de ojos los pantalones de Nicholas, estuvieron en sus rodillas y sus dedos luchaban con la falda de Danielle. A tirones se la subió hasta dejar libre sus muslos y su ropa interior

-Oye Nicholas...

Intentó detenerlo, pero enseguida tuvo su lengua en las amígdalas, el exigente beso la atontó, eso y sus manos en todas partes. Pero él, sabía lo que quería y sin preámbulos fue directo a ello. Le bajó las medias y la ropa interior de un tirón, borracho de deseo se agarró el pene y la penetró hasta el final de una sola estocada, soltando un fuerte y placentero gemido

-¡Oye!

Chilló Danielle, intentado empujarlo para que se calmara un poco. Pero Nicholas, la ignoró e inició el vaivén brusco de sus caderas, golpeando la puerta con escándalo, por suerte era una puerta resistente y no hacía tanto ruido como los gemidos que salían de su garganta... Sin nada más que rendirse le rodeó el cuello y lo besó intentando silenciar su locura, estaba un poco nerviosa por el hecho de que alguien podía descubrirlos, pero Nicholas, no dejaba de gritar de placer, así que no le quedó más remedio que cubrirle la boca con ambas manos.

Por suerte el cabeza dura se dio cuenta que golpeaba sus caderas con demasiada fuerza y alzándola en el aire dio tres pasos hacia el lado, la acomodó a su altura y continuó con su impulsivo round.

Un desastre, así es como lucían al acabar. Nicholas, se quitó las manos de Danielle, de la boca y la besó apasionadamente por varios minutos, usando ese momento para calmar sus respiraciones, pero sin dejar de estar unidos.

-Ya..., ya puedes...

Jadeó Danielle, sin conseguir acabar la frase, pero Nicholas, la entendió perfectamente. Lentamente se apartó, la observó correr al baño privado del despacho con el precioso trasero al aire, las medias y bragas a medio subir, sin duda una imagen que nunca se borraría de su memoria.

Acalorada se quitó la falda por completo, se limpió entre las piernas, subió su tanga y estiró la prenda en el mueble del lavabo.

-¡Mis medias! –chilló al comprobar que estaban rasgadas

-Así estás mejor..., aunque te quedaban maravillosas

Apoyado en el marco de la puerta de brazos cruzados contempló la increíble vista de Danielle, solo con la blusa, tacones y el trasero al aire.

-Pero..., me va a entrar el vientecito –hizo pucheros mirando el desastre que era

-Lo único que te va a entrar soy yo –sentenció en tono autoritario

-Uy sí, yo tarzan, tu vagina –gruñó ofuscada

Nicholas, rió con fuerza ante su ocurrencia e intentó tocarla mientras ella seguía intentando borrar las arrugas de su falda.

-¡No te rías! Hace frío allá afuera –lo miró a través del espejo, ya estaba dentro del baño

-No gracias –frunció el ceño concentrada en su falda

-Yo creo que si –insistió

-Yo digo que no

Aun con una tremenda sonrisa (jamás antes vista) Nicholas, acabó de acercarse y sosteniéndole la mirada a través del espejo la agarró de las caderas con fuerza

-Y estas -metió los pulgares en el elástico de las diminutas bragas de Danielle-. No las necesitaras

-¡OYE!

Gritó sorprendida, a tirones le bajó la ropa interior y acabó con sus medias. La dejó sin nada para cubrirse.

-¡Estás loco si piensas que voy a trabajar sin mi ropa interior! Regrésamelas, ahora –exigió girándose para enfrentarlo

-Anoche fui bastante claro cuando te dije que estaba loco –continúa con el buen humor

-¿Y? No es mi culpa ¡Ya dámelas! –intentó quitárselas de la mano, pero él fue más rápido

-Tú eres la responsable

-No Nicholas -suspiró con fuerza-. No seas pesado, dame mi ropa interior –extendió la mano a la espera que se las regresar

-No y ya ponte la falda o no respondo –ahora hablaba en serio

-Eres un, un... ¡un malcriado!

