¡Se busca un millonario! romance Capítulo 9

POV: William.

Salgo con Steph agarrada a mi brazo. Siento en mi espalda el peso de la mirada de la curiosa y contrario a lo que creo, no me siento bien en esta posición. Ella no me ha hecho nada, en realidad. Lo que pasa es que estaba tan obsesionado con ella, que conocer sus principios me decepcionó mucho. Y de ahí, surgió toda esta locura.

—¿A dónde vamos? —pregunta Steph, cuando salimos del todo, girando su cuerpo para quedar frente a mí. Me quedo en blanco, mirando su expresión demasiado feliz—. Estoy tan emocionada, te juro que me quedé en shock cuando vi tu nota. Mi amiga me la entregó con muy mala cara. De hecho, pensé que era en ella en quien estabas interesado...pero...

—Ok, espera un momento —interrumpo sus palabras, ella se calla al instante. Tapo mi rostro y froto con mis manos, en señal de frustración. Se supone que estoy acostumbrado a soportar situaciones que no me son cómodas, pero esto me está costando—. Yo, quiero que sepas que...

Intento decirle que esto es un error. Pensé que podía aguantar hasta el final, pero me siento sucio engañando a una chica que no me ha hecho nada.

—Antes que digas nada —interrumpe Steph. Debo decir que me sorprende completamente el tono de voz que utiliza. Me quedo mirándola, ella añade—: Necesito que salgamos de aquí, lo que debemos decirnos puede suceder en otro lugar.

Toma mi mano y yo la dejo hacer. Camino dirigido por ella, todavía sin reaccionar. La sigo como tonto, pero es que me tomó demasiado desprevenido su petición y la seriedad que le puso. Nada que ver con la chica demasiado dispuesta de minutos anteriores. Mientras avanzamos, ella va diciendo algunas incoherencias, que no logro entender.

—Ya sabía yo a qué se debía todo esto. Parece que al final sí podré ayudar...

Intento darles sentido a sus palabras, pero nada comprendo.

—Tenemos que salir de aquí, porque no podemos levantar sospechas...

Comienzo a preocuparme de haber invitado a una cita a una completa lunática o algo peor. Como puedo, saco mi teléfono y llamo a mi chofer, que está cerca.

—Ricardo, esta mujer está loca, por favor, si me estás viendo, síguenos —digo, en cuanto Ricardo responde.

Steph se detiene y me mira buscando la broma. Al ver que no es así, rueda sus ojos y resopla.

—Ahora lo único que falta —dice, soltándome la mano y golpeando con ella su frente, irritada—. ¿Crees en serio que yo te quiero secuestrar o algo por el estilo?

Asiento, como si eso fuera normal. Luego me doy cuenta que estoy siendo un imbécil irracional.

—Vale —dice, suspirando y comienza a hablar como si yo fuera un niño pequeño—. Yo no quiero secuestrarte, nada gano si todos saben que saliste conmigo. Y, además, eres millonario ¡por Dios!, tu chófer debe ser guardaespaldas también.

La irritación de sus palabras me hace sentir como tonto, es lógico pensar lo que ella está diciendo, pero hay que tener en cuenta todo lo posible.

—A ver...a ver —digo, retomando la cordura en mis pensamientos—. No quieres secuestrarme, eso ya quedó claro, pero créeme, que pareces loca actuando así, hablando sola, además.

Ella suelta una carcajada, cuando se da cuenta de todo lo que pasó en unos segundos. Yo le sigo, porque en verdad, es para morirse de la vergüenza, cada uno actuando como locos.

—Vale —dice, recuperando el aliento luego de reír con ganas—. Solo quería...alejarme de la cafetería, porque no quiero que Ashley nos vea juntos.

Lo que dice la avergüenza un poco, puedo notarlo. Por mucho que me interese conocer los detalles de esa reacción no creo que sea oportuno. Me quedo callado para ver si continúa.

—Yo... necesito hacerte una propuesta —dice, en voz baja. Se acerca a mi rostro, poniéndose en puntillas. Hace como si fuera a darme un beso en la mejilla, pero continúa hasta mi oreja—. Vamos a un lugar más privado.

Vuelve a su posición y yo la miro con dudas. No acabo de entender sus intenciones. Pensé primero, que ella y Ashley eran amigas, pero resulta que aceptó salir conmigo. Ahora, se esconde de ella y me hace una propuesta extraña, no quisiera decir que es indecente porque no tengo idea qué querrá decirme.

—¡Por favor! —pide, poniendo ojos de cordero y haciendo un puchero. Ruedo los ojos. A esta chica se le ve lo caprichosa a kilómetros.

—Vale, pero tendrá que ser un reservado en un lugar público, no estoy cerca de mi casa ni de ninguna de mis propiedades.

Ella asiente y aplaude, como niña pequeña que ha sido premiada. Resoplo interiormente y le pido recomendación. Ella me dice de un lugar y le hablo a mi chofer. Nos subimos al auto, sin mucha ceremonia y nos dirigimos a ese dichoso lugar.

«Vamos a ver qué tiene que decir».

(...)

—¿Qué me dices? —pregunta, mordiendo su labio inferior, ansiosa—. Yo creo que es buena idea.

Afirma y levanta sus hombros, como si fuera tan fácil lo que me pide. Tal vez sí que lo sea, pero me cuesta aceptar. Este error ha ido demasiado lejos y en este punto, creo que podría terminarlo todo. Seguir mi vida tranquilamente sin tantas preocupaciones o dolores de cabeza.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Se busca un millonario!