¡Se busca un millonario! romance Capítulo 18

POV: William.

«Sabía que era un error».

Por muy bueno que parecía el dichoso trato entre Steph y yo, sabía que no era la mejor forma de ganarme a Ashley.

La verdad, no sé qué me llevó a aceptar.

¿Desesperación? ¿Ansiedad? Justificaciones baratas de ser así; porque llevaba tres años viéndola cada día y, esperar un día más, creo que valía la pena.

Mi mayor error fue venderle una imagen completamente falsa. Sí, disfruto del sexo casual, pero no soy de esos que cada día debe dormir con una mujer diferente. En general, soy bastante complicado en estos temas y quedé, a sus ojos, como un idiota mujeriego que tuvo sexo en la primera cita. Luego, cuando pensé que había arreglado un poco el camino, llegan mis hermanos y los celos me carcomen.

A diferencia de mí, ellos sí gozan de su soltería y de formas muy...exclusivas, podría decirse. Nunca hemos hablado de sus preferencias en ese aspecto, pero no es muy difícil darse cuenta de que les gusta compartirlo todo.

Ver a Ashley me hizo reaccionar de muy malas formas. Pude ver en las expresiones de mis hermanos el interés por la chica rubia y hermosa que esperaba en el primer escalón de la escalera. Un sentimiento territorial se apoderó de mí y ya no pude parar.

Decirle esas cosas fue la forma más normal que encontré para que se fuera, pero por supuesto, no fue ni de cerca la mejor. Al escuchar sus palabras y el odio doloroso impregnado en ellas, me hizo ver mi error. Mi segunda metida de pata de la noche.

Lo más jodido es que nunca, jamás, había actuado de esa forma delante de mis hermanos, mucho menos por una mujer. Casi me faltó orinar alrededor de Ashley para que ellos entendieran la idea.

«Ella es mía».

Aunque ahora no quiera ni verme, voy a ganarme su corazón, justo como debería haber hecho desde el principio.

—Yo creo que eso salió mal —murmura Steph, moqueando y llorando sin parar; la escucho, pero no respondo nada—. Yo quería que ella por fin se abriera a alguien, que saliera de esa rutina en la que vive cada día. Nunca pensé que se iba a poner así.

—Fuimos demasiado lejos con la mentira —intervengo y la verdad, ella me da un poco de lástima. Y aunque la loca idea de todo fue de ella, me incluyo en esto porque le seguí la corriente.

—Lo sé —susurra. Cierra sus ojos, cabizbaja y suspira. Apoya los codos en la encimera y tapa su rostro—. Tenía que haberlo pensado mejor. Soy una pésima amiga.

Y comienza a llorar.

Yo no soy de los hombres que odia ver llorar a las mujeres, en todo caso, me hace sentir incómodo porque no sé cómo actuar. Así me siento ahora. Estoy a dos metros de ella, pero no me atrevo a acercarme.

—Tú verás que lo arreglaremos todo, Steph. Ella ahora está decepcionada y dolida, hay que darle tiempo para que se calme. Tú eres su mejor amiga y estoy seguro que sabrá entender tus intenciones y perdonarte. No lo hiciste por el mal —aseguro, aunque no tengo seguridad de nada. Solo tengo fe en el gran corazón que me ha mostrado—. Más difícil lo tengo yo.

Sonrío, pero es una sonrisa triste. Steph me mira con algo parecido a la lástima y eso me pone aún más incómodo.

—Ella lo hará —declara, luego de unos segundos pensativa, con una sonrisa igual de triste que la mía—, es una magnífica mujer. Si supieras cuánto sacrifica ella cada día, lo que está dispuesta a hacer para mantener a su familia. De verdad, yo quisiera ser como ella, al menos en una cuarta parte. Ash tiene un corazón enorme.

Steph habla, mientras tiene su mirada perdida en un punto visible solo para ella. Sonríe con dulzura mientras habla de su amiga.

—Cuando decidí irme de la casa de mis padres, tenía miedo de no ser capaz de valerme por mí misma y verme obligada a regresar, para terminar, asumiendo la responsabilidad que mis padres y hermanos mayores tanto desean —murmura y otra lágrima cae de sus ojos—. Solo Ash confió en mí. Me dio refugio y me ayudó a conseguir trabajo. Ella me conoce y sabe que no sé hacer absolutamente nada. Sin embargo, me brindó el sofá de su casa y ahí es donde duermo, ya no lo hago en una cama king size, con edredones y almohadas de lujo; pero soy más agradecida que antes, más humilde y más feliz. Todo eso me ha obsequiado ella.

Pienso en sus palabras y siento una opresión en el pecho. Yo entiendo el sacrificio, lo viví en mi propia piel. Y saber que ella, tan joven, tiene que ocuparse de su madre y su hermano, me hace querer protegerla, ocuparme de ella. Pero también comprendo que, al igual que yo, ella no estaría dispuesta a aceptar tal cosa; su orgullo no lo permitiría.

Miro mi reloj y veo que ya es casi medianoche. Pienso en lo que me espera mañana en la oficina y casi que me dan ganas de no ir a trabajar. Margot saldrá de vacaciones y sé que voy a sentir su ausencia. En su correo habitual me dejó todo organizado, pero de todas maneras siempre necesito su ayuda ante algún inconveniente que se puede presentar; son muchas cosas que atender al mismo tiempo. Espero que haya comenzado la búsqueda que le solicité para el nuevo asistente.

Me despido de Steph, no sin antes decirle que puede dormir hoy aquí y que mañana el chofer la llevará hasta Villa Florencia. Ella agradece y se retira, sube las escaleras con los ánimos decaídos, pero yo no puedo hacer nada por eso. Antes de subir a mi habitación, llamo a Ricardo; me dice que acaba de dejar a Ashley en su casa y respiro tranquilo; al menos aceptó la ayuda. Le pido que regrese con cuidado y que mañana lo espero a la misma hora.

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