Poséeme romance Capítulo 14

- ¡Ay, que emoción! – gritó tan fuerte que casi despierta a Cathy que dormía una siesta.

- Shh… cierra la boca ¿O acaso quieres que mi hermana se entere que soy una …. – y se muerde los labios.

- Dilo Abril… dilo sin culpa “una pu* vip” – y ambas se echaron a reír.

- Ahora enserio, no me llames así, porque me incomoda. – le pide apenada

- Ok, discúlpame pero aún no me lo creo. – dice y apoya sus codos en la mesa para dejar descansar su rostro en su manos. – que envidia nena, si yo fuera tu, no sabes todo lo que le haría. – concluye dando un fuerte suspiro que la hace estallar de risas. – cuéntame ¿Es grande? – y Abril no pudo evitar recordar los detalles de su gran polla, que el gesto de morderse el labio la delató. – como te envidio nena, como te envidio. – de repente su expresión cambia y se incorpora. – pero amiga, hay algo que no comprendo y es sobre esas reglas. Se supone que no debiste haberme contado.- entonces ella le da un gran sorbo a su vaso de agua y le explica los motivos por el cuál se lo contó.

La realidad era que si bien ella dio su consentimiento para intimar con él y firmo aceptando las reglas, no lo conocía ¿Y si podría hacerle algo? Ella aceptaba que era algo… calentona, fogosa y que el dinero lo necesitaba, pero si llegara a pasarle algo, si llegara a desaparecer ¿Cómo la encontrarían? Por eso había decidido contarle, además mientras Santino no se enteré ¿Qué regla está infringiendo?

- ¿Igual sabes que lo que me explicas no tiene lógica verdad? – y podía que no. Porque al final de cuentas, no debió haber aceptado y si se lo estaba contando a su amiga no era más que por compartir , contarle una vez más, todas sus cosas, todos sus secretos. – En fin ¿Y ahora te tienes que poner esto? – pregunta observando la caja y abriéndola, para que al acercó caiga una tarjeta de memoria de celular y una pequeña nota. - ¿Qué es esto Abril? – y entonces ella toma la nota para leerla en voz alta.

- “¿Quieres saber que es lo que te espera? Inserta la tarjeta memoria” – ambas se miraron y como dos locas desesperadas Fueron a buscar el teléfono y los auriculares.

- ¡Yo la pongo! – grito Erika arrebatándole el celular de las manos y comenzando el proceso de colocación de la tarjeta de memoria, cuando al fin pudo hacerlo, Abril la detiene de golpe.

- ¡Espera! –

- ¿ qué? – pregunto ella con el teléfono en las manos.

- Pongámosle lo auriculares, con Santino Rivas se puede esperar cualquier cosa. – y corrió al cuarto a buscarlo. Una vez que los trajo y los colocó abrieron la sección multimedia y buscaron en la sección “Fotos” pero estaba vacía, más luego visitaron la sección “Videos” y lo que estaban a punto de reproducir, les volaría la cabeza.

En el vídeo se puede visualizar a una mujer atada de sus muñecas, con sus brazos extendidos por encima de su cabeza, sobre algo parecido a una camilla, pero de acero y con una inclinación de unos 55° del suelo. Sus piernas están separadas y amarradas por unas tobilleras de cuero que se unen por debajo de la placa dónde está ella recostada. Su cintura, sus muslos, sus pechos y su cuellos tienen ataduras, aunque lo que más le llama la atención son las de los pechos. Visiblemente se nota la precio que esas ataduras hacían por encima y por debajo de cada mamá, pero la chica no se quejaba, más bien sonreía. Así mismo, llevaba una venda en sus ojos y su piernas estaban tan abiertas que su parte íntima estaba nítidamente visible y es allí donde las chicas notaron que dentro de su vagina había algo, que reconocieron fácilmente como el aparato vibrador que Abril debía usar.

De pronto comienza a escuchar el sonido de unas vibraciones a la vez de unas campanitas y la boca comenzaba a retorcerse. Mientras sonaba se la podía ver disfrutando y gimiendo, más cuando él ruido aumentaba y aparentemente la velocidad también porque todo su cuerpo se tensaba y comenzaba a sacudirse al mismo tiempo que gritaba y gemía.

Cuando, al parecer, aceleró aún más la intensidad del aparato todo su cuerpo comenzó a sacudirse al mismo tiempo que salía a chorros, de su vagina, aquel líquido viscoso. Así la tuvo por unos cuantos minutos, solo que adelantaron el vídeo, cuando de repente, en la pantalla del celular, aparece un hombre u ambas, antes de percatarse de quién era, le miraron la polla. Más luego dirigieron su vista hacia el rostro, descubriendo que ese hombre no era otro que Santino y que llevaba una de sus manos a la vagina de la mujer y sus labios a lamer y morder sus pechos.

Erika no podía creer lo que así ojos estaban viendo. El video duraba 20 minutos, lo suficiente como para desear un Santino Rivas en su vida y maldecir el tener a un chico, que no le llega ni a los talones, con quién se quita las ganas de vez en cuando.

- Amiga. Necesito un baño. – dijo Erika con sus ojos bien abiertos. – por dios ¿Y tú te comes ese caramelito? Que envidia me das. –

Pero a Abril no le hacia ninguna gracia. Ya podría tener alguna idea de lo que le haría sentir en plena jornada laboral y lo que temía era gritar, gemir tan fuerte que todos en el edificio la escuché. ¿Cómo haría? Era evidente que esa cosa la haría sacar los pulmones por la boca.

- Ten, toma guarda esto como un tesoro. Ese hombre tiene una polla. – dice recordándola y mordiéndose el labio.

- ¡Erika! – dice poniéndose toda roja.

- ¡Amiga, ¿Cómo te entro todo eso? – y Abril le pegó en el brazo. - ¡Ay! – exclamó fingiendo enojo y de pronto su rostro cambio. - ¿Y Mauro? – soltó de golpe. - ¿Qué vas hacer con Mauro? –

- No sé, le pediré un tiempo. – y sus miga pone los ojos en blanco.

- ¿Un tiempo? Nos esa ilusa mujer. No tienes idea de cuánto durará el contrato ¿Qué tiempo vas a darle? Busca una escusa y córtale. – y se va dejándola sola.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Poséeme