¡Se busca un millonario! romance Capítulo 19

POV: William.

Llego a la oficina bien temprano; al final, resultó como esperaba, no dormí nada de nada. Me mantuve toda la noche pensando en cómo acercarme a Ashley de nuevo, como hacerle para que esta vez confíe en mí. Al final, no determiné nada concreto, solo me alcanzaron las ideas para reírme de mí mismo.

«Estoy perdido», resoplo por quinta vez, mientras observo la ciudad que se mueve debajo de mí.

Cualquier otro día, esta imagen me relaja como nada; me hace ser consciente de todo lo que he logrado y, aunque no acostumbro a ser orgulloso, me queda claro que estoy en la cima por mis propios méritos.

Suena mi teléfono y me saca de mis pensamientos. La alarma me avisa que ya es hora de salir para mi primera junta del día; tengo varios contratos pendientes con nuevos clientes que me permitirán expandir mis negocios hacia otras ramas. Espero estar a la altura y no andar entretenido con mis problemas personales.

Voy a salir de la oficina en el mismo instante que tocan la puerta; sin embargo, no esperan a que yo responda. Mis hermanos, Rafael y Leonel, entran impetuosos y obstruyen el paso. Ruedo los ojos, porque sabía que esto era posible, solo esperaba que me dejaran en paz el mayor tiempo posible.

—Voy saliendo, no puedo atenderlos —digo, con voz autoritaria—. Me esperan para una junta.

—Pues tendrán que esperar, aquí hay muchas cosas que nos tienes que explicar —interviene Rafael, con voz seria; cualquiera pensaría que no le divierte esta situación.

Intento dar un paso, pero Leonel se mueve junto conmigo. Resoplo, me están colmando la paciencia.

—No tengo tiempo de explicar nada ahora —declaro y miro mi reloj, todavía quedan unos quince minutos, pero no es necesario que ellos conozcan ese dato—. Luego pidan cita con mi asistente, no puedo estar perdiendo el tiempo.

Los dos tienen el descaro de sentirse ofendidos, haciendo una mueca de indignación que los hace parecer aún más idénticos, con todo lo jodido que ya es eso.

—No creo que eso suceda —comenta Leonel, mirando indiferente las paredes de mi oficina. Resoplo y ruedo los ojos hasta casi ponerlos del otro lado de mi cabeza—. Yo necesito saber solo una cosa, hermano y, creo que coincidimos —continúa y hace un gesto con su barbilla hacia Rafael, para señalar el acuerdo de opiniones—. ¿Quién diablos es la caliente chica que te puso en su lugar?

La expresión de su rostro, entre lujuriosa y divertida, me hace apretar la mandíbula; achico mis ojos y cierro mis manos en puños.

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