Poséeme romance Capítulo 16

¿Qué es un beso? Según el diccionario es un contacto o presión que se hace con los labios sobre una persona o una cosa, contrayéndolos y separándolos, en señal de amor, afecto, deseo, saludo, respeto, etc. Pero en este caso un beso ¿Qué significa? Santino jamás había sido besado por ninguna mujer, de echo era uno de sus principios fundamentales y desde que Abril había llegado a su vida parecía manejar las cosas ella misma y el perder el control de todo.

Cuando sintió sus labios sobre los suyos, no pudo pensar en qué hacer porque enseguida ella entreabrió su boca y acto seguido dio paso a su lengua, intentando buscar la de él sin saber éste que hacer en ese momento.

Estaba en shock. Ese era su primer beso y no sabía cómo actuar. Santino no quería besos, ni nada referido a sentimientos que pudieran confundirse con amor, porque él no podía sentir ese tipo de emociones y el que ella lo haya besado lo descolocaba.

Para Abril, sus labios eran tan adictivos que a sabiendas de que podría enfadarse y hasta anular el contrato, por un momento no le importó. Solo necesitaba saber a qué sabían su boca. Pero creyendo que solo sería un beso y nada más, su reacción la descolocó completamente.

- ¡¿Qué haces?! – la bajo y la empujó de su cuerpo. - ¡¿Pero qué te pasa?! – le dijo tocándose el labio. Ella no comprendía su actitud.

- Solo te bese. – musito por lo bajo sorprendida por su comportamiento.

- ¡No debías hacerlo! – le grita, completamente sacado acorralando la contra el escritorio. Ella sintió pánico pro la actitud. - ¡¿Por qué me besaste?! – ella simplemente lo miraba paralizada.

- Quiero irme. – dice casi en sin aliento y él de aleja, le da la espalda.

- Vete. - habla tajante.

Abril no podía creer que un beso pudiera sacarlo de onda y hacerlo comportarse como un verdadero idiota, pero no quería saber más nada. Una cosa es que ella le permita “tratarla como esclava” en el plano sexual, porque realmente lo disfruta, otra muy distinta es que la maltrate gratuitamente solo por darle un beso.

Enfadada comenzó a levantar su ropa y a cambiarse y si había algo que ella no podía iría a soportar de nadie, absolutamente nadie, era ese tipo de trato. Le valía madres él y ese estúpido acuerdo. Cuando finalizó de vestirse y dejando bien en claro lo molesta que estaba, es que tomó violentamente su bolso y justo antes de salir él la llama.

- Abril. – dijo justo antes de que ella saliera por la puerta - ven aquí. – le dijo pero ella no quería ni oírlo. – te ordenó que vengas aquí. – insiste pero ella no se iba a dejar y antes de irse de allí, le dejó bien en claro que cuando ella quiere, le permite domarla y cuando no, definitivamente no.

- Vete al diablo. – le dice y cierra la puerta con tanta fuerza que la puerta vibra y el eco se escucha como estruendo en todo el edificio.

- ¡Abril! – le gritó abriendo la puerta y volviendo a llamarla.

- ¡Vete al demonio, imbécil! – le contesta llegando al ascensor y tocando el botón de llamada, sin éxito porque el mismo estaba sin funcionamiento. Cuando se quiso dar cuenta tenía a Santino justo detrás de ella y tomándola del brazo. - ¡Suéltame! – tironear su brazo para que la suelte, pero él solo se acerca más a su cuerpo. – suéltame si no quieres que te pegue una patada en las pelotas. – habla completamente enfadada, pero lo que él le dice la deja boquiabierta.

- Me pones la polla tan dura cuando te me pones rebelde que no sé si follarte duro o castigarte por maleducada. – y la deja sin respuesta. ¿Qué quería? Claramente eso, que la folle tan duro que le haga acordar que estuvo dentro suyo.

- Muérete. – le dijo acercándose a su rostro y justo él hace un movimiento sujetándola del cabello y tirándole el rostro hacia atrás. Así mismo la acorrala contra la pared apoyándole su gran pene en su pelvis, haciendo precio generándole una sensación excitante en el bajo vientre.

- Déjame. – le habla enfadada mirando sus ojos negros producto de la excitación.

- No. – le dice sin sacar sus ojos de su rostro. – quiero follarte. Me pones duro Abril. – habla en su oído y le lame toda la oreja mordiendo su lóbulo con cierta fuerza. – te quiero chupar el chocho hasta que me des la sueltes toda en la boca. – habla tan apegado a su oído que su cuerpo ya comenzó a temblar y sus gemidos se hacen audibles. – tus gemidos te delatan y puedo apostar toda mi fortuna que si te meto mano, voy a descubrir lo empapada que estás.

- Déjame. – vuelve a decir con sus ojos cerrados y él solo puede subir su pollera y poner su mano en su glúteo y apretarlo entre sus manos. – Suéltame. – hablo en un susurro acompañado de una nalgueada tan fuerte que todo su cuerpo se estremeció. – Deja… ahhhh. – soltó en el instante que su dedo, completo, se introdujo en su ano.

- Pídeme que te deje. – le dice entrando su dedo y saliendo una y otra y otra a vez. Espera respuesta que no llega. Vamos, ¿No me exigías que te suelte? – dice en tanto sus movimientos se hacen más rápidos. - ¡Habla! – le ordena y ella solo puede hacer una cosa.

- Fóllalo. – y el sonrió. Había conseguido lo que quería. Acto seguido dejo de penetrarla y la soltó.

- Puedes irte, mañana vienes aquí a las 20 hs. Jugaremos a algo muy excitante.

¡Que frustración! Se decía a si misma. Si había algo que le enfadaba era que la dejarán con las ganas. Ella se caracterizaba por tener una manera de ser, en la intimidad, que al estar intensamente excitada, no existían limitaciones. Si le ordena que follara con una decena de hombres, se regalaría para eso.

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