Poséeme romance Capítulo 31

Que Santino supiera que estaba con Gastón, que vendió su cuerpo a él por el dinero para la operación no era una opción y sinceramente no quería que lo supiera. Él le explicó que Rivas siempre se sintió el último vaso de agua en el desierto y que nunca ninguna mujer se había atrevido a dejarlo con lo cual no iría a ser de su agrado el ver a la única que lo hizo en los brazos de otros.

Debía ser sincera en reconocer que una parte de ella se moría por darle celos, por ver la expresión de su rostro al verla de la mano de otro hombre, pero luego se daba cuenta de que todo ese tiempo él no solo la considero como un objeto, sino que jamás la tuvo en cuenta y la mantuvo engañada todo el tiempo para hacer de ella lo que deseaba.

- Mira, te voy a ser sincero. – le dice Gastón al ver qué ella duda sobre hacerle saber a Santino que están juntos. – él me ha robado algo que era mío. –

¿Qué podría ser aquello con lo que se quedó Rivas? Por más que pensará y pensará, a ella jamás se le cruzó por la cabeza que el problema era por sus “esclavas” es que es difícil no sucumbir a la personalidad imponente del Licenciado Santino Rivas.

- ¿Qué? – indago con mucha curiosidad. Él tomó una gran bocanada de aire y continuó hablando.

- Una mujer. – sus ojos se abrieron como platos, porque ella pensaba que a Santino ninguna chica le decía que no y no podía ni imaginar en qué contexto se había quedado con su supuesta mujer.

- Santino y yo nos conocimos en un encuentro sexual dónde compartimos a mí sumisa, que fue quien lo inició en este mundo particular, pero luego de haber estado juntos ella anulo el acuerdo que tenía conmigo y me dejó para ser ella quien lo haga firmar el acuerdo. –

Ella no podía creer lo que oía. Estaban hablando de Clara, aunque ella no tenia ni idea de cómo Santino se involucro en este universo erótico y quién lo había iniciado. Se quedó helada al saber que, así como ella, él había sido un esclavo y aunque lo odiaba con todas sus fuerzas o eso intentaba, le resultaba excitante el hecho de imaginarlo siendo sumiso y no amo.

Era muy interesante.

- Yo creí… - pero él la interrumpió.

- ¿ qué siempre fue amo? – y sonrió de lado haciendo que todo el interior de Abril comenzará a desatar pequeños choques eléctricos.

Gastón tomaba como ventaja el contarle la verdad a Abril y tenía sobre entendido que entre los dos algo fuerte ocurría. Todos sabían que Santino tenía como regla fundamental el no pasar del mes con sus esclava, y con ella había violado hasta eso. Sin mencionar que también estaban en conocimiento de que él no besaba a ninguna de ellas y sin embargo con Abril no había segundo que no deje de hacerlo mientras tenían sus encuentros sea donde sea. Era evidente sus sentimientos, también lo era el saber que por su personalidad jamás lo reconocería.

Gastón solo quería mostrarle que podía tener algo que él cuidaba con tanto recelo o eso pensaba. Quería hacerle ver qué el que las hace las paga y que mientras él se esté lamentando el haber perdido ante el mejor, le sacaría hasta la última gota de orgasmo a aquella mujer que le roba el sueño a su rival.

- Si. – dijo con toda sinceridad pero él negó.

- Como todos, Santino se inició en este mundo como sumiso, como esclavo y fue aprendiendo sobre el ambiente hasta llegar a convertirse en lo que es hoy. No hay mujer que le diga que no y tampoco que lo haya dejado. – le dio una pitada a su puro y continuó. – desconozco lo que sucedió entre ambos y aunque pueda darme una idea, no ahondare en un asunto que no me compete. – se acomoda en su silla para acercarse a su rostro y tomar su mentón. Quiere besarla. – me basta con demostrarle a ese imbécil que puedo tener lo que tanto desea. – ella no comprendía por qué decía eso si estaba segura que Santino no la quería como ella a él. – tu no te preocupes por nada. Permíteme hacerte sentir y te juro que tu hermana tendrá todo lo que necesita. – y sin hablar más, la beso.

Gastón y Abril se habían dirigido a uno de los rincones de aquel bar para poder charlar más cómodos y tranquilos, por lo que ahora que estaban a los besos, su ubicación les permitía esconderse de la mirada ajena.

De un solo movimiento, él la tomo de la cintura y la sentó en su regazo, colocando sus piernas a cada lado de su cintura y haciendo que su miembro, completamente erecto por la excitación que le provocaba tenerla cerca, hiciera presión en su punto más sensible, que, si bien aún no estaba mojada como cuando estaba cerca de Santino, no podía ser indiferente al calor que iba tomando su cuerpo.

- Tienes una boca adictiva. – le dijo luego de morderle el labio inferior. – deseaba tanto esto desde que te vi. – dijo antes de volver atacar sus labios.

Las manos de él acariciaban su espalda en tanto se colaba por debajo de su remera y sus manos frías hacían contacto con su piel completamente erizada. De vez en cuando sus manos apretaban sus glúteos y ella no podía no dejar escapar un gemido sobre su boca. Pese a todo algo estaba disfrutando.

Él no iría a follarla allí, sino en la fiesta “Red Hot” porque deseaba hacerlo en una de esas “habitaciones espejo” y con Santino mirando.

Esas fiestas se hacían dos veces al año y se realizaban con la intención de conocer gente y poder experimentar más allá de lo conocido. No cualquiera podía asistir a una de ellas, porque solo la entrada costaba más de veinte mil dólares por persona, pro eso solo las primeras personalidades podían hacerlo. Allí, entre tantas otras cosas, encontrabas las “Habitaciones espejo” que eran una especie de cubículos de paredes de espejo dentro de una sala donde una persona pagaba alrededor d cinco mil dólares por sesión de 45 minutos para ver, desde todos los ángulos, como dos o más personas tienen relaciones sexuales.

Gastón sabía que a Santino le fascinaba usarlas, pero si él se hacía presente en la fiesta con Abril y pagará para estar con ella en ese sitio, aquél no se resistiría a presenciar el acto.

- Detengamos no aquí. – le dice el dejando sus labios. – mejor brindarme la información para poder pagar el tratamiento de tu hermana mañana a primera hora. –

Y esa noche, Abril sintió que podía descansar tranquila porque al final, había sido capaz de conseguir el dinero para no romper sus esperanzas y las ilusiones de poder volver a caminar. Aunque eso significó vender su cuerpo.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Poséeme