-Ya verás lo "malcriado" que soy

Con una malévola sonrisa cruzando su rostro le dio una nalgada tan ruidosa que por un instante Danielle, llegó a pensar que se había escuchado fuera del despacho.

-Te estás pasando Nicholas

Protestó con una mueca de dolor. Enseguida se puso la falda, se ordenó la blusa y el cabello. Salió de allí casi corriendo, solo se detuvo junto a la puerta para recoger su IPad. Salió de la oficina sin mirarlo.

A salvo en su escritorio ocultó las medias rotas y se concentró en el trabajo.

O al menos lo intentó.

Como nunca Nicholas, la llamaba a su despacho constantemente, pidiéndole algún documento o encomendándole tareas que le dieran a él, las mejores vistas. La mantuvo entra y sale de su oficina hasta las 2 de la tarde, hora en que ella, decidió llamarle para anunciar que saldría a almorzar

-No -fue su respuesta tajante

-Estoy en mi derecho, además muero de hambre –protestó en voz baja para que el satélite de Frida, no sintonizara la conversación.

-Almuerza conmigo –no era una pregunta, pero la suavidad en su tono de voz le puso la piel de gallina

-No gracias, tengo mi comida lista –lo rechazó a propósito

-Puedo llevarte al mejor restaurante de la ciudad -afirma petulante

-Tienes claro que no son de mi agrado en absoluto –le recuerda con humor en su tono de voz

-No vas a salir a almorzar a menos que sea conmigo –sentenció enojado por el rechazo

-Entonces hoy me muero de hambre

Y cortó la llamada.

Ofuscada Danielle, fue hasta la sala de descanso en dónde Frida, estaba instalada junto a Jordan, hablaban demasiado cerca el uno del otro. Los ignoró y caminó directo a prepararse un té, estaba segura que en cualquier momento aparecería Nicholas. Con su taza en la mano se sentó lo más alejada posible del par que ahora que estaba ella presente fingía mirar sus celulares.

-¡Ross! Estoy llamando y no hay nadie en tu mesa

Y Nicholas apareció. Furioso. Escaneó toda la sala hasta notar la presencia de la secretaria y Jordan.

-Estoy en mi receso –respondió con cautela, se veía agitado y rabioso.

-¡Tú! -apuntó a Jordan-. ¡Fuera de mi vista!

-Pero estoy... -comenzó a responder pero una sola mirada de Nicholas, le bastó para cerrar la boca.

-Ahora

Con su café en las manos Jordan, se levantó del sofá y caminó hacia la salida, pero no sin antes echarle un vistazo a Danielle, quien seguía sentada al otro extremo.

-¿Y tú qué miras? -ahora era el turno de Frida-. Quiero un cappuccino en mi mesa en DOS MINUTOS

-¡Enseguida señor!

De un salto Frida, se levantó del sofá y se dirigió a la máquina de café, dándole la espalda a ambos.

-Ross, quiero tu trasero en mi despacho junto con ese cappuccino ¿está claro?

-Sí señor Allen –asintió con cautela ¿todo este alboroto por que no quiso almorzar con él?

-Señorita Thomas, necesito que recoja los reportes de los arquitectos. Y no me moleste hasta que los tenga todos

-Claro señor –acató la orden y regresó su mirada al café que intentaba preparar

Con una expresión rabiosa Nicholas, le dio un descarado repaso a Danielle, sus piernas estaban cruzadas y dejaban al descubierto una buena parte de sus muslos desnudos. Ocultando su sonrisa diabólica dejó la sala.

-Uff, que bueno que se fue o no consigo hacer el puto café

-Frida..., podría escucharte –le advirtió Danielle, con la mirada pegada a la puerta

-Está de malas, no creo que tenga ánimos para husmear a sus empleados

-Ya, date prisa o será a mí a quien le corte la cabeza

Con una extraña mirada en el rostro Frida, la observó en silencio.

