Si es destino estar contigo romance Capítulo 9

Al ver la pantalla del teléfono que mostraba que había estado hablando con Lucrecio durante 38 segundos, sintió que tenía esperanza.

«¡Tengo a Lucrecio al teléfono!»

Yolanda gritó con todas sus fuerzas:

—¡Tío Lucrecio!

Pero recibió una bofetada en la cara.

—¿Tío Lucrecio? Entonces pondremos el altavoz para que su tío pueda escuchar con atención lo que dice su sobrina.

Lucrecio, al otro lado del teléfono, guardó silencio por un momento. Dijo indiferente:

—Déjala salir si quieres vivir.

—¡Su tío se ha vuelto loco por miedo! Se atreve a amenazarnos.

El hombre que tenía el teléfono estaba impaciente, tiró el teléfono a un lado y se acercó dispuesto a quitar la ropa de Yolanda.

—¡Aún no he visto una chica tan guapa!

—¡No me toques!

Yolanda mordió el dedo del hombre. No podía controlar la fuerza e hizo sangrar al hombre.

—¡No la toques!

Kenzo arrastró la silla hacia delante y cayó de cabeza frente a Yolanda. Se encontraba en un estado terrible pero seguía protegiéndola, sin permitir que nadie se acercara.

—Kenzo...

Los ojos de Yolanda se llenaron de lágrimas y trató de arrastrarse para calmar a Kenzo, pero fue apartada.

Vio cómo un hombre se acercaba por detrás de Kenzo con una barra de hierro muy gruesa. Sus ojos se abrieron de par en par con horror y gritó con incredulidad:

—¡Kenzo! No...

Sin embargo, la barra de hierro acabó golpeando la pierna de Kenzo con tal fuerza que podría haberle matado.

Kenzo sudaba profusamente por el dolor. Las venas de su frente casi estallan, pero no dijo nada.

—Estoy bien...

Yolanda gritó:

—Por favor, déjalo ir...

—¡Soy el hijo de Rubén García quien gobierna el Grupo García! Mientras nos dejes ir, ¡mi padre te dará todo el dinero que quieras!

Kenzo no tuvo más remedio que descubrir la identidad de su padre.

El grupo de personas dejó de moverse ante sus palabras y se miraron entre sí.

¡El único hijo del Grupo García valía mucho dinero!

Scar descubrió la oportunidad y se acercó diciendo:

—Os dejaré ir si me pagas 2 millones de dólares.

Kenzo no dudó y dijo soportando el dolor:

—Te doy 4 millones, déjanos salir.

Las palabras de Kenzo inspiraron su codicia. El hombre que había sido mordido por Yolanda se emocionó mucho cuando escuchó los 4 millones de dólares.

—8 millones a cambio de vuestras dos vidas.

Después de todo, Kenzo todavía era joven y sólo entonces se dio cuenta de lo estúpido que había sido.

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