Porque Yo lo digo (COMPLETO) romance Capítulo 28

   Así estaban las cosas, Danielle, estuvo recluida en su apartamento todo el día domingo, se encontraba muy adolorida, las heridas en sus pies, el golpe en su coxis y el esguince de la mano, como si le hubiesen dado una paliza digna de recordar..., sin apetito estuvo todo el día en la cama mirando por la ventana, el techo, dormitando y otra vez lo mismo, repasó la discusión con Amanda, eso no cambiaba, se sentía molesta con ella por exigirle ir a esa cena, estaba segura que había algo raro en su insistencia, había algo que no le estaba diciendo...

Y estaba la culpa, el error de haber olvidado la cita con Nicholas. Deseaba tanto verlo y que cumpliera con todas las cosas que le había dicho al teléfono que la única conclusión que sacó de la terrible noche que tuvo fue que era estúpida, se dejó llevas por lo tentador que sonaba un segundo trabajo, podría ahorrar y de una vez acabar sus estudios, es lo que ha deseado desde que consiguió el puesto en Imperio Co. Porque su plan de ahorro no le permitía ese gasto sino hasta dentro de 3 o 4 años, cuando la hipoteca del apartamento estuviese saldada. Que tonta..., hacerse ilusiones con algo que sabía sería imposible en este punto.

La mañana siguiente Danielle, llegó a la oficina una hora antes de su horario. Estaba nerviosa, pese a que lo pensó todo el domingo aun no sabía qué decirle a Nicholas, cuando lo viera. Llevaba la corona de la culpa y la palabra "Influenciable" escrita en la frente. Aunque Aaron, le dijo que podía irse, pero la ambición que le provocó este proyecto le nubló el juicio. Ahora con la mano colgando de su cuello con ayuda del cabestrillo inició su rutina diaria. Abrió la puerta del despacho de Nicholas, encendió la computadora, subió las cortinas con el mando a distancia, se fijó en la temperatura, siempre a 19 grados, revisó la bandeja de salida, había un par de documentos que debía enviar, los metió bajo su brazo y regresó a su escritorio, con una torpeza horrible manejó el mouse con la mano izquierda y le dio a imprimir al informe que Nicholas, había solicitado por correo el viernes por la tarde. Dejó la impresora con suficiente papel y se fue a verificar la sala de reuniones, organizó la gran mesa rectangular con sillas suficientes para la directiva y sus asistentes.

A las 9 de la mañana regresó a su escritorio para ordenar los informes y con eso iba a necesitar ayuda, no podía anillarlos con una sola mano, tardaría una eternidad y aun debía asegurarse que la empresa de catering acomodara todo en la sala de reuniones.

-Frida, buenos días

-Danielle ¿qué te pasó en la mano? –soltó al verla

-Me asaltaron, nada importante

-Qué horror ¿cómo te maquillaste por la mañana? –soltó con una mueca de desagrado

-Con mucha paciencia, solo conseguí ponerme máscara de pestañas y un poco de rubor –suspira cansada aun le quedaba mucho por hacer y estaba allí parada hablando de maquillaje

-Te ves fatal

-Gracias, pero no vine a eso, necesito ayuda con los informes, hoy habrá reunión de directorio ¿puedes encargarte de anillarlos? Ya están ordenados, revisé que ninguna página se repitiera ni que faltara

-Bien, pero tendrás que hacerte cargo de mi teléfono mientras yo voy a encargarme de eso

-Por supuesto, gracias

-Todo sea por escapar del genio del jefe, llegó con un humor de los mil demonios

-Oh..., eso no es bueno

-No, y cuando vea que te falta una mano se va a molestar más, lo sé

Sin mencionar una palabra más, Danielle, fue por los informes, separados en carpetas, le dio instrucciones de cómo debían quedar y dejó esa tarea en sus manos, ahora estaba nerviosa, quería hablar con Nicholas, quería disculparse.

Estuvo unos minutos en el puesto de Frida, antes que llegara el catering, les indicó cómo organizarlo todo en la sala, luego les dio indicaciones a las dos personas que se quedarían para servir el desayuno.

Ahora debía hablar con Nicholas. El momento había llegado. Nerviosa se acercó a su escritorio, tomó el auricular y marcó a la línea privada.

-¿Qué pasa?

