¡Se busca un millonario! romance Capítulo 21

POV: William.

Regreso a mi oficina luego de un ajetreado día entre reuniones y encuentros informales con clientes. Dejo el portafolio sobre la mesa de trabajo y voy directo a la ventana, deslizo mis manos en los bolsillos de mis pantalones y me quedo mirando fijamente todo lo que acontece debajo de mí. A pesar de todo lo que está sucediendo, pude concentrarme bien en mi trabajo, pero siempre tuve la persistente presencia de ella en mis pensamientos. Ahora tengo la duda sobre qué debo hacer. No tengo claro que ir a la cafetería, como cada día, sea buena idea hoy; no quisiera que ella pensara mal de mí o que la estoy molestando a conciencia.

También está la situación de ella con Steph, que de verdad me gustaría que se arreglara todo. Hoy bien temprano, cuando Ricardo me trajo hasta aquí y le pedí que llevara de vuelta a la morena hasta Villa Florencia, me dio un poco de lástima verla con tan pocos ánimos y nerviosa por saber lo que sucedería al encontrarse nuevamente con Ashley. Pero eso es algo entre ellas, en lo que yo no me puedo meter; suficiente tengo ya con buscar la forma para que ella quiera, al menos, escucharme.

Suspiro y cierro los ojos, por más que pienso no doy con algo verdaderamente bueno y a la altura. Tal vez le esté poniendo demasiados bombos y platillos a algo que solo se solucionará con la verdad en la mano; pero quiero hacer algo que le demuestre a ella lo que estoy dispuesto a hacer para conseguir una oportunidad.

Suena mi teléfono y salgo de mi trance; voy hasta donde dejé mi portafolio y busco dentro el celular. La pantalla muestra una foto de mi hermana lanzándome un beso, lo que me recuerda que luego del episodio de anoche no hemos hablado más y me extraña que se decida a hacerlo tan pronto, generalmente demora días en recuperarse y volver a ser la misma.

—Hola, Esme —saludo, sin decir nada más, para evaluar la situación.

—Hola, Will. —Su voz se escucha triste, pero era de esperarse después de la recaída—. ¿Estás en la oficina?

—Sí —afirmo y frunzo el ceño, antes de preguntar—: ¿Tú viniste a trabajar?

—Intenté hacerlo, pero no me concentro —confiesa con voz cansada—. ¿Estás muy ocupado?

Su pregunta me demuestra cuánto me necesita, así que, aunque tuviera mil problemas que resolver, su bienestar siempre será mi prioridad.

—En un rato paso por ti —digo, sin preguntarle si está de acuerdo o no—. Te voy a llevar a mi lugar secreto.

—Ya era hora, ¿no? —dice, con voz emocionada—. Por fin podré saber qué es lo que te atrae de ese bendito lugar.

Me despido con una sonrisa plantada en el rostro y creo que es buena idea lo que se me acaba de ocurrir. Esme lleva tiempo detrás de mí para que comparta con ella esa parte de mi rutina que nadie sabe a ciencia cierta cuál es; aunque sería muy fácil averiguarlo, la verdad. Mis viajes continuos a Villa Florencia son una parte indispensable en mi vida y es que, sin importar lo que tenga pendiente o los problemas que pueda tener en mi trabajo, es el único momento del día en que puedo relajarme e intentar mantener mi mente en blanco. No es sólo que una dependiente rubia y sexy me haya encandilado, es que de verdad siento una conexión especial con ese lugar. Llevar a mi hermana conmigo, será bueno para ella, saldrá de su monotonía y, espero, que pueda encontrarse con algún lugar que la haga sentirse a gusto. También, no está de más señalar que acabo de encontrar un motivo para dejar mi cobardía de lado y presentarme, como cada día, en la cafetería.

Arreglo la agenda de mañana antes de irme, para estar claro de lo que me tocará atender; si antes lo hacía yo solo, no veo el problema de volver a hacerlo. Lo que me recuerda, tengo que contactar a Margot para preguntarle si ya lanzó las solicitudes para la plaza de asistente; pero tampoco quiero molestarla en sus vacaciones. Entonces decido, mañana mismo, ponerme en contacto con las agencias de trabajo para poner mi solicitud y los requisitos, me urge encontrar un asistente.

Salgo de la oficina y voy hasta el primer piso, donde mi hermana tiene su agencia. La encuentro sentada en un enorme sofá que decora el salón principal; está mirando algo en su teléfono y frunce el ceño, a la vez que se muerde el labio inferior. Debajo de sus ojos se notan unas bolsas oscuras que me demuestran que su noche no fue nada bien. Y no es para menos.

Me acerco y ella levanta su cabeza; al verme, sonríe y sus ojos brillan. Se pone de pie y toma el bolso mediano que lleva consigo.

—Ya podemos irnos —exclama, escondiendo toda prueba de debilidad antes expuesta y me abraza.

Yo le correspondo el abrazo y con ese gesto, le confirmo mi apoyo incondicional; no necesito expresarlo con palabras, ella así lo entiende.

—Donde te voy a llevar, te va a encantar —aseguro, enganchando su brazo al mío y caminando a la salida, donde ya Ricardo nos espera.

—¿Podré conocer a la mujer que te tiene tan enamorado? —pregunta y yo giro mi cabeza para ver su expresión divertida. Enarco una ceja y me hago el tonto. Ella rueda sus ojos y resopla—. Es obvio que hay algo ahí que te interesa tanto.

—Podría ser el menú —farfullo y subo mis hombros.

—Sí, claro —devuelve Esme y repite el gesto con sus ojos.

No respondo nada más y ella tampoco me presiona; estoy claro de que cuando vea a Ashley sabrá lo que sucede, pero no hay necesidad de que me esté molestando todo el viaje hasta allí; prefiero que sea solo a la vuelta.

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