Romance Prohibido romance Capítulo 31

Ellie pasó un trago forzado, si él decidía presionar más la lastimaría. Así que hizo un esfuerzo por tratar de no conmocionarse con su amenaza. Necesitaba comenzar a demostrarle a su marido que ella no tenía miedo de él.

—Buenos días, Michael.

Emma llegó con los platos, y obligatoriamente ellos tuvieron que retirar sus manos.

—Puedes retirarte Emma —Anunció el hombre mientras que la mujer dudó por un momento.

—Si señor… —respondió por fin y se fue del lugar.

Ellie bajó la mirada mientras el aire salía de ella.

“No tengas miedo”

Su rostro se alzó y luego tomó el vaso de jugo que estaba en su frente.

—Anoche dejamos nuestra conversación incompleta…

El rostro de la chica se giró mientras le enviaba una mirada seria.

—¿Y de qué quieres seguir hablando?, ¿de qué me mandas a seguir?, ¿de qué alguien me llevó al hospital?, mi mano sangró en el lugar de mi trabajo Michael, ¿Qué pretendías?

Por una razón extraña Ellie pudo ver un gesto de culpabilidad e incertidumbre en el hombre. Vio como dejó los cubiertos en la mesa y luego llevó las manos a su cara. Algo muy raro estaba pasando con Michael.

—Elizabeth… —esta vez, tomó su mano sana y dio una caricia en el dorso—. Estoy muy arrepentido por lo que pasó… yo… me siento tan mal cuando las cosas pasan a ese punto, yo…

Ella retiró su mano del tacto del hombre. Su rostro y su postura nunca se relajaron a pesar de sus palabras, pero aun con su rechazo, su marido continuó.

—Yo quiero que me perdones… hemos tenido momentos difíciles…

La ira comenzó a circular por el cuerpo de Ellie, y cuando ella decidió levantarse, Michael se apresuró a detenerla para arrinconarla en la pared.

—Vamos a celebrar nuestro aniversario… debemos hacerlo por nosotros mismos.

El pulso de la chica palpitaba fuertemente en su cuello. Quería gritarle, abofetearlo, necesitaba hacer algo para desquitar el veneno que sentía que estaba consumiéndola.

—Michael… no quiero fingir más…

Los ojos del hombre se abrieron como platos

—¿De qué estás hablando? —Ellie vio como masticó las palabras, conteniéndose.

—No quiero celebrar algo que no tenemos —dijo a pesar de que veía a amenaza en sus ojos—. Estoy cansada de esto. Estoy cansada del maltrato, de las palabras, de la falta de amor… no quiero vivir de esta manera, y no lo seguiré permitiendo.

Aún no supo de dónde sacó las palabras, aún no sabía en qué lugar se posicionaba con su actitud. Pero el rostro de Michael le hizo entender que su camino no sería fácil.

Después de unos gestos de ira, vio como el hombre pasó la mano por su rostro, tratando de saber si estaba soñando. Entonces la miró fijo y soltó la risa.

—Ellie… te pedí perdón ¿lo recuerdas?

—No escuché más que excusas Michael…

La risa del hombre aumentó. Entonces de una estocada sus manos tomaron la mandíbula de Ellie, y la estrellaron con la pared.

—Escúchame bien… —susurró mientras ella parpadeó, había golpeado su cabeza muy fuerte y se sentía atontada—. Nos vamos a separar, el día que tú, o yo, estemos bajo tierra, Elizabeth. Ese día estaremos separados, aunque créeme, haré lo posible por estar a tu lado, aun cuando no estemos en este mundo.

El hombre soltó su rostro manoteándolo hacia un lado y luego caminó para salir de la cocina.

—Por cierto, te iré a buscar en la casa de tus padres, al finalizar la tarde.

Las lágrimas comenzaron a bajar por el rostro de Elizabeth. Su cuerpo estaba temblando, porque, aunque quería negárselo a ella misma, tenía pánico de ese hombre. Ella ya ni siquiera sabía con quién se había casado. Y tenía mucho miedo.

Cuando escuchó que la puerta de su casa se estrelló, fue de inmediato a buscar su bolsa y con manos temblorosas marcó al número de su madre.

—Cariño, ¿ya vienes?

—Mamá… —la voz salió temblorosa, entonces pasó un trago forzado y respiró—. No puedo ir hasta la tarde, ¿de acuerdo?, hay algo que quiero hacer…

—¿Qué? Pero cariño, es nuestro día…

Las lágrimas seguían derramándose por las mejillas de Ellie.

—Ma… mamá, ¿recuerdas que mi aniversario será en una semana? —preguntó, la garganta le dolía muchísimo, y aunque necesitaba ir a su casa para investigar lo de su padre, ella no podía ir a otra parte ahora, que no fuera donde estaba Dereck.

—Lo recuerdo por supuesto…

—Bueno… no haremos un festejo, celebraremos algo pequeño. Con amigos y familiares, pero quiero darle una sorpresa a Michael.

—¡Oh cariño, que bonito!, me emociona el solo imaginarlo.

Ellie apartó el auricular mientras sus sollozos se intensificaron.

—¿Ellie, estás bien? —escuchó desde lejos la voz de su madre por el auricular.

Así que tomó todo el aliento posible y carraspeo.

—Sí, madre, está todo bien. Entonces, buscaré la sorpresa de Michael, porque la semana será muy ocupada en el trabajo. Y papá llegará y…

—Oh no, preciosa, tu padre llamó ayer, no volverá hasta el otro lunes —Ellie frunció el ceño.

—¿Qué? ¿Por qué?

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