Si, acepto el contrato (COMPLETO) romance Capítulo 10

Narra Grace

He estado muy atenta a cualquier solicitud del señor Nicholas, comprendo muy bien su situación y eso de alejarse de su trabajo de forma repentina ha de ser muy duro, más cuando estás acostumbrado a algo y llevas una misma rutina por tantos años; el hombre llama cada media hora o cada vez que tiene oportunidad, parece que lo hace cuando su esposa no está pues la señora Dilaila se angustia cuando lo ve pendiente en su trabajo y no relajado como se lo ha pedido el médico.

- Entonces ¿Qué han dicho los inversionistas? – pregunta mi jefe con voz baja, sabrá Dios donde se ha escondido para llamarme

- Han dicho que no se preocupe, que ellos pueden esperar, que comprenden la situación, sin embargo uno de ellos vino en persona a corroborar lo que le había enviado por correo electrónico

- Vale, eso es tranquilizante para mí. ¡Oh! por favor trae los informes de ventas de este mes, te agradecería que si vienes esperes a que Dila se vaya para que me los des – ordena aun con tono bajo, casi que en un susurro.

- Nicholas, ¿Qué estás haciendo? – se escucha a su mujer a lo lejos

- Nada, estoy defecando, ya salgo – dice cortando la llamada

Eso fue muy extraño, pero bueno, cada quien en sus cosas, me han dado una orden y mi deber es cumplirlo, su esposa se enojará por esto pero que puedo hacer, él es mi jefe.

Me pongo de pie y tomo mi bolso, dentro de él guardo la carpeta con los informe, de paso un bolígrafo para que el señor Brown los pueda firmar, miro a mi alrededor viendo que no olvide nada y salgo de allí, en el camino me topo con muchos que preguntan por la evolución del jefe, también algunas que pregunta por su hijo, me parece el colmo, en sus caras se les ve la felicidad por todo lo que está ocurriendo con el pobre señor.

Salgo del edificio y demoro casi media hora extendiendo mi brazo, parece que hay días en los que soy invisible, todos los taxis pasan y me ignoran como si fuera un árbol, muchos pasan vacíos y hasta creo que los conductores me retuercen los ojos, miro mi reloj y se me hace tarde, tengo más cosas por hacer, no me gusta retrasarme porque luego todos se van y quedo sola en la oficina. A lo lejos veo un taxi acercarse, es mi única oportunidad, esta vez tuve que detenerlo como fuera, me atravesé en medio de la calle y le abrí mis brazos para que parara, un gran pitido de su bocina llamó la atención de los que pasaban

- ¡¿Está loca?! – pregunta el hombre asomándose por la ventanilla

- Más o menos – respondo abriendo la puerta y entrando al vehículo

- Agradezca que no me agaché para coger mi teléfono, de ser así la habría arrollado, ¡Dios! Solo me encuentro con puras locas por ahí – reniega mirándome por el espejo retrovisor

Durante el camino el señor se percata de lo que hago, quizás piensa que estoy chiflada y pueda hacerle algo o aventarme del carro.

- Mire, ya llegamos a donde pidió – menciona con esa mirada extraña

- No me vea así, solo estaba retrasada, soy muy cuerda, de verdad – respondo extendiendo el billete para pagarle

Al salir camino hacia la gran entrada, pero de repente un rico olor a café me hace desviarme y cambiar el rumbo por unos minutos, amo el café, así que pido uno bien cargado para despertarme aún más.

- Buenos días – saludo al portero que está afuera mientras le doy un sorbo a mi café, un sorbo corto porque está muy caliente.

Me dirijo hacia el ascensor y presiono el botón para subir, de repente escucho mi móvil sonar, como puedo lo saco de mi bolsa y miro el número de la llamada, es mi mamá, pero ahora no puedo responderle, más tarde lo haré; el ascensor ha llegado así que vuelvo a meter mi móvil, cuando quiero dar un paso para entrar, un hombre de casi dos metros sale de manera repentina chocándome con su enorme pecho.

- ¡Demonios! – Grito por el calor que quema mi piel, levanto mis brazos mirando el desastre en mi ropa y no me fijo en el animal que ha llevado por delante, ¡Carajo! No me atropella un taxi pero si lo hace un gorila. – Fíjate por donde caminas – le digo haciendo un gesto de dolor

- Tú fíjate antes de entrar – contesta con tono grosero

Lo observo y me intimida un poco pero aun así mantengo mi postura.

- Deberías disculparte, me has quemado el pecho y manchado mi blusa – digo señalando mi pecho que luego de notar la tela húmeda se ha pegado a mi piel haciendo notar mis pechos por lo que de inmediato la separo.

- No es tan costosa, no te preocupes – menciona creyéndose una diva de New york

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