-¿Qué? –preguntó con una ceja alzada

-¿No llevabas medias esta mañana?

-¿Med...? -se miró las piernas y entonces lo recordó-. No, debes haberte confundido... -dijo nerviosa

-El señor Allen, también se dio cuenta –insinuó con malicia

-¿De qué hablas?

-Que te miró descaradamente antes de largarse a la cueva

-No lo creo, estas imaginando cosas..., -intentó sonar convincente-. Bueno ya, prepara esa porquería de cappuccino o su humor solo empeorará

-Ya voy, ya voy... -se giró hacia la máquina nuevamente y comenzó a preparar una taza-. Cualquiera diría que tuviste un loco polvo mañanero y tus medias fueron víctimas del salvaje macho que te tiraste –murmura lanzándole una mirada de soslayo

-No voy a responder a esa ridiculez –buscó un plato en el mueble para la taza

-Claro que no, desde que sabes que voy a quedar en la calle que ya ni me hablas

-Si ya no te hablo es porque tú te comportas como una estúpida. Punto –espetó moleta por ese comentario.

-No me llames estúpida, Danielle.

-No me des motivos –se encogió de hombros, no le iba a dar importancia.

Bebió su taza de té mientras ella seguía habla que habla en lo que acababa el café, pero Danielle, simplemente la ignoró. No tenía ganas para una absurda pelea por Frida y sus problemas, siempre buscando parecer la víctima, la que más sufre.

Con la taza de café en las manos Danielle, se dirigió al despacho del endemoniado. Entró sin molestarse en tocar y avanzó hacia el escritorio. Nicholas, estaba al teléfono y gritaba por la incompetencia de algún desafortunado, daba instrucciones, rechazaba ideas y finalmente cerró la discusión con un:

"YO MISMO ME ENCARGO"

En silencio Danielle, dejó la taza en su lugar sobre el escritorio y con la intención de marcharse se giró para huir, pero Nicholas, consiguió detenerla agarrándola de la muñeca provocándole una mueca de dolor imposible de ocultar debido a la fuerza con que la sostuvo

-Que mierda...

Ladró con el ceño fruncido, era segunda vez que ocurría y necesitaba saber por qué, así que le subió el puño de la blusa y descubrió un moretón multicolor alrededor de la fina muñeca de Danielle

-Ese puto doctorcito –espetó con los dientes apretados

-Suéltame –pidió algo avergonzada

Lo hizo. Y luego se levantó de su silla, tomó su chaqueta y esta vez la agarró con cuidado del codo.

-Toma tus cosas, nos vamos a terreno y nos tardaremos

-Nicholas, yo...

Comenzó a decir, se sentía nerviosa por ese último comentario con respecto a Cameron.

-¿Qué? ¿Te duele mucho? –se preocupó al ver su rostro carente de esa chispa que la caracterizaba

-Por favor regrésame mi ropa interior

El rostro afligido de Danielle, por tener que ir a una obra con una falda tan corta, sin ropa interior ni medias, era más que evidente.

-Discúlpame –suspiró-. Las he dejado en el mueble del baño, ve

Le soltó el codo para que fuera y antes que cerrara la puerta del baño le anunció que la esperaría en el ascensor.

Aliviada de poder tener su ropa interior de regreso buscó sus bragas en el elegante mueble del baño privado de Nicholas, se las puso, se ordenó la ropa, tomó aire y salió hacia su escritorio, necesitaba deshacerse de la medias rotas así que las metió en su bolso, agarró su chaquea y corrió al ascensor.

En el interior del reducido espacio el silencio fue horrible. Y la mirada de Nicholas no dejaba de dirigirse a la muñeca de Danielle, y por su mirada oscura podría asegurar que estaba odiando a Cameron.

