Quemame con tu pasión romance Capítulo 68

Carina no pudo evitar fruncir los labios, ¡sus ojos contenían más que un poco de resentimiento!

Mirando la espalda de María mientras subía las escaleras, era como si en el interior de Carina se acumularan nubes oscuras, realmente no se atrevía a pensar en su vida futura. Se tocó el estómago y dijo con una voz extremadamente suave.

—Cariño, realmente espero que crezcas pronto, cuando crezcas, te llevaré lejos, realmente no me atrevo a imaginar que crezcas en una familia así en el futuro.

Carina se acercó lentamente a la pila de ropa y comenzó a lavarla. Aunque era pleno verano, el agua frío todavía hacía que Carina se estremeciera ligeramente.

El agua estaba empapada de sábanas y fundas que Carina no tenía fuerzas para manejar.

Tras frotar las sábanas en el agua con las manos unas cuantas veces, una sensación de dolor se extendió inmediatamente por todo el cuerpo de Carina y ésta no pudo evitar fruncir ligeramente el ceño.

El agua estaba tan fría que Carina no podía soportarla. Al ver que no había nadie, añadió tranquilamente un poco de agua caliente.

Fue en ese momento cuando un trozo de jabón cayó a los pies de Carina. Carina lo pisó y al instante sintió que su peso era inestable y cayó al suelo de inmediato.

La caída no fue grave, ya que Carina había estado agachada, pero pudo sentir un dolor agudo en el estómago.

Carina miró a un lado y vio a Diana, que estaba apoyada en la puerta, mirando a Carina con desprecio y sonriendo.

—¡Lo hiciste a propósito! —Los ojos de Carina revelaron un toque de exasperación.

—¿Por qué me miras con tanta fiereza? Lo hice a propósito, ¿qué? ¿Quién ha visto eso? No hay cámaras aquí, y estoy tan lejos de ti, ¿qué puedes hacer?

—¡¿Por qué me tratas así?! —preguntó Carina con el ceño fruncido.

—¿Por qué te trato así? ¿Qué derecho tienes a estar en esta casa? Conozco a Daniel desde hace mucho tiempo y terminaste casándote con él, ¿por qué? ¿Sólo porque estabas embarazada?— dijo Diana con gran desdén.

Diana miró el vientre de Carina, y dijo con fiereza.

—¿Quién sabe si el bebé es de Daniel o no?

El rostro de Carina era pétreo, y ya no había un brillo suave en sus ojos.

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