Si es destino estar contigo romance Capítulo 22

Cuando Yolanda salió de la ducha, Lucrecio Castro estaba tumbado en la cama y parecía haberse quedado dormido.

Al final, Yolanda estaba bastante agradecida por esa Jana, si no fuera por ella para hacer tal escena, ella no tendría la oportunidad de acostarse con Lucrecio.

Se metió en la cama y encontró una posición cómoda para tumbarse, igual que cuando era niña, y se apretó contra Lucrecio para sentir el calor de su cuerpo.

Pero justo cuando estaba a punto de extender la mano y abrazar a Lucrecio.

—Yolanda, ya eres una adulta. —Lucrecio habló de repente, en un estado de somnolencia.

Yolanda tarareó suavemente y se movió a un lado enojado.

Lucrecio sonrió débilmente y le acarició la cabeza como consuelo. Comprendió en el corazón de esta chica, ella simplemente quería que durmiera con sus brazos alrededor de ella.

Sin embargo, Yolanda todavía era inocente, ¿también lo era él? Yolanda no sabía claro qué hacer y qué no hacer, pero él tenía que tenerlo claro. Si hiciera lo que no debía, seguramente la asustaría, ¿no?

***

Cuando Yolanda se despertó por la mañana temprano se encontró con que Lucrecio ya no estaba allí, había bebido algo de vino la noche anterior y le dolía un poco la cabeza.

La señora Lina le había preparado un té, que era más reconfortante para su cabeza que la leche.

De camino a la escuela, Yolanda miró por la ventana mientras recitaba palabras en inglés, y de repente le pareció ver una figura familiar, pero cuando la persona se giró, se dio cuenta de que la había confundido.

Habían pasado dos años y se preguntaba si el odio de Kenzo hacia ella se había desvanecido.

Resulta que había memorizado la palabra inglesa —trauma—, de repente ella sintió que la palabra era realmente apropiada.

—Señorita, llegamos. —El conductor detuvo el coche durante mucho tiempo y vio a Yolanda aturdida.

Recuperó su mente, todavía faltaban unos días para los exámenes de ingreso a la universidad, para poder quedarse en esta ciudad, tenía que entrar en la Universidad de Alba. No quería dejar a Lucrecio.

Debido a que Zita había cambiado de escuela, ya nadie en su clase intimidaba a ella, y de vez en cuando Zenón la ayudaba, así que había pasado los últimos dos años tranquila.

—Yolanda, ayer fue tu cumpleaños, ¿verdad?

Zenón se sentó en la última fila de ella.

Asintió con la cabeza, un poco avergonzada, después de todo, era bastante cercana a Zenón, y sin embargo no lo invitó a su fiesta de cumpleaños de ayer.

—Como sabes, a mi madre te gusta mucho, en cuanto se enteró de que ayer era tu cumpleaños, inmediatamente compró un regalo y quiso dártelo.

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