Poséeme romance Capítulo 52

- ¡¡¿POR QUÉ TOCAS MIS COSAS?!! - Grita completamente enfadada ni bien descubre a su hermana con su cuaderno entre sus manos. Catalina no es capaz de reaccionar. - ¡¡CONTESTA!! – Insiste “sacada” al arrebatarle él objeto de sus manos.

Abril retenía sus lágrimas que amenazaban con salir. Se sentía ultrajada ¿cómo su hermana había sido capaz de revisar sus cosas? Catalina, sin saberlo, había traicionado la confianza de su hermana y ésta estaba demasiado enfadada como para escucharla. Ella necesitaba saber sobre el juicio de sus padres, ya no era una niña a la cual era mejor ocultarle las cosas, era una mujer de dieciocho años y merecía saber los por menores del juicio. Hasta donde sabía, el abogado que llevó el caso lo había contratado Erika, pero si quiera sabía su nombre, necesitaba agradecerle y Abril no le había permitido saberlo y no entendía el por qué o quizás sí.

- ¡NO QUIERO QUE URGUES MIS COSAS! ¡¿COMPRENDES?! – Le grita tan fuerte que hace que ella se asuste de cómo es que esta reaccionando.

Abril se encuentra con sus manos posadas a ambos lados de la silla de ruedas de su pequeña hermana quien tiene su espalda completamente pegada al respaldo de su silla y ante cada grito desaforado que le da cierra fuerte instantáneamente sus ojos ¿qué es lo que la saca tanto?

- ¡BASTA! ¡BASTA! ¡BASTA! -le contesta en gritos Cathy y esto hace que su hermana se detenga y tome consciencia de lo que estaba haciendo, pero ahora es ella quien debe de escuchar. - ¿Por qué me ocultaste que Santino Rivas fue quien hizo justicia por nuestros padres? – indago con calma, todo aquello era un impacto tan fuerte que no sabía como reaccionar pero Abril no estaba dispuesta a decirle nada, absolutamente nada.

- ¡ESO A TI NO TE IMPORTA! – pero estaba completamente negada, ella solo le reclamaba el echo de haber violado su intimidad. - ¡METETE EN TUS COSAS! ¡NO TIENES DERECHO A TOCAR MIS COSAS Y MENOS A PREGUNTAR COSAS QUE TENGAN QUE VER CON ESE HOMBRE! – pero se equivocaba.

Catalina estaba cansada que la trate como si tuviera algún tipo de deficiencia mental ¿por qué no contarle algo que le corresponde? Y no solo porque se trata de sus padres también, sino porque por culpa de aquel mal hombre, por Seing, había quedado paralitica de por vida y ella le negaba la posibilidad de saber quien les ayudo hacer justicia, eso no era justo, no tenía ningún derecho. ¡que le importaba si se trataba de Santino! Sabía perfectamente que el asunto era por él y porque Abril, aunque se lo ha negado un millón de veces, que seguía amándolo y eso le hacía sentir culpable.

Años atrás.

Dieciembre 2023

Son las tres y media de la madrugada y los truenos azotando la ciudad de Madrid la despiertan sobresaltándola y tiene que sentarse en su cama para tratar de calmarse un poco, desde la muerte de sus padres las noches de tormenta la asustaban un poco.

Cuando los ruidos se detienen escucha unos ruidos extraños y por un momento cree que se trata de algún animalito, una rata quizás, pero luego se da cuenta que se tratan de sollozos y los mismo provienen desde la habitación de su hermana.

Con cuidado acerca su silla de ruedas a la cama y luego de trabar sus ruedas traseras comienza a moverse de costado hacía poder acomodarse en las mismas. Pese a tener dieciséis años y llevar casi tres años encerrada en ese pedazo de lata, como ella le decía, las clases de kinesiología que había tomado hace ya tiempo atrás habían logrado que pudiera ser más independiente en cuanto a sus movimientos corporales, aunque para algunas otras sí o sí necesitaba de la ayuda de alguien más, de su hermana mayor.

Agradeció que la habitación de su hermana estuviese abierta porque últimamente ya ni hablaban. Abril se pasaba todo el tiempo estudiando y yendo de un lado al otro, en tanto ella debía estar a los cuidados de una enfermera.

- Te extraño . . . – dijo abrazando algo sobre su pecho mientras se desahogaba y aprovechaba los truenos para soltar un llanto ahogado atravesado en su garganta. – Quiero olvidarte, créeme que eso quiero, pero no puedes ¿cómo no me di cuenta de que te quería más de lo que era capaz de comprender? – se preguntaba en tanto aquello que sujetaba contra su pecho lo libera de repente dándose cuenta que se trata de su Tablet y pudiendo ver una foto de Santino en ella. – si tan solo supieras lo que siente mi corazón, si tan solo entendieran que no puedo estar sin ti, que mi cuerpo te extraña y por sobre todo te necesita. – decía con su voz entre cortada, casi sin respiración y ver esto le hacía sentir mucha culpa, de pronto escucha de sus labios su nombre y lo que sigue hace que esta vez, sea ella quien rompa en llantos. - ¡Perdónenme mamá, papá! – dice llorando mirando hacía el techo. - ¡perdóname Catalina! – dice esta vez mirando la fotografía en su mesa de luz, aquella en donde se ve de pie, en una pose de valet. - ¡perdóname mi Cathy, perdóname por no ser la hermana que te mereces, por no haberte protegido pequeña mía! ¡perdóname por fallarte, porque no puedo olvidarlo! ¡lo siento, Cata lo siento, pero, ¡aunque te lo he prometido no puedo dejar de amarlo! – y no pudo contenerse, tuvo que regresar a su cuarto.

Su hermana estaba llorando, sufriendo por culpa de ella, porque la obligó alejarse de Santino y aunque desconocía los sentimientos de ese hombre por su hermana, ella no le permitió si quiera el poder saberlo, porque le exigió dejarlo, la obligó a partir de Buenos Aires sin pensar en que la condenaría a un infierno, pero con catorce años no podía ser capaz de ver aquello.

Desde aquella noche, ha intentado encontrar la forma de contactar a Santino, pero no ha podido hacerlo y con el tiempo lo olvidó, pero hallar ese cuaderno no solo le había hecho revivir aquel momento, sino que le ha vuelto hacer sentir la culpa por el sufrimiento y la miserable vida de Abril. Ella quería que entendiera cuan arrepentida estaba, pero su hermana mayor se estaba comportando como una desquiciada y después de todo, ella tenía el derecho de saber quién había logrado hacer justicia.

- ¡BASTA! – grita su pequeña hermana haciendo que Abril de unos cuantos pasos hacía atrás. - ¡COMPRENDO QUE TE SIENTAS HERIDA, PERO ES MI DERECHO A SABERLO! – intenta explicarle, pero ella no quiere escuchar sobre el tema, se siente expuesta y eso le saca de quicio.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Poséeme