Romance Prohibido romance Capítulo 65

—Camina lento, te ayudará a estirar la piel.

Ellie vio que su madre terminó de colocar algunas vendas en la cama y se retiró de la habitación cerrando la puerta.

Presionando su vientre, caminó a pasos lentos hasta llegar al balcón del lugar, y allí asomó el rostro a un rayo de luz que iluminaba ese pedazo de la casa.

Su cuerpo se estremeció entero por el calor, había necesitado de esto en todo este tiempo que estuvo en ese cuarto frío de hospital, y extrañaba estar en casa.

Aunque esta no era precisamente suya.

Ni siquiera sabía ahora como Dereck había convencido a su madre para instalarla en la casa de Memphis, que había comprado un tiempo atrás. Ya había pasado una semana desde que salió de ese hospital, y desde el día en que el médico le informó, que la dejaba ir solo con estrictas indicaciones.

Su herida estaba cerrada, pero había momentos en que le dolía como el infierno. Y nunca imaginó que al tener una parte de su costado rota, comprometería todas las partes de su cuerpo para que adolecieran de esta forma. Incluso caminar de forma normal, era un esfuerzo grande para ella.

Aspirando el aire frío, pasó un trago forzado por su garganta al recordar todos los hechos. Pero incluso sintiendo el escozor de su herida sanando, no lograba medirse con el que sentía en el alma.

Ellie llevó sus manos a su vientre, ahora vacío. No pudo evitar imaginar que hubiese pasado si… si el bebé hubiese podido resistir a toda esta tempestad por la que pasó. Ni siquiera ella estaba preparada a algo como esto. ¿Cómo no lo vio venir?, A veces se sentía culpable, pero eso no serviría de nada ahora.

Porque por más de que buscará una solución para su perturbación, ya no servía de nada, porque nadie regresaba de la muerte, y nadie nacía si no estuviese en la voluntad de Dios.

Tampoco podía saber si algún día dejaría de pensar en eso, no sabía exactamente si algo así se pudiera superar o no, no tenía claridad en ese asunto ahora. Para ella este bebé que nunca vio, siempre se quedaría en sus entrañas, jamás sería reemplazable, y jamás olvidaría que a pesar de que había una barrera para su vida, como lo fue un anticonceptivo, él decidió gestarse muy dentro de ella para darle su mayor alegría.

Una alegría que solo duró segundos para ser sepultada por la noticia de que ya no estaba.

Un par de lágrimas se escurrieron por sus ojos, pensando que los dos hombres que debieron protegerla con su vida, fueron los mismos que la destruyeron.

Su ahora exesposo, estaba pasando por un juicio, pero que con seguridad iría a la cárcel. Helena le había dicho que pagaría cadena perpetua por intento de homicidio en primer grado, y Ellie de hecho recibió una carta de su parte, que no leyó porque se rompió en las manos de Dereck.

Ahora esa parte oscura de su vida estaba haciéndose a un lado, y lo único que lamentaba del asunto, era la situación por la que pasaría la madre de Michael.

Su padre, Jarod, estaba a un día de ser trasladado a una prisión cercana del condado, y había arreglado algunas cosas para que entes de que el hecho se ejecutara, fuese a verlo por última vez. No sabía cuándo pudiese visitarlo de nuevo, pero Dereck le había insistido que al menos en cuanto se recuperara en su totalidad, no debía pisar una cárcel en su condición.

Nunca había ido a una, y el visitarlo antes de que lo trasladaran, era un alivio para su cuerpo.

Ellie no sabía si estaba liviana ahora. Ni siquiera sabía qué iba a continuar en su vida. Pero había una cosa que podía asegurarse a sí misma.

Tenía paz.

Esa tranquilidad que nunca existió en ella, estaba presente y era constante. A pesar de su divorcio, a pesar de su padre, y muy grande pesar, de su bebé.

Después de un gran silencio para con ella misma, sintió que unas manos se deslizaron por su estómago como una caricia, y luego un beso húmedo en sus hombros erizó su piel.

Todo era como la primera vez, nada cambiaba y siempre se hacía más intenso.

—He seguido rezando toda esta semana… —Ellie sonrió al escucharlo, y con su mano tocó su cabelló, mientras seguía mirando hacia los árboles.

—¿Por qué pides ahora? —preguntó recostando la cabeza en su hombro.

—Por voluntad, y por mucha fuerza… —Hunter tomó su mano y la llevó hacia su bragueta—. Creo que explotará en cualquier momento… no entiende que estás inhabilitada.

Las carcajadas de Ellie se escucharon por todo el lugar, y de forma lenta, se giró para colocar los brazos en sus hombros mientras su boca era comida con fiereza de su parte. Devolvió el beso con entusiasmo, ahora se convencía de que nunca tendría mucho de esto, nunca sería demasiado, y que siempre estaría dispuesta a ir por momentos como este.

Buscando el aire, se separó de su tacto a la vez que Dereck juntó su frente con la de ella.

—Lo siento… ahora que estás aquí de pie, parece irreal después de todo.

—Lo sé. Pero todo ha terminado, amor… —dijo Ellie acunando su rostro y una sonrisa genuina apareció en el rostro de Hunter.

—Me encanta como suena eso.

Ellie tomó una aspiración enorme y luego gritó:

—¡¡¡Mi amor!!! —el grito hizo un eco enorme.

Dereck no pudo evitar soltar la risa mientras le llenaba el cuello de besos.

—¿Qué pasó? —se separaron de golpe cuando Helena entró apresurada—. Escuché un grito —dijo tocándose el pecho y Ellie no pudo evitar seguir riendo, mientras llevaba las manos a su vendaje nuevo.

A pesar de la situación, siempre había momentos como este que la hacían sentir afortunada, y estaba muy agradecida porque un hombre como Dereck, entrara en su vida solo para darle un giro de 180 grados.

¿No era una persona afortunada, acaso?

—Su hija no puede ocultar lo enamorada que está, no es mi culpa —dijo Dereck separándose del balcón señalando a Ellie, zafándose a la vez de esa cara fruncida que estaba mostrando a Helena.

—Ok, estás huyendo, tendré que recibir el castigo sola —lanzó Ellie mientras él cerró la puerta y desapareció.

La sonrisa de su hija contagió a Helena en su totalidad, y yendo hacia ella la ayudó a sentarse mientras hacía lo mismo para posicionarse en su frente.

Ellie sabía que su madre tenía algo que decirle, entonces colocando su cara seria y respirando profundo le preguntó:

—¿Qué ocurre?

Su madre sonrió y luego deslizó la mirada hacia afuera.

—Quiero que te vayas de aquí en cuanto te recuperes… —sus palabras definitivamente la dejaron fría.

—¿Qué?

—Quiero que te vayas de Memphis, Ellie. Quiero que Dereck te saque de aquí.

—Mamá…

Helena levantó la palma y luego le tomó ambas manos, dando un beso tierno en ellas.

—Es tu turno hija. Es el momento de salir de esta ciudad y ser feliz con el hombre que amas. Esto no indica que te olvidarás de nosotros, seremos muy cercanas, incluso más que cuando vivíamos a unos kilómetros de distancia…

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