Relatos eróticos romance Capítulo 5

(Boy love, amor entre chicos)

Narra Jack:

Querido diario, llevo 2 años intentando ocultar estos sentimientos, pero cada vez se hace más imposible hacerlo. Cada vez que escucho su nombre o veo antiguas fotos de nosotros juntos, mi corazón no puede evitar acelerarse y sentirse agobiado por ello.

Han pasado dos años desde que admitía mis sentimientos, pero aún sigo preguntándome, ¿por qué me tiene que pasar esto? ¿A caso hice algo malo?

Supongo que todo se resolverá a su tiempo...

Pengüin D~

Iba caminando, por estas calles repletas de gente, en busca de una casa en particular, pero nada, no había rastro de ella.

Hoy es Navidad, un día donde la familia, las parejas y las personas en general, se juntan y cuentan anécdotas de todo el año; pero en cambio yo, estaba trabajando.

Mi cuerpo se estaba congelando aún más, pero debía entregar aquel paquete urgente a una pareja. Al parecer era un regalo de última hora.

Mientras caminaba, como podía de vez en cuando me soplaba las manos para entrar en calor, pero era un esfuerzo en vano. Cuando mi jefe me pidió suplicante que fuera al trabajo -en mi día festivo-, no pude negarme y ante las prisas, no pude coger unos guantes ni una bufanda. Un gran error.

-Maldita sea... -Suspiro, viendo como el vaho se escapaba de mi boca, indicando lo evidente: era Invierno.

Agotado de llevar más de una hora rondando por calles sin poder encontrar la casa, decidí preguntar a un chico que llevaba alguna bolsa en sus manos.

-Perdone, ¿sabes dónde está la calle Hirosa 44? -Digo, llamando la atención del chico, que se giró para mirarme.

-Si claro, de hecho me iba a dirigir a ese lugar, ¿por qué preguntas? -Podía escuchar en su voz como tenía cierto tono desconfianza, pero se veía bastante calmado.

-Soy Jack, y mi jefe me ha pedido de entregar este paquete urgentemente a una pareja que vive ahí. -Le expliqué.

-Oh ya veo. -Sonríe, viendo como tenía una caja en sus manos de color marrón. -Soy Jung Ho Mi, encantado Jack. Si quieres podemos ir juntos.

Ante su idea, sonreí aliviado y asentí, para que, seguidamente, ir detrás suyo a la casa que tantos problemas me había dado esta noche. Al parecer, la casa estaba muy cerca de donde había pasado hace escasos minutos, maldiciendo en cómo no podía haberme dado cuenta. ¡Estaba delante de mis narices!

-Esta es. -Finalmente el chico se paró en un gran chalé de tejado rojizo y paredes blancas, con muchas decoraciones de Navidad.

-Es una casa muy bonita. -Admití asombrado, mientras el chico abría la puerta.

-¿Sabes? No preguntes el por qué, pero he oído hablar mucho de ti y de tu baile. -Me mira a través de esas gafas misteriosas y particulares.

Ante lo que me dijo, solo pude abrir los ojos insólito, no mucha gente sabía sobre que él sabía bailar y que amaba ese deporte.

-Una pena que no estés en la banda de Butt Swift -Sentenció a lo que fruncí el ceño.

Al escuchar aquel grupo, mi piel se erizó y apreté fuertemente el paquete que tenía entre mis manos. Si no recuerdo mal, el chico al que amaba estaba en aquel grupo llamado Butt Swift ¿Este chico tal vez lo conozca? ¿Estarán en el mismo equipo?

Sin darme cuenta, Ho Mi ya había entrado en casa, dejándome con miles de pensamientos rondando en mi cabeza. Él dejó la puerta abierta y cuando iba a hacer ademán de entrar, un chico peli-moreno se interpone en mi camino.

Al alzar la cabeza y verle el rostro, me atraganté con mi saliva al ver quien era.

Esto no puede ser verdad.

