¡Se busca un millonario! romance Capítulo 119

POV: Ashley.

«Hoy es el gran día», pienso, al borde de las lágrimas, cuando me veo al espejo vestida de novia.

El vestido que consiguió Eleonor es hermoso; en cuanto lo vi supe que sería perfecto. Mi maquillaje es sencillo y mi cabello, suelto en ondas, está adornado únicamente por una corona de pequeñas flores blancas que sostiene un largo velo. Justo como me imaginé cuando mi suegra me propuso el tema de la boda.

Abanico mis ojos cuando siento que me estoy emocionando demasiado.

—Tienes las hormonas revueltas, es normal —murmura Esme detrás de mí, acomodando los vuelos del bajo del vestido.

Yo me río y asiento, porque es la realidad. Desde que supe que estoy embarazada, no dejo de notar los cambios en mi actitud, cosa que hace unas horas ni siquiera tenía presente. Tal vez sea algo psicológico, pero no puedo evitarlo.

—Supongo, aunque estoy nerviosa —confieso, dando otro vistazo a mi imagen.

—Estás hermosa, amiga —interviene mi cuñada cuando ve que en mi boca se forma un puchero. «¿Ahora por qué lloro?»—. No, no, no. No llores, que te arruinas el maquillaje.

—Lo siento, no puedo evitarlo —murmuro, tratando de controlarme. Respiro profundo y cuento las inhalaciones, para concentrarme en otra cosa.

Es tan irónico querer controlar las emociones y que resulte en lo contrario. Todo afecta. Y los saltos entre una cosa y otra, son agobiantes.

—Lo sé, solo piensa que debes aguantar esta actitud hasta que le digas a Will, ¿o quieres que él lo asuma por su cuenta?

—No, no. Quiero ser yo quien le diga…

—¿Qué quieres decirle a quién? —pregunta Steph, entrando de repente a la habitación donde estamos.

La miro y sonrío, porque hasta ahora no había tenido oportunidad de darle las buenas nuevas. Esme quiso hacerlo por mí, pero no lo creí conveniente. Mejor que lo sepa de mi boca.

—Decirle a Will que estoy embarazada —suelto, sin pensar en nada más.

A la espera de su reacción, veo como sus ojos y su boca se abren, con la sorpresa. Y luego, suelta un estridente chillido que resuena en mis tímpanos.

Corre para abrazarme y casi nos caemos, si Esme no nos ayuda, hubiéramos terminado revolcadas en el suelo. Nos quedamos así, juntas, mientras Steph no deja de repetir lo feliz que está con la noticia.

Yo siento que me relajo, rodeada de mis amigas.

—Cuéntame todo, por favor —pide Steph, cuando nos separamos.

Pero Eleonor hace acto de presencia y no quiero que lo sepa todavía, le hago una señal a mi amiga para que se dé cuenta.

—¿Ya estás lista? —pregunta, llegando a mi lado. Me mira con ternura y sus ojos también aguados—. Estás hermosa…y todo, allá afuera, está de ensueño.

Una mezcla de alegría con anticipación me embarga al pensar en el lugar donde se oficiará la boda. La playa.

Mantuve las ganas de darle un vistazo al mar del fondo desde que llegué aquí. Eleonor se encargó de cerrar las cortinas de la habitación para que todo sea mucho más conmovedor cuando salga dispuesta a entregarme a Will.

—Pero te falta algo… —dice de repente y yo no sé de qué habla. Ya la estilista se fue, porque supuestamente habíamos terminado—. Espera aquí.

Con paso apurado sale de la habitación en el momento justo que mi madre entra. La sonrisa que me dirige y el amor en sus ojos, no se compara con nada.

—Mi niña, estás…preciosa —solloza, llegando a mi lado y rodeándome con sus brazos.

Yo reprimo las ganas de llorar junto a ella, porque prácticamente es un milagro que pueda disfrutar junto a mí este maravilloso día. La abrazo con fuerza y le repito una y otra vez, lo mucho que la amo. Cuanto le agradezco a la vida por tenerla a mi lado hoy.

—Bueno, ya, no lloremos —pide, con una risita, secando sus propias lágrimas. Con la yema de sus dedos limpia dos de las mías, que se escaparon—. Hoy no es el día para hacerlo. Mejor, te doy algo que te hará feliz. ¿Quieres verlo?

Asiento, porque el nudo que tengo en la garganta no me deja hablar. Mi madre busca algo en su bolso y Eleonor entra otra vez, llevando una caja fina y alargada en sus manos.

Las dos se presentan ante mí, como quien tiene un plan bien definido, con sendas sonrisas orgullosas.

—Ashley, ahora queremos entregarte algo que no puede faltar en una boda —dice y mira de mí a mi mamá, ansiosa. Extiende ambas manos y me entrega la caja. Yo la tomo con cuidado y la abro—. Este es el collar del que te hablé hace unos días. Fue el primer regalo que me hizo Will. Quiero que lo lleves en la boda, para cumplir la tradición.

El collar azul turquesa en mis manos es hermoso, pero no dejo de mirar a Eleonor, sin entender.

—Necesitas llevar algo simbólico —declara y señala el collar—. Eso es algo viejo, azul y prestado.

Sonrío cuando comprendo a dónde quieren llegar con esto. Vuelvo a emocionarme por cada detalle, mientras Eleonor toma el collar de mis manos y se coloca detrás de mí, para ponérmelo. Una cosquilla me recorre de pies a cabeza cuando veo a mi madre, sonriente, con una caja más pequeña entre sus manos.

—Esto es un regalo que queremos hacerte todos los que te amamos, se podría considerar como algo nuevo —explica y con ojos llorosos, extiende la cajita.

La tomo también con manos temblorosas. No pesa nada, por lo que no imagino siquiera qué será.

La abro y dentro, envuelta en fino terciopelo, hay una pulsera de plata, repleta de abalorios colgantes.

Mis ojos se aguan, otra vez, al comprender la profundidad en los detalles. De apenas verla, puedo identificar a quién pertenece cada uno. Desde un símbolo de infinito con la palabra amistad, una mariposa con las palabras “Mother & daughter” grabadas en sus alas, hasta un corazón azul celeste con una fecha incrustada.

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