Romance Prohibido romance Capítulo 9

Los dedos de Ellie crujían de forma constante mientras su chofer manejaba y el silencio era una tortura.

Se dirigían a casa, y a pesar de que quería tomar una ducha caliente y comer algo decente, ella no quería poner un pie en lo que ni siquiera podía llamar un hogar. El silencio de Michael era abrumador, y a la vez la ponía más inquieta.

Quería decir cualquier cosa, su silencio solo la hacía parecer asustada, como si debiera algo, como si hubiese hecho algo mal. Y estaba tan cansada de eso. Miró por la ventana y sintió que el aire estaba demasiado frío.

—¿Tom, podrías apagar el aire acondicionado? —pidió de forma amable y en respuesta el hombre asintió con una sonrisa.

Pero ni siquiera se pudo ejecutar el acto cuando la voz de su marido resonó en todo el interior.

—Déjalo como está…

Tom asintió y luego conectó la mirada con Ellie por el retrovisor.

—¿Qué hice para que estés comportándote de esta manera? —Por fin lo confrontó tiritando un poco la mandíbula por el frío.

La sonrisa de Michael se extendió por toda su cara y en cuestión de segundos tomó el cuello de Elizabeth hasta pegarlo de forma ruda en el respaldo del asiento.

—No me creas estúpido… y tampoco creas que vas a escudarte debajo de Jarod —su esposo escupió las palabras con furia mientras ella trataba de quitar las manos de su cuello, literalmente la estaba ahogando.

—De… déjame… —Pidió de forma suplicante mientras sus lágrimas se escurrían. Sin embargo, la camioneta en donde iban frenó de golpe y las manos de Michael dejaron su cuello.

—Hemos llegado —Expulsó Tom rojo de la ira.

Ellie llevó sus manos amasando su cuello y respirando con dificultad, estaba a punto de limpiar su rostro mojado, pero su brazo fue halado de forma grotesca, hasta que sus pies tocaron el suelo.

Michael estaba caminando muy rápido mientras apretaba su mano tan fuerte que los sollozos de Elizabeth no dejaron de resonar por todo el camino. Algunas personas de la casa se giraron un poco impactados, pero a diferencia del resto del mundo, ninguno de ellos ignoraba quien era Michael Hansen.

—¡Michael! —Ellie alzó la voz cuando subieron las escaleras, pero el hombre no se detuvo en ningún momento y pensó por un momento que su mano se dislocaría por la presión que ahora estaban ejerciendo en ella.

Cuando entraron a la habitación, con todas las fuerzas Michael la arrojó a la cama mientras pudo ver como su cara era de un rojo ardiente. Sus ojos verdes ahora eran intensos y temió cuando detalló su boca temblorosa.

—¡Me has hecho ver como una mierda frente a todos mis empleados! ¡Como un bueno para nada delante de nuestros socios!, ¡y como un pendejo frente a esos malditos! —La ira de su marido aumentaba mientras soltaba cada palabra, y ahora mismo estaba pensando que sí, ella pudo tener gran culpa por no haberlo incluido en sus planes.

Pero todo se debía a que su mismo padre pidió callar el plan.

—No es como lo piensas, Michael… —dijo mientras las lágrimas volvían a sus ojos—. Solo tuve una idea, le dije a mi padre que lo habláramos, pero…

—Obviamente se lo quedó para él… no eres nada inteligente, ¿Qué pensaste?, ¿sorprender a tu padre?, ¡eres una completa estúpida! Él solo quería tener el poder absoluto sin involucrar a sus socios, ¿no te das cuenta de que le serviste el plan en bandeja de oro?

Ellie aún sobaba su muñeca mientras lo miraba atónita. Su esposo estaba muy equivocado con los pensamientos hacia su padre, pero ¿qué podía esperar de alguien como Michael a quien solo le gustaba ser el que figuraba en todo?

—Después de todo es mi padre… —se defendió ella totalmente resignada.

La ira de Michael había disminuido un poco, entonces con pasos lentos se acercó hacia ella mientras negaba con la cabeza.

—No vas a satisfacerlo, Ellie querida, no lo haces con él, ni conmigo, ni nunca podrás satisfacer a nadie más —tomando su barbilla la miró directamente y la apretó lo más fuerte que pudo—. Eres así, puede que tengas un buen cerebro, pero eso no convence a ningún hombre, Elizabeth, te falta, y te falta mucho.