-E-eres tú... -Digo en un susurro. No podía creer que fuera él. Llevaba dos meses sin poder verlo y hoy, justo el día de Navidad, me lo encuentro.

Él no apartaba la mirada de mí y cuando menos me lo esperé, se abalanzó y me abrazó, posando su nariz en mi cuello, dejando la respiración en aquella zona tan sensible para mí; lo que provocó que me estremeciera.

-¡Pensé que no vendrías! Estabas tardando.-Dijo, separándose del abrazo y sonriéndome. Ante su confesión, mi mente estaba hecha un lío, ¿Me estaba esperando? -Cuanto tiempo sin verte Jack, pasa, pasa. -Cierra la puerta tras de mí. -Te extrañé.

Al escuchar las últimas dos palabras, mi corazón comenzó a latir con intensidad, sientiendo como en un momento a otro, me daría un paro cardíaco.

Aunque era incapaz de decir algo, cogí todo el valor que pude para decir lo que rondaba por mi cabeza y suplicaba por salir.

-Yo... también te eché de menos, Nathan... -Le sonrío con tristeza al recordar repentinamente mi amor unilateral. -Pensé que no te acordarías de mí, Nath.

-¿Cómo no me voy a acordar de un chico loco por los pingüinos como lo eres tú? -Ríe. -Además, a los amigos no se olvidan. -Apoyó su mano izquierda en mi hombro mientras sonreía.

Yo pongo un puchero y poco después, río con él. Ver su sonrisa me llenaba por completo, me hacía sentir la persona más afortunada del mundo. Pero a pesar de mi felicidad, muy dentro de mí, unos sentimientos de tristeza empezaban a crecer.

"Amigos". Aquella palabra que nunca creí que pudiera hace tanto daño a mi corazón.

-¿Para... quién es el paquete? -Digo con la cabeza gacha, intentando mantener al margen aquellos pensamientos.

Según mi jefe, este paquete era para una pareja, pero ¿qué hacía aquí Nathan?

-Para mí... -Contestó mi pregunta. -He pensado en declararme de una vez a la persona que amo desde hace mucho tiempo. -Admitió emocionado.

Ante aquella respuesta, lo miré incrédulo mientras que mis manos comenzaban a temblar. Mi corazón se aceleró, impidiendo que pudiera respirar ni trasmitir alguna palabra. Intenté sonreír, mostrándome orgulloso de que al fin encontró una pareja, pero simplemente no podía, no podía fingir alegría cuando acabo de enterarme que mi amor no es correspondido.

Miré la caja, donde se podía ver la dirección, intentando controlar mis inmensas ganas de llorar y de salir corriendo.

Aunque ya me era de esperar que mis sentimientos no eran correspondidos, no estaba preparado para admitirlo. No quería admitir que la causa de la felicidad de Nathan, no era yo.

Extendí mis brazos en dirección a Ho Mi que se encontraba ahí y él, seguidamente sujetó el paquete y se fue al salón, donde se escuchaba un gran escándalo que anteriormente ni me había dado cuenta que existía. Yo me quedé plantado en el sitio, mientras apretaba con fuerza mis puños.

-Hey Nathan. -Ho Mi llama mi atención, haciendo que lo mirara. -No te quedes ahí y ven con nosotros, anda. -Continuó diciendo el chico de gafas.

-Lo siento... Creo que me voy. -Me agacho en forma de despedida y abro la puerta, mostrándome de nuevo la gélida noche de Navidad; pero en este momento no sentía tanto frío ya que este empezó a habitar en mi pecho. -Dale saludos a Nathan...

Sonreí a su amigo con nostalgia y cuando estaba a punto de cerrar la puerta, escucho un grito.

-¡Espera! -Me coge del brazo un tal Louis y me lleva a rastras al salón, sin que me diera tiempo a replicar nada.

-¿¡Qué haces!? ¡Suéltame! -Intenté zafarme de su agarre, pero no pude hacerlo.

Finalmente llegamos al salón, donde había unas cuantas personas, que nada más verme, se callaron y empezaron a silbar.

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