¡Se busca un millonario! romance Capítulo 117

POV: William.

—Lo siento, Will…Ash... —solloza y mi corazón se detiene—, va camino al hospital, Vivianne la empujó y cayó por unas escaleras.

No dejo de recordar esta frase que me rompió de mil formas diferentes. ¿Desesperación? Eso es poco para todo lo que sentí mientras creía lo peor, mientras no tenía noticias de ella.

Mezcla de emociones contradictorias, pero todas siguiendo una pauta: disgusto y desconsuelo. No sentía una sin creer que la otra estaba siendo más influyente. La rabia por saber que otra vez Vivianne había puesto en peligro a Ashley y de contra, esta había huido después; cólera por no creer que todo un equipo de seguridad había sido burlado por una demente. Agonía, al no tener nada claro sobre el estado de mi prometida y sentir el constante y profundo miedo a perderla.

Una vez le dije a Ashley que ella era mi punto débil y pues, no me equivoqué. Aquella conversación se repetía una y otra vez en mi cabeza, mientras iba de camino al hospital, con el corazón en un puño y rogando a Dios para que no me dejara solo; para que la felicidad no me fuera arrebatada. Porque eso es Ash para mí, la razón por la que soy feliz, por la que siento que luché toda mi vida; ella es mi recompensa. Perderla, no es algo que alguna vez aceptaré.

Como esa frase significativa que le marqué hace unos pocos días en la pedida de mano, donde le digo que tome todo de mí…ella ya lo hizo.

Ahora, con ella en mis brazos otra vez, sintiendo el latido de su corazón, su respiración estable, vuelvo a ser yo y no el manojo de nervios que antes se apoderó de mí. Mientras sus labios se mueven con los míos confirmando que seguimos aquí, que seguimos juntos, puedo suspirar de alivio.

—Te amo, Will —murmura contra mi boca, cuando nos separamos para respirar.

Con mis manos rodeando su rostro, la miro fijamente a los ojos. Quiero que vea cuántas cosas estoy sintiendo en estos momentos. Acaricio su mejilla con la yema de mis dedos y recorro el contorno de sus labios con el pulgar.

—Todo está bien ahora —asegura, con su sonrisa dulce, repitiendo mi gesto y cubriendo con sus manos mi rostro.

Veo algo en sus ojos que no puedo identificar, un brillo intenso y más fuerte que días atrás. Tal vez haya sido el miedo a perderlo todo que, cada segundo a partir de ahora, tendrá un mayor significado.

La atraigo hasta abrazarla otra vez y disfruto de su calor por unos largos minutos. Cierro los ojos y me concentro solo en ella, pero un carraspeo nos saca de la burbuja en la que estamos.

Alzo la mirada y me encuentro con Esme, que nos observa divertida. Ella alza sus cejas y con sus manos, señala la silla de ruedas que tiene delante y con la que casi choco hace unos minutos.

—No quiero interrumpir, pero el médico espera —dice y se dirige a Ashley, con una mirada significativa que me extraña. Entrecierro los ojos cuando mi prometida se remueve entre mis brazos, algo incómoda.

—¿Qué sucede? —pregunto y miro de Ash a Esme, esperando una respuesta.

Mi hermana suelta una risita nerviosa y desestima mi preocupación.

—¿Qué va a suceder? Ashley fue a hacerse unas radiografías para verificar que todo está bien y el médico nos espera en la sala —explica y aunque quiero creerle, no me convence. Sin embargo, no digo nada, solo asiento—. No quiero que nos regañe, sería un poco incómodo y no quiero que tengan mala opinión de nosotros.

—Vale —digo, chasqueando la lengua y luego ruedo los ojos. Esme a veces puede ser un tanto pesada.

Ayudo a Ashley a sentarse en la silla y nos encaminamos hacia la sala donde se estaba recuperando. Lo hacemos en silencio, cada uno metido en sus pensamientos. Los míos, un poco extraños.

Esme señala la puerta de la habitación cuando llegamos al pasillo correspondiente. Y justo antes de entrar, escucho la voz de Ricardo, que me llama.

—Señor... —Volteo a verlo y en su expresión, hay urgencia.

Siento un pinchazo de decepción hacia mí mismo cuando me doy cuenta que no me llamó por mi nombre, pero no es momento ahora de ponerse sentimentales. El hecho de que viene corriendo, me preocupa.

Siento la mirada de Ashley sobre mí y me concentro en ella por otro segundo, para pedirle que me espere. Le doy una mirada rápida a Esme para ver si comprende lo que quiero hacer.

—Adelántense, voy a hablar con Ricardo y luego las sigo. Díganle al médico que, por favor, me espere.

Ash tiene el entrecejo fruncido, pero no dice nada. Esme también colabora y no permite que tenga tiempo de replicar; asiente con una sonrisa y cierra la puerta en mis narices.

Tomo una respiración profunda antes de girarme y enfrentar a Ricardo. Es obvio que algo lo preocupa, porque su impaciencia es más que notable.

—¿Qué pasó? —pregunto, sin tapujos.

—Vivianne... —Cierro mis manos en puños y rechino los dientes, esa maldita mujer me tiene harto.

—¿Hay noticias? —Ricardo asiente—. ¿Buenas?

Cuando hace un segundo asentimiento, creo que suelto el mayor suspiro de todos.

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