Fue todo lo que dijo y por su tono lo que decía Frida, sobre su humor era muy cierto.

-Buenos días señor Allen, la sala de reuniones está lista, los informes están siendo encuadernados y ahora estoy por imprimir la información del proyecto con Kobayashi ¿desea hacerle alguna modificación? –preguntó ansiosa por llegar a lo que realmente quería preguntar

-No, hazlo

-Enseguida... -suspiró insegura de pedirle hablar

-¿Algo más? –espetó de malas

-¿Es posible que hablemos un momento?

-No, estoy ocupado con la reunión

Y eso fue todo, cortó la llamada y la dejó colgada. Con los ojos cerrados contuvo las extrañas ganas de llorar que su rechazo le provocaba.

"Me lo merezco por burra. Me lo merezco por burra"

Se lo repitió unas cuantas veces antes de continuar con su trabajo y terminar de preparar la sala de reuniones. Media hora más tarde los informes del proyecto Kobayashi, estaban listos y en sus elegantes carpetas. Danielle ya se había rendido con el cabestrillo, no podía hacer prácticamente nada, así que en un arranque de frustración se lo quitó y lo tiró al piso, tomó las carpetas y se disponía a ir hasta la sala de reuniones cuando por el pasillo apareció Elías Allen

-Buenos días señor Allen

Lo saludó Danielle, con entusiasmo, pero la mirada que tenía en su rostro le causó tal escalofrío que no pudo más que quitar la mirada algo avergonzada.

-Buenos días

Ladró antes de entrar directamente al despacho de su hijo y cerrar la puerta con fuerza, para que no cupiera duda que se encontraba molesto.

Eso pasa cuando el padre de tu jefe los pilla besándose. Pensó Danielle, antes de encaminarse a repartir las carpetas en cada puesto alrededor de la mesa en la sala de reuniones, una vez acabada esa tarea regresó por la planilla con los nombres de todos los asistentes para asegurarse que no faltara nadie, pero antes que pudiese regresar Nicholas, y su padre salieron del despacho, faltaban solo 10 minutos para que iniciara la junta.

Nicholas, la ignoró por completo, ni siquiera le dirigió la mirada, caminaron frente a su escritorio en silencio, pero entonces Elías, se detuvo y sorpresivamente se agachó a recoger algo del piso

-¿Pero..., de quién es esto?

Entre sus dedos pulgar e índice sostenía el cabestrillo de Danielle, con una mueca de asco, como si fuese la cosa más sucia que ha visto en su vida.

-¡Lo siento, es mío!

Chilló avergonzada y sin darse cuenta alargó la mano lastimada dejándola a la vista de Elías y Nicholas..., bajando la mirada ocultó el cabestrillo y la mano detrás de su espalda esperando que siguieran su camino

-Ya deben estar llegando todos, te alcanzo en unos minutos

-De acuerdo, no tardes –le advirtió Elías, a su hijo con una mirada de hielo.

Ambos observaron cómo Elías, se alejaba por el pasillo dejándolos a solas.

-¿Se puede saber por qué no has entregado una licencia por sea lo que sea que le ha ocurrido a tu mano? –gruñó furioso

-No tengo una..., señor

-¡Ve al maldito doctor y utiliza el puto seguro médico!

Gritó tan fuerte que llamó la atención de Tamara, quien estaba en la entrada de la sala de reuniones saludando a Elías.

-Nicholas ¿todo en orden? –preguntó con cautela, lo último que quería era enfadarlo más

-No -de un tirón para nada delicado le quitó a Danielle, la planilla que sostenía en su mano izquierda (la buena) y se la dio a Tamara-. Dile a la secretaria que se encargue de esto, ahora.

-Por supuesto.

Les dio una última mirada, Danielle, seguía mirando el piso mientras que Nicholas, estaba tan furioso que lo creía capaz de asesinarla con la mirada.

-No te quiero aquí cuando acabe la reunión, no te necesito

A punto de echarse a llorar por la frialdad en su tono de voz y el modo en que le hablaba intentó contener las lágrimas todo lo posible, ni siquiera fue capaz de hablar solo asintió con la mirada clavada en su mano lastimada y esperó a que se marchara.

Y ya no pudo más, lo había arruinado todo y lo peor es que comenzaba a creer que ya nunca más volverían a lo que tuvieron hace solo unos días..., y todo por su culpa

-Dani ¿estás bien?