Cuando llegaron hasta el deportivo de Nicholas, en el estacionamiento subterráneo Danielle, ya no pudo más. Lo detuvo cuando le abrió la puerta del acompañante, volvió a cerrarla y mirándolo a los ojos soltó:

-Basta

-¿Qué? No he dicho nada –frunció el ceño confundido.

-No hace falta, deja de mirarme la muñeca –exigió en voz baja

-No puedo –soltó el aire con fuerza

-Basta, solo quiero olvidar que ese hombre alguna vez me puso un dedo encima y tú no lo estás haciendo fácil –dijo muy en serio

-Lo lamento

-Ya deja eso, no lamentes nada

Conmovido con la determinación a dejar ese oscuro episodio atrás Nicholas, se acercó a ella y la besó con suavidad, transmitiéndole sus disculpas y asegurándole que no volvería a hacerlo. Luego la ayudó a subir al auto y una vez en camino utilizaron el trayecto para hablar sobre los asuntos que tratarían en terreno.

El resto del día fue un absoluto desastre. Problemas con trabajadores externos, un accidente en la obra, personal que se negaba a trabajar. Todo parecía una mala señal de lo que intentaba hacer Nicholas. Aquel era el terreno en el cual se llevaría a cabo la construcción del proyecto con Kobayashi, el cual no tenía las autorizaciones correspondientes.

Se pasaron las siguientes 5 horas intentando solucionar el problema. Nicholas, había contratado trabajadores externos a la empresa para realizar los estudios de suelo y todo lo necesario para iniciar una construcción lo más pronto posible.

A las 7 de la tarde finalmente consiguieron salir del terreno. Nicholas, insistió en llevar a Danielle, a comer, se habían pasado todo el día de un lado a otro y se sentía un poco culpable por ello. Así que pese a sus protestas la llevó a su restaurante italiano favorito, el que increíblemente no era tan lujoso. La llevó a su mesa usual, ordenó una pizza y un par de refrescos al camarero y en cuanto estuvieron solos, se sintió instantáneamente menor. Se recostó sobre el respaldo de la silla y la observó con tranquilidad, le provocaba esa sensación de comodidad que no conseguía con casi nadie.

-¿Hay alguna cosa que siempre hayas querido pero que por algún motivo o circunstancia no pudiste conseguir?

Interrumpió el cómodo silencio

-¿Y esa pregunta tan profunda a qué viene?

-Curiosidad –afirmó casi al instante

-Bueno..., cuando niña quería la Barbie veterinaria y nunca me la dieron –bromeó divertida

-Estoy hablando en serio, respóndeme

-Estoy pensando y creo que no sé la respuesta –se encoge de hombros restándole importancia

Con el ceño fruncido Nicholas, la observó pensando muy bien en sus siguientes palabras, necesitaba ahora más que nunca que Danielle, aceptara casarse con él, los problemas que acababan de tener eran solo el inicio, en cuanto la junta se enterara, y estaba seguro que así sería, las cosas se complicarían mucho, mucho más...

Pero por otro lado no quería arruinar lo que estaba sucediendo entre ambos. Y sabía que en cuanto mencionara lo del matrimonio Danielle, se espantaría y lo asociaría a querer "convencerla" o en el peor de los casos a querer manipularla

Decidió esperar, en su lugar disfrutó viéndola comer y sonreír, le preguntó por sus amigas, con las que siempre anda y ella a gusto con el tema de conversación le contó acerca de Mika y Amanda, claro, sin tanto detalle sobre las locuras de cada una de ellas.

Al acabar la cena Nicholas, se acercó a ella y le rodeó los hombros con su brazo, la guió entre las mesas hasta la salida y caminaron tranquilamente hasta el auto, fue ahí cuando ya no pudo más, la giró hacia él y la aprisionó entre su cuerpo y el  vehículo y la besó apasionadamente tranquilo, tomándose su tiempo para saborear el momento.

-¿Qué tengo que hacer para que te vayas conmigo a casa? -susurró sobre sus labios

-Estoy cansada..., anoche no dormí nada -se excusó apenada, lo decía en serio

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