Quemame con tu pasión romance Capítulo 67

Carina dejó de llorar.

—¡Eso es, así es la Carina que conozco! —Bruno sonrió.

Los ojos brillantes de Carina miraron a Bruno y dijeron.

—Lo siento, gracias por ser siempre tan amable conmigo. No esperaba poder sentarnos juntos como viejos amigos después de todo lo que hemos pasado, pensé que no volvería a tener contacto contigo en mi vida, gracias de verdad.

Bruno miró a Carina con seriedad y dijo.

—Soy yo quien debería decir que lo siento, soy yo quien no te escuchó entonces, soy yo quien no te dio una oportunidad entonces, por eso nos separamos. Tú no tienes la culpa, soy yo quien tiene la culpa...

—Adelante, come, aquí tienes el café que he pedido para ti, y algunos postres, que son cosas que te gustan especialmente. Cuando termines de comer, te llevaré de vuelta.

La mente de Carina tuvo un momento de paz bajo el consuelo y el ánimo de Bruno, y el pesado estado de ánimo de los últimos días se alivió por fin.

Cuando los dos terminaron de comer, Carina llamó al camarero:

—Hola, la cuenta por favor.

—Señorita, su cuenta es de 400 en total, ¿con tarjeta o en efectivo?— Un camarero se apartó en respuesta, con una sonrisa profesional en su rostro.

—En efectivo, hoy no tengo mi tarjeta —Carina respondió en voz baja y llevó la mano al bolsillo, dispuesta a sacar el dinero.

En ese momento Bruno la detuvo, y Carina lo miró con incredulidad.

—Pagaré esta vez, aún puedo pagarlo —Los ojos de Bruno eran extraordinariamente suaves.

—¡Señorita, esta es mi tarjeta!

—¡Sí, señor, por favor, espere un momento! —La camarera tomó la tarjeta y se dirigió al mostrador, y en poco tiempo la cuenta quedó saldada...

Carina salió de la cafetería con el cuerpo cansado. Se quedó en la encrucijada con una mirada ligeramente vacilante. Realmente no quería volver a ese hogar, que era como una cáscara de oro, sin más calor.

Bruno siguió a Carina y, al ver su aspecto sombrío, le dijo con preocupación.

—¿Pasa algo? ¿Estás un poco indispuesta?

—¡No! Nada —Carina respondió.

Bruno levantó el brazo en señal de saludo y un taxi se detuvo frente a ellos.

Bruno abrió suavemente la puerta y le indicó con delicadeza.

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