Michael manoteó su rostro y de un portazo cerró mientras Ellie se quedó mirando fijo a la puerta blanca de su propia habitación.

Ella solo quiso irse al piso mientras las lágrimas salían sin contemplación de su rostro. Sentía como si en este momento tuviese muchos arañazos en su cuerpo y el agua del mar salado estuviese tocando todo su cuerpo. Se estaba dando cuenta que sus heridas eran muchas y no sabía si ella era de esas mujeres que podía aguantar este ardor y este dolor que estaba siendo muy insoportable de llevar.

No sabía que había hecho mal en su vida, ella realmente amaba a Michael cuando se casó con él, realmente se esforzó por levantarse cada día haciendo que nada había pasado la noche anterior, lo había intentado una y otra vez queriendo con todas sus fuerzas entender por qué el hombre que dormía a su lado, se había convertido en su peor enemigo.

Literalmente estos 4 años había rogado por su atención, lo hizo de todas las formas posibles, en la calma, en la ira, en la alegría, y en la desesperación, pero simplemente ella nunca era suficiente, nunca era buena para él, hiciera lo que hiciera.

No puedes exigir atención de una persona a ti misma. Todo lo que no nace del corazón, nunca llega a otro corazón, sino que se convierte en un conjunto vacío de palabras frías que todo el mundo ya está cansado de escuchar. Solo en un vuelo libre puedes ver como una persona te trata genuinamente. Así que por esto la sinceridad era lo más caro de la vida, lo más valioso, lo más presente, esos fueron los pensamientos de Ellie mientras soltó un suspiro en medio de sus sollozos.

Ella levantó la mirada después de un largo rato, mientras con el dorso de su muñeca limpió su mejilla y se dio a sí misma un último aliento para levantarse del suelo, nuevamente.

***

—¿Por qué estás empecinado en este asunto? —La pregunta de Carter resonó en sus oídos mientras el camarero servía los platos en la mesa.

Dereck aún no sabía por qué estaba empeñado en seguir. Era obvio que no estaba en el negocio por esa bendita cara y esa mirada que aún lo atormentaban. El proyecto era bueno, uno de los mejores, y repasando en todo lo que estaba trabajando hoy en día, era seguro que este plan se posicionaba en el número uno en su lista de negocios.

Pero todo ese desastre de reunión hace unas horas, en un pasado lo hubiesen hecho levantarse de esa silla, e irse para siempre de esa empresa.

—Podemos también hacer una línea de lujo, no es la única idea, he escuchado algunas novedades parecidas, podemos contactarnos con nuestro equipo y desarrollar algo mejor —Continuó Carter mientras tomaba los cubiertos.

Hunter soltó el aire y luego negó varias veces.

Ya había dado su palabra a Morgan, estaría dentro de este proyecto y exprimiría todos los beneficios por el tiempo que fuese necesario. Eso es lo que haría, se cegaría de trabajo, lo haría a su ritmo rápido y luego se iría de esta ciudad cuanto antes.

—Ya estamos dentro. Si quieres irte, toma un vuelo mañana y retoma lo que dejaste, yo me iré cuando vea que esto se sostiene solo.

Carter soltó un bufido obstinado.

—No me iré, si me dijiste que viniera es porque me necesitas. Pero mi pregunta ahora es ¿Para qué exactamente?

Hunter frunció el ceño, su amigo estaba consiguiendo irritarlo más de lo que esperaba. Sabía que al salir de esa reunión iba a ser invadido por sus incesantes preguntas. Si había alguien que lo conocía ese era Carter.

—¿De qué hablas? —preguntó con fastidio, aun sabiendo qué era lo que quería insinuar, entonces se llevó varios bocados a su boca, aunque ni siquiera tenía apetito.

—Sabes de lo que hablo. Esa chica, Elizabeth. No soy un tonto, vi cómo se miraban, solo un idiota no pudo darse cuenta de que ustedes se hablaban con los ojos. El problema aquí no es que la miraras de la forma en que lo hiciste, el problema es que ella está casada, Der…

Hunter dejó el plato y limpió su boca con una servilleta. Juntó las palmas de sus manos y luego deslizó los ojos hacia Carter.

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