Poséeme romance Capítulo 10

En ese momento en el que ella tomó el documento entre sus manos, él se la quedó viendo impaciente y no había tomado asiento aún. Se cruza de brazos y empieza a mover su pie provocando un sonido como el reloj “toc, toc, toc, toc” ella permanece de pie, ojeando el acuerdo en sus manos, se sorprende con algunos puntos y no evita morderse el labio inferior.

Está exitada.

Lo que ha leído le ha gustado.

Los gestos de ella al leer el documento lo tienen fascinado.. pero sigue ahí, permanece ahí, de mi, expectante ¿Qué quiere? ¿Por qué hace ese movimiento? Carraspea y llama su atención.

- Oh, lo siento. En casa, lo leeré en casa. – dice para cerrar el documento y regalarle una sonrisa, sin que él se inmutara en lo más mínimo.

- ¿No sé está olvidando de algo Srta. Evans? – ella abrió sus ojos más de la cuenta ¿Qué podría estar olvidando se? – Su braga. – rompe el incómodo silencio. Ella no comprende nada, pensó que todo quedó ahí. – Su braga Srta. Evans no me gusta repetir las cosas. –

Su forma autoritaria de dar órdenes prendían fuego a cualquiera, especialmente a ella. Su intimidad aún no se recomponía de lo excitante que había sido su encuentro hace minutos que ya volvía a sentir que todo su cuerpo volvía a hervir.

Cuidadosamente dejó el documento en la mesa y cuando iba a agacharse para hacerlo bruscamente él dijo algo que le provocó una puntada entre sus piernas.

- ¡Alto! – dijo tomándola por sorpresa. -. Hazlo lento y mírame. –

Sus ojos penetrantes la poseían con lo cura y ella se sentía sensual ante su mirada ardiente. Se incorporó y sin quitarle los ojos de encima comenzó a mover sus caderas suavemente para subir su falda lo suficiente para que poder encontrar las tiras de su tanga. Jugueteo un rato con ellas, ante el deseo personificado enfrente suyo.

- No juegue conmigo Srta. Evans y entregarme su braga. –

Esas palabras la atravesaron ferozmente y no pudo dejar de sentirse deseada. Lentamente comenzó a bajarla fijando su mirada en él, en sus movimientos por qué en ese instante en el que sus manos llegaron a sus tobillos, él le ordenó.

- ¡Quédate así! –

Sonrió de lado, y permaneció en esa posición, tocando sus tobillos y con sus glúteos bien empinados. Él caminó lentamente hasta posicionarse detrás de ella. Tenía una visión perfecta.

- Acaricia tus piernas. – ordenó y ella sonrió victoriosa, prosiguiendo hacer lo que le ordenaba.

¿Dónde había estado esa Abril sensual? ¿esa que se sentía deseada, que jugaba con su cuerpo? El había despertado en ella una mujer que no sabía que existía y lo estaba disfrutando.

Él tenía la visión perfecta de sus partes íntimas y justo en el momento en el que ella se volteo para verlo, lo descubrió lamiendo uno de sus dedos. No evitó morderse el labio. Sabía lo que iba hacer. Acomodó su postura y puso sus manos en la silla, esperando ese contacto.

¡Zaz! Una nalgueada y todos su cuerpo se tenso.

- Que buen trasero. – dijo mientras ambas manos suyas apretaban y separaban sus glúteos.

¡Zaz! Una más y ya sus partes íntimas se contraigan del placer que estaba generándole.

Ambos no eran conscientes de que podrían verlos. Que algún colega podría ingresar sin anunciarse y encontrándoles en una postura sexual ¿Cómo explicarían eso?

Volvió a chupar su dedo y el sonido fue muy excitante para ella y pensando que iba a meterlo en su vagina, la sorprendió y sobresaltó el que lo haya echo sobre su ano.

Ella nunca había sido follada analmente, por lo que no sabia que podía ser tan excitante. Movió su dedo hacia dentro y hacia fuera una y otra vez, en tanto ella gemía por lo bajo disfrutando esa rica sensación. De repente algo volvió a sobresaltarla.

¡ambas zonas íntimas siendo penetradas por él! Eso era la gloria. De pronto dice algo que la deja dudosa.

- Muy estrecho. Va haber que hacer algo. Firme ese documento que ya quiero estrenarla. –

Y pudo ver perfectamente como sus partes se contraían.

Dio una nalgada terriblemente sonora nuevamente, dejando sus cinco dedos marcados y le repitió que le entregará el tanga. Cuando ella se lo dio, sintió un aire recorrer le completa y lo que escuchó después la dejo aún más prendida

- Desde mañana, la quiero sin bragas y con faldas más cortas. –

Ella solo asintió. Aún sin firmar el acuerdo todavía, él era capaz de provocar en ella ese rol que tanto deseaba, que él le pedía, el de ser esclava. De pronto dice algo que la descoloca por completo.

- Bien, a trabajar que se nos hizo tarde. –

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