QUIERO MÁS DE TI romance Capítulo 32

Luca empezó a recorrer con sus manos el perfecto cuerpo de April, para él ella era simplemente perfecta, la amaba y no podía negarlo nunca. El saber que se iría con su ex, lo hizo cegarse de celos, April era suya.

April cortó el beso, necesitaba respirar, se separó de él y lo miró a los ojos, esos bellos ojos que amaba.

—Esto.. esto no está bien — dijo algo agitada.

—April, sabes que los dos lo deseamos, te necesito cariño, por favor no me rechaces, tú no. — April sabía que no podía rechazarlo, lo amaba, y una súplica de parte de él hacía que no pudiera decir que no. Ella lo besó sin importarle el después, sería una última vez, sería una despedida, aunque mañana lloraría.

Luca la cargó y la depositó en la cama, dónde mientras la besaba, la desnudaba, lo único que le dejó puesto había sido el collar que con tanto amor le había dado.

April se entregó a él como si no hubiera mañana, esa noche quedaría marcada para toda su vida, sería un tesoro que recordaría por siempre.

La luz del sol entraba por la ventana, iluminando dos cuerpos desnudos, que se habían entregado a la pasión y al amor, sin importarles el después.

April fue la primera en despertar, no pudo evitar sentirse mal, había caído, pero lo había hecho por el gran amor que le tenía a Luca, suavemente le acarició el rostro, y una lágrima resbaló por su mejilla, mientras lo observaba dormir, ella sabía que él la amaba, pero algo así que él se comportará como un completo idiota, por la misma razón no podía ponerle más las cosas tan fáciles, el desplante de ayer en la oficina no podría olvidarlo así tan fácil, por lo que se levantó suavemente de la cama, buscó algo de ropa que ponerse, una vez medio presentable, tomó su maleta y salió de ahí, no sin antes darle una pequeña mirada a Luca.

—Te amo — dijo en apenas un susurro, dio media vuelta y salió de ahí, tenía que ser fuerte, tenía que salir adelante, si o si.

Luca estiró una de sus manos buscando a April, mientras que en el rostro tenía una gran sonrisa, no podía dejarla nunca ella era suya y por sus estupideces no podía perderla. Aún con sus ojos cerrados frunció el ceño a no encontrarla en la cama, abrió sus ojos lentamente para recorrer la habitación, y tampoco la vio, de un movimiento brusco se sentó en la cama.

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