La voz de Tamara, la sacó de su trance y su llanto de culpa silencioso. Soltando aire con fuerza se obligó a levantar la mirada para verla a la cara

-Sí, estoy bien...

-Cálmate, no llores -intentó consolarla-. Será mejor que hagas lo que dijo o cuando salga de esa reunión las cosas serán peor

-No quiero perder el día...

-No lo harás, tranquila, vamos toma tus cosas y ven conmigo –le sonrió para que se calmara

-Pero...

-No es ninguna molestia

Accedió a ir con ella, tomó sus cosas y se fue hasta la oficina de Tamara, aceptó un vaso de agua y un pañuelo mientras la observaba solicitar hora en algún centro médico e imprimía toda la información del seguro médico que tenía la empresa para sus trabajadores.

Acabó llevándola ella misma pese a sus protestas, se encargó que no le cobraran un solo peso y que la atendieran como es debido, incluso la llevó hasta su apartamento para que no tuviera que ir sola por la calle con el nuevo yeso en su mano, decidieron cambiarlo por precaución y así poder tomar nuevas radiografías.

-Gracias por todo Tamara, yo..., estoy algo avergonzada, no suelo ser tan llorona pero hoy estaba particularmente sensible y..., no aguanté...

-No te disculpes, solo procura descansar y no te atrevas a regresar a la oficina hasta dentro de 7 días como lo recomendó el médico

-Pero...

-Yo misma hablaré con Nicholas -promete sabiendo que eso le preocupaba-. Pero nada más de salir sola de noche, lo que te ocurrió fue peligroso, podría haber sido peor, una mano esguinzada y los pies lastimados no fue nada, eres una chica linda

-Gracias.

-De todos modos échale un vistazo a tu correo, en caso que quien te reemplace necesite un poco de ayuda

-Cla..ro...

¿Reemplazo? No quería que la reemplazaran, ahora sí estaba preocupada, era su primer mes desde que Nicholas, le aseguró que el puesto era suyo y ya estaba faltando...

-Nadie te va a sacar, así que borra esa expresión de pánico

-Es que..., yo

-Todos necesitamos el trabajo, lo sé, concéntrate en descansar y recuperarte

-Lo prometo

-Creo que le harás mucha falta, eres un 10 en tu trabajo

Hablaron unos minutos más antes de despedirse. El resto del día, lo pasó igual que el anterior, acostada en su cama mirando el techo y la ventana por turnos.

La mañana siguiente Jazmin, llegó al apartamento preocupada, no esperaba encontrar a Danielle, pero desde el instante en que entró supo que su adorada sobrina estaba allí.

-Jaz... ¿qué haces aquí? –preguntó Danielle, sentada en la cama con un libro apoyado en las piernas

-¡Leo, me llamó para saber cómo seguías! ¡Niña! Que susto me ha dado cuando me contó lo que sucedió el sábado, SÁBADO..., hace tres días –acabó en un susurro a punto de echarse a llorar de la angustia

-Lo lamento..., pero estoy bien –cerró el libro y se movió para dejarle espacio a Jazmin, para que se sentara junto a ella

-Dani, entiende que me preocupo, sea lo que sea, hasta por un rasguño

-Lo lamento –susurró emocionada, estaba muy sensible

-Amor, esas ojeras no me gustan ¿has comido algo?

-No tengo apetito..., me dieron unas píldoras que me ponen medio tonta, me mareo y tengo que estar aquí mirando el techo

-Eso es fatiga, voy a prepararte unas tostadas

-No es necesario

-Sí lo es Danielle Duncan Ross, no vas a dejar de comer porque estés deprimida –declaró Jazmin

-Solo una, no tengo hambre

-Ya lo veremos.

Jazmin, no se movió de su lado en todo el día, asegurándose de mantenerla distraída, le hizo las uñas e insistió en lavarle el cabello. Fue así por los siguientes cuatro días.

El viernes Jazmin, tenía un compromiso, así que la noche anterior le dejó el almuerzo listo a Danielle, para que no tuviera que hacer nada, solo calentarlo, se lo agradecía, que la cuidara tanto, pero tampoco le gustaba mucho, descuidaba a su esposo, entre el trabajo y mimarla a veces pensaba que era demasiado...

Ese día por la tarde Danielle, bajó al primer piso del edificio, en la entraba había una especie de recepción pero no tan lujosa como la palabra en sí. Trabajaba el de mantenimiento y estaban los anticuados teléfonos públicos. Necesitaba llamar a Leo, era el único amigo que no estaba enojado con ella, y Aaron, pero no se sentía cómoda pidiéndole favores.

-Hola Leo, habla Danielle –saludó al escucharlo recitar su contestación habitual

-Ruidosa hola ¿Cómo sigues?

-He tenido mejores semanas –suspira feliz de escuchar una voz amigable

-¿Va todo bien? ¿Te puedo ayudar en algo?

-De hecho si, lo haré rápido no sé cuánto tiempo tengo llamando de un teléfono público –explicó

-Suéltalo

-¿Me puedes prestar uno de tus antiguos celulares hasta que pueda comprarme uno? Necesito estar comunicada con Jazmin, está algo resentida porque no le conté lo del sábado

-Por supuesto, tengo varios para que escojas

-Gracias ¿a qué hora puedo ir a recogerlo?

-Cuando quieras, estoy trabajando desde la casa

-Iré ahora entonces

-Te espero, y ten cuidado

-Gracias Leo.

Subió a su apartamento a buscar su bolso y enseguida se fue a la parada del bus. Estaba impaciente por saber si Nicholas, había intentado llamarla en estos 5 días que ha estado ausente en la oficina, moría de ganas por escucharlo para así borrar el recuerdo de la última vez que hablaron. Una hora más tarde finalmente llegó a casa de Leo, él, la estaba esperando en la entrada y tuvo que darle una sola mirada para darse cuenta que no lo estaba pasando muy bien.

-Hola Dani –la abrazó con cuidado de no aplastar su brazo

-Leo, hola –le dedicó una media sonrisa

-¿Entramos? –sugirió señalando la puerta

-No yo..., vi el auto de Amanda, estacionado afuera y..., no quiero una discusión en este momento

-¿Siguen sin hablarte porque no fuiste a esa cena?

-Sí –se encoge de hombros

-¿Mika, también? –preguntó molesto

-Eso creo, debe haberme llamado el sábado

-Dani, no me gusta verte deprimida, no eres así

-Solo estoy pasando por un momento... "complicado", pero voy a estar bien

-De acuerdo, vamos a que recuperes tu número y luego te llevo a tu apartamento

-Leo, no tienes que hacerlo, puedo ir sola –lo detuvo, no le gustaba para nada esa arruga en su frente

-¿Qué clase de amigo sería si te dejo así? No me digas que no tengo que hacerlo, porque no tengo. Quiero hacerlo porque somos amigos ¿quedó claro?

-Me vas a hacer llorar, estoy hecha una llorona –toma aire intentado apartar las lágrimas

-Me gusta más cuando lloras de tanto reír

-A mí también...

-No se diga más, al auto señorita, ahora

Asintiendo fue hasta la camioneta de Leo, mientras él, entraba a la casa por uno de los tantos celulares antiguos que guardaba como pasatiempo, le gustaba renovarlo cada año.

Cuando Leo, subió al auto con la caja de su último celular y miró la expresión de Danielle, supo que había algo más, así que no arrancó el auto hasta que ella le dijera lo que sucedía

-Yo..., me siento algo avergonzada de tener que admitir esto pero no tengo dinero para pagar un nuevo chip o nada en realidad..., aun no me pagan en el trabajo, he estado toda la semana en reposo y debieron haber hecho el deposito hace tres días

-¿Qué le pasa a esos idiotas? Eso es una falta terrible a los derechos del trabajador, puedes denunciarlos por eso –gruñó molesto

-No quiero perder mi trabajo –susurró con miedo a que así fuera en cuanto regresara de su licencia

-Si pero... -se detuvo al recordar algo-. Sanes, nunca llegaste a decirme dónde trabajas

-Imperio Co.

-¿Secretaria?

-Asistente de un hombre complicado y temperamental –suspira, le gustaba hablar de Nicholas, aunque no pudiese hacerlo

-¿Te trata bien?

-Normal, creo –se encoge de hombros, no iba a decirle nada sobre Nicholas. Leo, es abogado y conoce a mucha gente, puede que incluso al mismo Nicholas, y no quería meter la pata

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